Ponce. El psiquiatra Víctor Santiago Noa declaró hoy que para el 28 de diciembre de 2015 el exagente Guarionex Candelario Rivera, imputado de matar a tres policías, trataba su depresión con benzodiacepina, un medicamento que deteriora el autocontrol y provoca que se pierda el juicio.

Candelario Rivera está acusado de matar en esa fecha al comandante Frank Román Rodríguez, la teniente Luz M. Soto Segarra y la agente Rosario Hernández de Hoyos, en una oficina del sexto piso de la Comandancia de Ponce.

Santiago Noa hizo sus expresiones como perito de la defensa durante el juicio por jurado que se sigue contra Candelario Rivera en la sala 505 del Tribunal de Ponce, ante la jueza Carmen Otero Ferreiras.

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Los abogados Donald Milán Guindín y Armando Pietri lo trajeron a declarar en su intento por establecer una defensa de insanidad mental, que se refiere a la capacidad mental del imputado el día de los hechos.

Santiago Noa fue contratado por la esposa de Candelario Rivera, Confesora Matos, para que lo evaluara. Este dijo que lo entrevistó seis veces en la cárcel Las Cucharas, en Ponce, y que además de la esposa habló con un hijo, una prima y dos vecinos. También evaluó los expedientes médico y laboral del acusado.

El psiquiatra indicó que Candelario Rivera tomaba benzodiacepina desde el 2010 y afirmó que este “es un medicamento adictivo, que deprime, si hay una depresión puede agravarla, desinhibe como el alcohol, y en algunas personas causa violencia y descontrol”.

Entre los efectos secundarios al tomarlo mencionó que “se pierde el juicio, la memoria se opaca y el autocontrol se deteriora”.

Durante el testimonio ha habido varias objeciones del Ministerio Público, representado por los fiscales Sharleen Rosa de Jesús e Idelfonso Torres Rodríguez, por el testigo hacer referencia en sala a artículos que no incluyó en su informe de evaluación psiquiátrica.

El perito, que tiene 40 años de experiencia como psiquiatra, ha citado noticias y artículos sin autor, encontrado en búsquedas que hizo en Internet. 

Mientras, el perito del Estado, el psiquiatra Raúl López, escucha el testimonio y se prepara para su turno de refutación.