Testifican policías que investigaron masacre familiar en Guaynabo
Hoy fue el segundo día del juicio contra Christopher Sánchez Asencio.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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En el segundo día del juicio contra Christopher Sánchez Asencio, uno de los acusados por la masacre de una familia en Guaynabo, la Fiscalía sentó a declarar hoy, martes, a tres policías que intervinieron en las diferentes escenas relacionadas con los trágicos hechos, ocurridos entre el 17 y 18 de noviembre de 2014.
El policía municipal de Guaynabo, Eduardo López Ríos, fue el primer uniformado que ocupó temprano la silla de los testigos.
López Ríos fue uno de dos policías que socorrió inicialmente al único sobreviviente de los ataques atribuidos a Sánchez Asencio y a José Luis Bosch Mulero, quien será enjuiciado por separado próximamente. A la pareja se le imputa la muerte a tiros de Miguel Ortiz Díaz, de 66 años; su esposa Carmita Uceda Ciriaco, de 45 años y a la madre de ésta, Clementina Ciriaco López, de 73 años. También están acusados por un cuarto asesinato en el que la víctima fue el hijo mayor del matrimonio, Miguel Ortiz Uceda, de 15 años. Solo el hijo menor de la pareja, un adolescente de 13 años, sobrevivió milagrosamente, después que fue atacado con un cuchillo y lanzado por un puente.
El policía López Ríos declaró que el 18 de noviembre de 2014 inició su turno de las 3:00 a.m. y que se recibió una llamada sobre una situación en el barrio Guaraguao de Bayamón. Allí pedía ayuda el único sobreviviente de los hechos que comenzaron en una casa de la urbanización Parque de Los Frailes, en Guaynabo.
“Al llegar al lugar nos percatamos de que era un menor de edad… Me encontré con el menor ensangrentado, con las rodillas laceradas y tenía una mirada temerosa. Me indicó que habían matado a su papá, mamá, abuela y que su hermano se encontraba muerto también, en una carretera, en Guaraguao. Llamé enseguida al centro de mando”, narró el policía a preguntas de la fiscal, Janet Parra Mercado.
El agente relató que el jovencito le indicó los nombres de “Christopher Sánchez y El Gordo”, como los autores del crimen de su familia.
Dijo que procedió a dar información al Centro de Mando, de que el menor había dicho que su familia había sido asesinada en su residencia en la urbanización Los Frailes. Indicó también que le dio información al Centro de Mando del lugar dónde encontró al niño “y dónde residía la persona (Sánchez Asencio) que nos dijo que era inquilino de una de las residencias que su padre poseía y que ese lugar era en la urbanización Versalles en Bayamón”.
En la Sala 704, que preside la jueza Vivian Durieux Rodríguez, testificó en la tarde el policía Carlos Carlo Reyes, quien labora en la División de Tránsito de la Policía Municipal de Guaynabo. El agente declaró que la madrugada del 18 de noviembre de 2014 estaba de servicio y se unió a la búsqueda del menor cuyo hermanito había dicho que asesinaron en un lugar cercano a dónde a él lo lanzaron por un puente.
Carlo Reyes dijo que encontró el cuerpo del adolescente de 15 años baleado en la carretera PR-174, en el mismo barrio Guaraguao donde otros dos policías socorrieron al otro niño herido.
“En la entrada de (la) segunda cantera me topo con el portón blanco, subo la cuesta a mitad. Estaba bien oscuro, alumbro con mi linterna a ambos lados del terreno cuando veo el cuerpo del joven”, declaró el policía.
“Era de tez blanca, estaba boca arriba con su mano izquierda en forma de puño encima del pecho, los pies estirados y el cuerpo mirando hacia la derecha. Tenía una camiseta negra, pantalón gris y medias negras. Tenía una herida en la nuca atrás y sangre en la nariz y la boca”, dijo el testigo. A preguntas de la fiscal María del Mar Ortiz Rivera precisó que debajo del cadáver había una bala no disparada.
Otro oficial del orden público, el sargento Luis Alfonso Martínez Serrano, adscrito al cuartel de Bayamón Sur, declaró que a eso de las 3:40 de la madrugada investigaba un escalamiento, pero recibió una llamada del retén de que “en la urbanización Versalles (en Bayamón) había ocurrido una masacre y había una familia muerta”.
Narró que se fue a la urbanización Versalles con seis patrullas creyendo que allí había ocurrido la matanza, pero cuando llegó al lugar encontró a “un muchacho bregando con un celular” en una guagua Toyota Four Runner oscura con la puerta del conductor abierta. “El muchacho es ese que está sentado con la camisa color lila al lado del licenciado”, dijo Martínez Serrano señalando al acusado.
“Me quedo mirando al muchacho porque estaba temblando. Se veía nervioso. Veo que los ruedos del pantalón estaban llenos de cadillos y me dijo que llevaba todo el día trabajando”, sostuvo para agregar que en el interior de la guagua observó que había una esponja con lo que aparentaban ser “manchitas” de sangre.
“Oigo entonces por radio control que el sospechoso se llama Christopher Sánchez”, narró el policía y dijo que después que el joven les dijo su nombre, otro de los policías que lo acompañaban lo arrestó.
El abogado Orlando Cameron Gordon al contrainterrogar a los policías trató de sacar ventaja de pequeños detalles que los agentes omitieron en las declaraciones juradas que prestaron de los hechos. El letrado escudriñó los testimonios de los policías y trató de impugnar su credibilidad.
A Sánchez Asencio se le acusa de cuatro cargos de asesinato en primer grado, un cargo de tentativa de asesinato, secuestro, agresión grave, destrucción de prueba, robo, conspiración y varias infracciones a la Ley de Armas. Se le imputa actuar en concierto y común acuerdo con Bosch Mulero.
De acuerdo con la pesquisa de las autoridades, luego de cometer el triple crimen, los acusados secuestraron a los dos hijos adolescentes de la pareja y en un trayecto por un sector rural asesinaron a Miguel Ortiz Uceda, de 15 años, y agredieron brutalmente a su hermano de 13 años, a quien arrojaron por un puente y milagrosamente el menor sobrevivió.
Luis Alfredo Ortiz, hermano del militar asesinado, dijo que su sobrino “está muy bien y está listo” para testificar en el caso. El adolescente es el testigo principal del Ministerio Público y declararía en la etapa final del juicio.
“Vemos que todo se está llevando como debe llevarse. Definitivamente, la Fiscalía tiene un caso sólido”, indicó Ortiz en unas breves declaraciones a la prensa cuando salía del tribunal.
El jurado que aquilata la prueba en el caso está compuesto por nueve mujeres y tres hombres. Dos suplentes, un hombre y una mujer, completan la plantilla.
La jueza recesó los trabajos en la sala 704, hasta mañana miércoles a las 9:00 de la mañana.