Los aterradores detalles salieron a relucir en el quinto día del juicio que se lleva contra Daniel  Vázquez Cubilete (Pucho) y Rafael Aponte Peña (Rafa)   en la sala de la jueza Gema González, del Tribunal de Fajardo.

 Las declaraciones sobre la agenda de crímenes  perpetrados por los acusados los días 18 y 19 de enero  fueron reveladas por el testigo principal del caso Alexander Serrano Figueroa, quien junto a los implicados y otro coacusado de nombre Abraham Rodríguez Cruz (Bebé) formaban parte de una ganga que se dedicaba a realizar carjackings en la zona este de la isla.

  Alexander, quien tiene 21 años y cobraba entre $100 y $200 por participar de los atracos en calidad de chofer, dijo que la noche del 18 de enero el grupo salió a robar un auto que Pucho quería intercambiar por un Toyota (Yaris) que tenía otro sujeto apodado Pilín, cuyo nombre real es James Santana. Para la fecha de los hechos Pilín estaba prófugo pues había sido sentenciado en ausencia a cadena perpetua por un asesinato.  Actualmente, está en la cárcel.

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A preguntas del fiscal Omar Barroso, el testigo explicó que el cuarteto -que horas antes había hecho dos carjacking (una Ford 150 en Juncos y una Jeep Cherokee en San Lorenzo)- decidieron cometer el crimen en un pueblo lejano para no calentar a Pilín por su condición de fugitivo.

Así fue que se dirigieron en un Toyota Corolla (blanco) que habían robado una semana antes por la carretera llamada “Las 400” en dirección de Juncos a Canóvanas. Ese era un tramo atractivo porque hay “muchos garajes” , lugares donde  por lo general enfrentaban a sus víctimas.

En cambio, cuando llegaron a la intersección  en la que conectan las carreteras 185 y 957  cambiaron el plan cuando vieron una mini Cooper (conducida por la fiscal) que le gustó mucho a Pucho.

El testigo cooperador dijo que siguieron el auto por unos 10 minutos en un camino rural y estaban a punto de desistir el carjacking cuando vieron que el mini Cooper puso una señal y detuvo su auto.  No lo sabían, pero ya estaban en jurisdicción de Río Grande, en el barrio Guzmán Arriba donde vivía la fiscal.

Al ver que el conductor esperaba porque abriera un portón,  Pucho vio el momento oportuno para cometer el crimen.  Antes sus compinches le advirtieron que no disparara pues tenía fama de ser agresivo con sus víctimas. También había confesado horas antes al grupo que había asesinado en San Lorenzo  ese mismo día a un sujeto de nombre Kelvin Silva.

Pucho y Rafa se bajaron enmascarados y armados del Corolla y se dirigieron al mini Cooper. Pucho, portando una pistola 9mm se acercó a la puerta del conductor  y trató de abrirla a través de la manigueta dos veces y no pudo. Entonces, disparó  sin piedad al conductor.

Enseguida Pucho y Rafa se montaron al Corolla, donde el sicario fue recriminado por los otros criminales.

“Canto de bruto, ¿qué hiciste? ¡Animal! Mira lo que hiciste”, le dijo Bebé.

“Que se joda, ya se jodió”, fue la fría respuesta del asesino, quien no mostró arrepentimiento.

Posteriormente, el cuarteto se fue a Juncos y dejaron a Pucho en su casa.

Luego,  todos -junto a Pilín y otro hombre apodado Anestesia- fueron a tirotear el residencial Villa del Rey, en Caguas ; y el caserío La Lorenzana en San Lorenzo.  En este último Alexander resultó herido en un muslo tras un intercambio de disparos con otros sujetos.

Dijo que Pilin y Rafa lo dejaron en un CDT de Juncos, de donde fue transferido al Centro Médico en Río Piedras.

Estableció que fue allí,  sentado en la sala de espera tras darle de  alta, que vio  en un noticiario  que la víctima de Pucho había sido la fiscal.

“Me sentí mal... nosotros no salimos a eso. Sé que no está bien robar carros, pero quitar la vida a una persona menos”, dijo al explicar sobre el  por qué decidió declarar.

Al momento, Alexander no ha sido acusado. Queda en manos del Departamento de Justicia decidir si le darán inmunidad o llegarán a un acuerdo con el testigo cooperador.

El juicio continúa el lunes a las 10:00 am.