Todo ocurre en un abrir y cerrar de ojos. Luego de impactarlos, abandonan la escena, dejándolos a su suerte. Y ocurre con más frecuencia de lo que se pudiera pensar.

Las estadísticas del Negociado de Patrullas de Carreteras revelan que durante un evento de “hit & run”, cuando un conductor, tras atropellar a peatones, ciclistas o motociclistas, huye de la escena e intenta ocultar el delito cometido, un alto porcentaje de las víctimas fallece a consecuencia de las heridas recibidas.

En Puerto Rico, los registros indican que en el 2021 se registraron 24 muertes y 15 heridos de gravedad, mientras que el año pasado, a pesar de que hubo la misma cantidad de lesionados, se observaron 4 muertes menos.

En enero de este año 2023, hubo dos casos, uno de ellos durante la noche del 24 de enero en el expreso Román Baldorioty de Castro en Carolina, donde el motociclista Jesús R. García Molina de 51 años, fue impactado por un conductor que no guardó distancia y cuando se disponía a incorporarse para salir de la carretera otro vehículo lo golpeó y arrastró por el pavimento sin detenerse. La madrugada del mismo día, en la carretera PR-2 en Aguadilla, otro peatón que caminaba cruzando los carriles en un área carente de alumbrado fue atropellado por un conductor que tampoco lo socorrió.

Mientras que este fin de semana, la Policía informó de dos casos adicionales.

En la noche del sábado, agentes adscritos a la División de Patrullas de Carreteras de Caguas, investigaron un accidente de carácter fatal con peatón donde el conductor huyó de la escena en la carretera PR-172 en el barrio Certenejas, en Cidra. Allí el peatón Albert M. Pérez Mejías, de 39 años, quien era no vidente, fue impactado mortalmente por un auto y el conductor se marchó del lugar.

En la madrugada de ayer, Elvin Flores, de 26 años, iba en una motora y fue arrollado en la avenida Baldorioty de Castro, en jurisdicción de Carolina, por un conductor que abandonó la escena. Poco después, las autoridades dieron con el presunto responsable, gracias a las confidencias de un testigo. Flores, lamentablemente, falleció por las heridas recibidas.

“Un hit and run” se define como un accidente automovilístico en el que un conductor abandona intencionalmente la escena sin proporcionar información de contacto o detenerse para ayudar a la persona que resultó herida o que murió.

La política pública del director ejecutivo de la Comisión para la Seguridad en el Tránsito (CST), Luis Rodríguez Díaz, es la de crear una mayor concienciación al conductor a lo que es la seguridad vial y el peatón, enfocándose en sensibilizarlos para conocer las consecuencias de sus actos. Esta, a su juicio, es una medida más efectiva que la de aumentar las penas para que sean más severas.

La campaña “Ponte en sus zapatos”, será publicada a partir del 6 de marzo y destaca la importancia de compartir las carreteras con los peatones y los ciclistas, mientras que se complementan con otras en vigencia. Estas estrategias se complementan con el apoyo del Negociado de la Policía de Puerto Rico (NPPR) porque se asignan fondos para que apliquen la ley mediante las intervenciones para prevenir estos accidentes.

Usualmente, cuando las víctimas son peatones la negligencia es de ellos, porque estaban cruzando fuera del cruce, en zonas no designadas o con pobre iluminación, en muchos casos se observan a las víctimas a pocos pies del puente peatonal.

“La mayoría de los ‘hit & run’ están relacionados con choques con peatones y luego se dan a la huida porque, probablemente, el conductor estaba en estado de embriaguez o no tenía todos sus documentos al día... hay personas que creen que falleció al instante, no están preparados emocionalmente para enfrentar ese proceso y optan por dejar al peatón en la carretera y huir de la escena”, puntualizó Rodríguez Díaz, al agregar que “la persona sale mejor si se mantiene en la escena y es responsable”.

Lo primero que tiene que hacer un conductor que esté involucrado en un incidente de esta índole, bien sea si impacta a otro vehículo o a un peatón, es detenerse y llamar al sistema de emergencias 9-1-1, ya que es preferible que se mantenga en la escena y asuma las consecuencias de sus actos al momento de ser juzgado.

En el caso de un sobreviviente, aun cuando la persona diga que se siente bien, es mandatorio notificar a las autoridades, ya que se requiere que sea sometido a una evaluación médica.

“Por lo que establece la ley, una persona que hace un ‘hit & run’ se podría exponer desde 8 a 15 años de cárcel y pasa ese choque a ser investigado (además de por la División de Patrullas de Carreteras) por el Cuerpo de Investigaciones Criminales y hay unos elementos que pueden ser agravantes, como por ejemplo si la persona no tenía la licencia de conducir al día, si la persona está conduciendo en estado de embriaguez, si no tenía el marbete al día, que muchas veces cuando las personas optan por el ‘hit & run’ es porque algo no está en orden”, abundó el funcionario, que se reafirmó en que las penalidades actuales son bastante razonables.

Recordó que los peatones tampoco deben ingerir bebidas embriagantes porque se tornan inhabilitados para tomar decisiones y reaccionar de manera correcta en la vía pública, como, por ejemplo, en qué momento cruzar la carretera aun cuando el semáforo favorezca su paso.

De acuerdo con su experiencia, no considera que se esté normalizando la modalidad del “hit & run”.

Más educación

La presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, la Dra. Migna Rivera García, coincidió con el funcionario en que hacen falta más campañas educativas desde la etapa de formación del ser humano y de prevención para crear una mayor conciencia entre la ciudadanía, ya que es un asunto de convivencia para crear un mejor país.

Estos mensajes al público deben incluir aspectos como la peligrosidad, la severidad de las penas, las consecuencias de sus actos y al tema de la responsabilidad personal, la integridad y valores morales.

Las organizaciones sociales tienen un rol de suma importancia, como lo son las aulas, las familias y la iglesia, entre otras, por lo que es imperativo que comiencen a discutir estos temas, para educar sobre el comportamiento social adecuado y en las universidades en los cursos de ética y conducta profesional también deben incorporarlo, porque estas situaciones ocurren sin importar la clase social o el grado de educación. Incluso ha habido casos en los que vuelven a reparar los vehículos y manipulan la evidencia.

En Puerto Rico no existen estudios o investigadores sobre si esta conducta se está normalizando porque se ha perdido el respeto por la vida, por lo que también se hace necesario este tipo de análisis de la situación que ocurre por diversas razones, una es para evadir la responsabilidad o elaborar un plan posterior de cómo lo va a enfrentar y la otra porque la persona está intoxicada por el uso de alcohol o sustancias ilícitas.

“En general, sobre si se ha normalizado, no tenemos mucha información. Lo que sí te puedo decir es que en los modelos públicos, las personas que son nuestros referentes... en la medida en la que nosotros estamos mirando diversos estímulos, como por ejemplo, la violencia que me genera ver una novela, una película, donde hay violencia donde se mata a una persona, donde se le da un cantazo a una persona y sigue corriendo el carro, todos esos estímulos nosotros los absorbemos y esa parte de, si se está normalizando, probablemente pudiera ser que responda en cierta medida a eso”, sostuvo en su análisis la doctora, quien incluyó también la influencia de las redes sociales.

Otros incidentes que podrían tener un efecto a largo plazo son casos protagonizados por personas de prominencia, que actúan con impunidad al violar la Ley de Vehículos y Tránsito, al igual que situaciones en las que los casos no prevalecen en el sistema judicial.

Los factores internos también influyen en nuestra conducta, como es el temperamento.

“El elemento de temeridad pudiera relacionarse con personas con comportamientos agresivos, que retan la autoridad, como por ejemplo: yo tengo que pararme en una luz roja y yo me la como... así que esos comportamientos de personas que en algunos momentos se creen que bebo tantas cervezas y creo que puedo correr más que el mundo... lo que dice la literatura es que son comportamientos antisociales... están relacionados a hombres, particularmente, pero en Puerto Rico hemos visto casos de mujeres, así que no tenemos datos para poderlo contextualizar”, subrayó.