Pulseo de abogados y fiscales en testimonio de psiquiatra que evaluó a Guarionex
EL juicio continua hoy a las 2:00 de la tarde.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Ponce. El jurado quería seguir, pero se acabó el tiempo.
Luego de una jornada de nueve horas que culminó al filo de la medianoche de ayer, el juicio contra Guarionex Candelario Rivera, que se ventila en la sala 505 del Tribunal de Ponce, recesó hasta hoy, jueves, a las 2:00 de la tarde.
El ex agente está imputado de matar a tiros al comandante Frank Román Rodríguez, a la teniente Luz M. Soto Segarra y a la agente Rosario Hernández de Hoyos, el 28 de diciembre de 2015 en una oficina del sexto piso de la Comandancia de Ponce.
Lo que se anticipaba fuera un duelo de peritos en el marco de una defensa de insanidad mental planteada por los abogados de Candelario Rivera, fue más bien un toma y dame entre fiscales y defensores. Luego de haber comenzado con una hora de retraso a las 4:00 p.m., múltiples objeciones de parte y parte prolongaron los trabajos hasta las 11:40 p.m.
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Durante este periodo, se efectuó el examen directo, el contrainterrogatorio, el redirecto y el recontrainterrogatorio al psiquiatra Víctor Santiago Noa, perito de la defensa. El directo del psiquiatra Raúl López Menéndez inició a las 10:41 p.m. y como no finalizó se retomará hoy.
Los licenciados Donald Milán y Armando Pietri sentaron a declarar a Santiago Noa, quien aseguró que al momento de los crímenes Candelario Rivera era un hombre depresivo, con rasgos psicóticos y problemático en su entorno laboral. Señaló que tomaba Prozac (fluoxetina) y Klonopin (clonazepan), ambos de la familia de las benzodiazepinas, y cuatro medicamentos para el corazón.
Citando artículos que consiguió en búsquedas en Internet, algunos que no tenían autor definido, el perito de la defensa dijo que la benzodiazepina desinhibe, provoca pérdida de memoria y “en algunas personas causa violencia y descontrol”. Su conclusión fue que el uso prolongado (cinco años) de ese medicamento le hizo mucho daño a Candelario Rivera, al punto de que aumentó su peligrosidad y lo convirtió en “una bomba de tiempo”.
¿Cuál era la peligrosidad de Guarionex el día de los asesinatos?, preguntó Milán.
“Yo entiendo que alta… porque estaba bajo los medicamentos cuyos efectos hemos descrito y según él narra se sentía amenazado”, afirmó Santiago Noa.
El perito hizo referencia a una declaración del coronel Héctor Agosto, comandante del área de Ponce, de que el día de los crímenes vio a Candelario Rivera con ojos rojos y extremadamente calmado. Eso, afirmó Santiago Noa, sugiere que estaba bajo los efectos de benzodiazepina.
El psiquiatra fue contratado por la esposa del acusado, Confesora Matos, para evaluarlo y rendir un informe. Para ello, lo entrevistó seis veces en la cárcel.
El testigo dijo que Candelario Rivera hizo un relato excesivamente detallado de los sucesos acaecidos dentro de la oficina de la teniente Soto, lo que no es normal, y que incluyó elementos falsos como que policías le dispararon a través de unos barrenos que le hicieron a la puerta. En esa narración, afirmó haberle disparado a Román y a Soto, luego de una discusión y de que sintiera miedo.
Santiago Noa puntualizó, además, que el acusado estuvo 10 años desarmado y que la Policía lo rearmó en enero de 2015. “Yo entiendo que al ser armado, ya era cuestión de tiempo que surgiera un incidente de violencia tomando en cuenta el historial suyo”, mencionó.
Por su parte, el fiscal Idelfonso Torres dirigió un contrainterrogatorio enfocado en tratar de cuestionar las credenciales del perito de la defensa, invalidar la credibilidad de los artículos sobre benzodiazepina que usó para su informe, e impugnarlo.
Torres insistió en que Santiago Noa explicara cuánto peso y validez le dio a los informes de una decena de psiquiatras que evaluaron a Candelario Rivera en la cárcel, incluyendo el de la psiquiatra del Estado, Yamilka Rolón, que se usó para demostrar la procesabilidad del acusado en una etapa judicial anterior. Varios de ellos concluyeron que el imputado no requería tratamiento mental, uno dijo que tenía pobre control de impulsos y ninguno le diagnosticó psicosis.
¿Más de 10 médicos evaluaron a Guarionex y el único que diagnostica psicosis es usted?, preguntó el fiscal.
“No sé si soy el único”, contestó Santiago Noa, quien dijo reiteradamente no recordar el contenido de los informes de sus colegas.
El informe de la doctora Rolón no se admitió como evidencia, por lo que hubo varios pulseos sobre cuánto de ese documento se podía verter en sala. La jueza Carmen Otero Ferreiras permitió que pasara al jurado una expresión que hizo el acusado en la cárcel el 26 de febrero.
“No puedo dar vuelta atrás a lo que pasó. Eran compañeros de trabajo, me da pena, pero la vida cambia en tres segundos. Tuve que defender mi vida, soy evangelista y no puedo mentir”, leyó el fiscal del expediente médico.
En ese momento, la defensa objetó porque la frase “tuve que defender mi vida, soy evangelista y no puedo mentir” no había sido autorizada por la jueza y esta instruyó al jurado a ignorarla.
Preguntado sobre esa declaración, Santiago Noa dijo que “esa nota es un pensamiento desorganizado y lo que llamamos asociaciones sueltas, y es un pensamiento psicótico”.
Entretanto, el Dr. José Raúl López Menéndez, perito del Estado, juramentó a las 10:41 p.m. y comenzó a explicar tres pruebas psiquiátricas que se le hicieron a Candelario Rivera.
Su testimonio está supuesto a concluir esta tarde.