Mayagüez.-  En medio de escenas desgarradoras de familiares, amigos y compañeros de la Uniformada, fue sepultado ayer el teniente Abimael Castro Berrocales, asesinado el primer día del 2012 mientras expedía un boleto por velocidad a un conductor que manejaba a exceso de velocidad por la PR-100, en Cabo Rojo.

La plana mayor de la Policía, encabezada por el superintendente Emilio Díaz Colón, el coronel Leovigildo Vázquez, el director de la División de Tránsito, Miguel Rosado, y el jefe de la región de Mayagüez, Francisco Carbo, dijeron presente en las honras fúnebres.

Era la forma de mostrar solidaridad con su compañero, el primer policía muerto en el cumplimiento del deber en 2012. Castro Berrocales, de 40 años, recibió dos impactos de bala en el rostro y la cabeza, que le causaron la muerte.

Todavía no se ha acusado a nadie por su asesinato, que sigue bajo investigación.

Antes de ser sepultado en el cementerio Vivaldi, en Mayagüez, el cadáver de Castro Berrocales fue trasladado desde la Funeraria Martell a la División de Tránsito, donde se llevó a cabo un acto ecuménico y una guardia de honor por parte de sus compañeros de trabajo, en la que participaron el jefe del Negociado de Tránsito, coronel Miguel Rosado, y el reverendo Wilfredo Rosado, de la Iglesia pentecostal del barrio Ovejas, en Añasco, a la que asistía el policía, ascendido a teniente II póstumamente.

Evelyn Muñiz, viuda de Castro Berrocales, se dirigió a centenares de presentes para agradecerles las muestras de solidaridad y desautorizar las expresiones de algunos familiares contra el Superintendente y abogando por la pena de muerte para el asesino de su esposo.

“Si algún familiar cercano a mi esposo ha hecho algún comentario pidiendo la pena de muerte, no ha salido de mí, ni de los padres de mi esposo, ni de mis hermanos, ni mis papás’’, dijo la viuda tras asegurar que, a pesar del dolor que los recorre, no quiere comentarios que puedan afectar el esclarecimiento del asesinato de su esposo.

“Yo quiero que la persona pague, no quiero hablar de penas de muerte. Que se haga justicia, y sé que habrá justicia en el Cielo y aquí’’, dijo la viuda tras darles las gracias a Díaz Colón y al gobernador Luis Fortuño por el apoyo que le han dado.

Muñiz expresó que estaba listo para tomar el examen de ascenso a teniente segundo y que “es bien doloroso saber que ustedes ahora me lo ascendieron a teniente’’.

“Por favor, dejen de hacer comentarios para que no se dañe el caso y si todos están conmigo, es lo único que necesito: que todos estos policías que están aquí se encarguen de que se haga justicia’’, añadió.

Díaz Colón le prometió a la viuda de Castro Berrocales que el caso será esclarecido y le aseguró que nunca, ni él ni la Policía, la abandonarán.

“La Policía de Puerto Rico va a seguir trabajando incansablemente hasta que demos con este criminal, que le quitó la vida al teniente Castro. A todo el personal que tengamos que movilizar lo vamos a hacer, sin titubeos de ninguna clase, sin peros de ninguna clase, de día y de noche, porque quiero que esta persona pague ante la justicia’’, sentenció Díaz Colón.

Una escuadra de la Unidad de Operaciones Tácticas que dirige el teniente Heriberto Class entregó las banderas de Puerto Rico y Estados Unidos a la viuda de Castro Berrocales.

Luego, se hicieron los 21 disparos de salva y el toque de queda, protocolo que se lleva a cabo cuando un miembro de la Policía muere en el cumplimiento del deber. Esto provocó que la viuda se desplomara y fuera socorrida, en medio de un mar de llanto y gritos.

Castro Berrocales es el segundo oficial de la Division de Tránsito que es asesinado en la región oeste en las pasadas dos décadas.

El coronel Rosado lo describió como un excelente agente y supervisor.

Admitió que, de las 400 patrullas que hay en todo Puerto Rico, unas 100 tenían asignadas cámaras de seguridad, pero apenas 20 están funcionando.

“Esa patrulla que tenía Abimael no funcionaba la cámara, es una patrulla nueva y se le puso la cámara de otra vieja’’, confirmó Rosado.