Testigo narra detalles de cómo envolvieron el cadáver de Valerie Ann
Las impactantes expresiones de Lorainne Bonet Torres surgieron en la sala 606 del Centro Judicial de Ponce, como parte del juicio contra Cornier Torres que está acusado por el crimen de la joven teatrera.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Una testigo identificada como Lorainne Bonet Torres, quien asegura que fue pareja de Juan Luis Cornier Torres, alias Manwe Uno, narró con lujo de detalles los sucesos que supuestamente acontecieron el lunes, 17 de diciembre de 2018 cuando vio el cadáver de una mujer de pequeña estatura, acostada bocabajo, justo en la sala de la casa donde convivía con el muralista en la Ciudad Señorial.
Según la expareja de Manwe Uno, en ese momento supuso que era una fémina porque el pelo sobresalía del colchón blanco donde estaba.
Era el cuerpo amortajado de la sangermeña Valerie Ann Almodóvar Ojeda que, para ese entonces, aún no había sido reportada desaparecida.
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Las expresiones de Bonet Torres surgieron en la sala 606 del Centro Judicial de Ponce, como parte del juicio contra Cornier Torres que está acusado por el crimen de la joven teatrera.
La fémina, que alega se mudó con el artista aproximadamente 11 días antes del asesinato, contó las incidencias de esa tarde desde que Manwe la recogió en una guagua dorada de cuatro puertas, presuntamente molesto porque ella le reclamó sus constantes salidas del lugar a donde estaban trabajando en la elaboración de un mural.
“Me recogió en el Rincón Argentino a eso de las 3:00 de la tarde, en una guagua que nunca había visto; va a un garaje a conversar. Ahí, él se detiene a decirme que qué yo quería hacer, si yo me quería ir a la casa, a la biblioteca u otro lugar en Ponce y le dije que no, que yo quería ver mi guagua porque yo no le creía lo que me estaba diciendo”, expuso Bonet Torres que, a su vez, es coacusada en el caso por un cargo de destrucción de evidencia y otro por encubrimiento.
Se refería a que –presuntamente- Cornier Torres le dijo que había matado a alguien y ella estaba enfocada pensando en su vehículo, ya que días antes, el hombre le había dañado el bonete, el cual fue amarrado con una soga por el otro coacusado, Carlos Pacheco Santiago, alias Amarillo.
“Ya era como la tercera ocasión de que se iba y no sabía de él hasta un buen rato. Entonces, ese día aparece y me reafirma otra vez que había asesinado a alguien. Estaba ansioso, estaba como desesperado”, dijo al relatar la supuesta conversación que tuvieron en un garaje cerca de la casa.
“Llegamos frente a la casa de Cornier pues él me da las instrucciones de que entre por la parte de atrás de la casa… estacionó esa guagua (dorada) en la parte de al frente de la casa, pero seguía prendida. Me estuvo raro porque la puerta principal funcionaba. Pero, entré a la residencia sola, por el garaje. Cornier estaba en la guagua todavía”, contó al señalar que antes de entrar supo que Amarillo estaba dentro de la casa y que parecía alucinar por los efectos de alguna sustancia controlada.
Luego, dijo, que Cornier fue a buscar algo para contrarrestar el estado en que se encontraba aquel hombre, pero en eso, “estoy escuchando a Amarillo buscar en los gaveteros de la cocina y recuerdo que le envié un texto a Cornier de que avanzara, que estaba escuchando a Amarillo buscando como unos metales en la cocina”.
“En eso yo le pregunté a Amarillo que qué hacía y me dijo ‘¿tienes miedo?’ Y yo no le respondí. Al rato llega Cornier… si mal no recuerdo que llegó con una pastilla para Amarillo; pasa para la cocina y al rato sale, dice que hay que sacar unas cosas y las movimos. Amarillo siguió sacando cosas y haciendo un camino para sacar lo que estuviese dentro de la casa… en ese momento no sabía, pero, luego me entero”, destacó al describir que “la sensación de la casa era extraña… fui al baño y abrí las ventanas, y encendí una vela”.
A preguntas del fiscal Ildefonso Torres Rodríguez, la testigo sostuvo que luego de eso no volvió a ver a Amarillo.
“Cornier entra al baño donde yo estaba, se sienta en el borde de la bañera y la expresión física de él estaba ansioso, inquieto, se veía preocupado y pues me dijo la razón por la cual ‘no me había permitido pasar al área de la sala porque había matado a alguien’ y me preguntó si yo ‘le tenía miedo a los muertos’. Yo, le dije que no”, resaltó.
“Entonces, pasamos a la sala y me dice en el camino que, si yo no le creía y pues… cuando entramos, en la sala estaba el cuerpo… era la sala donde yo estoy conviviendo con él y pues al notar por el pelo se nota que era una mujer y yo me quedé en ‘shock’. En el piso de la sala, entre la puerta y la sala estaba el cuerpo boca abajo y al superior del cuerpo había como que un tipo de aureola roja con un polvo blanco, como tipo ACE (detergente), porque donde estaba la sangre ya habían limpiado esa área”, subrayó la fémina de 28 años.
Así continuó narrando la dantesca escena, que, a su vez, validaba con la evidencia en fotos que le entregaba el representante del ministerio público.
“Me quedo mirando el cuerpo, observo el pelo, se veía oscuro, el envoltorio del cuerpo, donde metieron el cuerpo de la persona era blanco, era de cama, como un colchón blanco con sangre seca, pero blanco. Era sangre de rato, la mancha…(vi) los tenis, unos ‘Converse’ negros de un size pequeño, el cuerpo no era grande, era bien pequeño, en comparación de nosotros dos (Cornier y la testigo) que somos personas altas. Y nada, le di la vuelta y me senté en el sillón marrón. Debajo del asiento era donde estaba la mancha de sangre”, detalló como si fuera un guión escrito para una película de terror.
Fue entonces cuando supuestamente Cornier Torres le dijo: ‘levántate, que ahí fue que yo la maté’.
“Me salgo del sillón, estábamos los dos, alrededor del cuerpo. Recuerdo que en eso procedió a contarme, hubo un transcurso en ese episodio de tiempo que Cornier le mueve la ropa de cama al cuerpo, acercó su dedo índice al trapecio superior de la persona indicándome y diciéndome que esa no era su exmujer. Eso es otra historia dentro de esto, pero que no era ella, que su exmujer tiene un tatuaje en el trapecio”, argumentó.
Bonet Torres, quien funge como la quinta testigo del ministerio público en el caso contra Cornier Torres, fue interrumpida en incontables ocasiones por representantes de la defensa que alegaban al juez que el fiscal estaba dirigiendo las contestaciones de la mayagüezana.
“Entonces, me dice quién es esa persona; él dijo que no me la enseñaba porque la había degollado. Yo, seguía escuchando y mirando la situación porque encontrarse algo así, no hay forma”, dijo con desesperación.
Relató que la justificación brindada por su expareja fue que presuntamente la mató en defensa propia pues al llegar a su casa, escuchó sonidos extraños.
“Me dice que él entra a la casa y lo habían encañonado. Estaba eufórico, acelerado. También me informa el procedimiento que surgió cuando lo habían encañonado, que él logró desarmar a la persona y al lado derecho de la puerta hay un perchero a donde había una pañoleta que le habían regalado, y con eso, pues él procede a estrangular a la persona como que, para defenderse, y que como la persona empezó a gritar, dijo que le puso la mariconera en la boca”, detalló.
“Me dijo una historia de quién era la persona, que era la mujer de alguien de la calle. Sé qué él estaba hablando, pero no estaba procesando esa información porque estoy viendo una mujer muerta que no mide nada, a mi pareja en ese momento explicándome lo que le hizo a esa persona, que la degolló, y lo que le dije a él pues que por lo menos había sido a él porque si esa persona me hubiese encañonado, me hubiese matado porque yo no me sé defender”, señaló.
En un momento, la testigo coincidió con el testimonio de Pacheco Santiago, quien ayer dijo que cuando llegó a la casa de Cornier, ubicada en la barriada Baldorioty de Ponce, el cuerpo Valerie Ann estaba bocabajo y aún respiraba.
“Dijo que él había salido al colmado y al regresar a la residencia, todavía la persona estaba moribunda. Refiriéndose al cuerpo, de quien ya era moribunda, ahogándose en ese charco (de sangre) que yo había visto”, insistió.
Su confesión no terminó ahí, sino que Bonet detalló cómo presuntamente ayudó a Manwe Uno a envolver el cadáver para deshacerse del mismo.
“Me dio un saco azul y con un cordón negro, alzó el cuerpo, y me pidió que le pusiera esa funda en la cabeza al cadáver. Me quedé como que, ¿cómo se la pongo?, pues le coloqué la bolsa azul al cuerpo en el área de la cabeza y, cuando termino de hacer eso, me dijo que si podía pasar al colmado y comprar las bolsas plásticas más fuertes que consiguiera, un colmado que está cerca de la casa. Me dio 20 dólares y que comprara eso. Lo hice”, mencionó al señalar que con ese dinero compró bolsas plásticas y cinta adhesiva.
“De ahí, fui a casa de Amarillo, a buscar la ropa que se había lavado y de ahí le había enviado un recado que le había enviado Cornier, que estaba molesto y que lo estaba esperando. Amarillo me dijo que él estaba listo para ir a la finca, pero que eso no era así tan rápido. Pensó que ya tenían planeado lo que iban a hacer”, manifestó sobre los supuestos planes que supuestamente continuaron en la residencia del muralista.
Señaló, que su pareja la instruyó para que lo ayudara a botar las cosas que estaban dentro de la guagua dorada, cerca de las 3:00 de la tarde. Luego, ingresaron en la residencia a donde “ya estaba Cornier en la sala junto al cuerpo terminando de ‘taipearlo’.
“Ya el cuerpo estaba dentro de las bolsas negras, las que yo había comprado, ya estaba taipeado desde los pies y estaba en la parte superior, del pecho hacia arriba, cuando yo entré. De ahí procedemos a levantar el cuerpo, yo evité cogerla por la parte de la cabeza porque ya sabía que la había degollado, y cogí el cuerpo por los pies, ya la guagua estaba metida cerca de la carpa”, resaltó.
“Se entró al baúl y, aunque ella era una persona pequeña no cabía; hubo que ponerla en forma cruzada y la puerta no cerraba porque los pies de ella estaban en el medio. Le dije a Cornier que la puerta no cerraba porque estaban los pies y él me dijo ‘cierra duro que eso ya no siente’”, dijo al culminar abruptamente su relato ya que la defensa objetó que estaban entrando en materia de destrucción de evidencia, un cargo que fiscalía archivó el pasado 1 de junio.
De hecho, el juicio no continuó durante la tarde ya que los abogados acudieron al Tribunal de Apelaciones para tratar de evitar que el ministerio público entre en esa fase, “ya que, en una etapa de los procedimientos, fiscalía se comprometió a no entrar en eso”.
Se supone que los procedimientos continúen mañana jueves, pero, dependerá de si el Apelativo asume jurisdicción del caso hasta que se resuelta esa controversia.