Perito forense confirma ADN en cuchillo corresponde a Manwe Uno
El hombre está acusado de asesinar a la joven Valerie Ann Almodóvar Ojeda.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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El perfil genético hallado en la empuñadura del cuchillo con el que infligieron 38 heridas a la sangermeña Valerie Ann Almodóvar Ojeda, corresponde al acusado Juan Luis Cornier Torres, alias Manwe Uno, quien enfrenta dos cargos por el crimen registrado el lunes, 17 de diciembre de 2018 en una residencia de la barriada Baldorioty en Ponce.
Así se desprende del testimonio de la seróloga forense, Ruth Cardona, durante la continuación del juicio contra Cornier Torres, celebrado hoy en la sala 606 del Centro Judicial de Ponce ante el juez Daniel R. López González, a donde también acudió la patóloga Rosa Mariam Rodríguez Castillo del Instituto de Ciencias Forenses (ICF).
Allí se presentó evidencia fotográfica relacionada a la autopsia de la joven de 23 años, que no se pudo defender de su victimario pues fue apuñalada en la parte posterior de ambos muslos y acto seguido cayó bocabajo, posiblemente en el piso o algún mueble, a donde el asesino continúo atacándola con el instrumento filoso hasta ocasionarle la muerte.
A preguntas de la fiscal Marjorie Gierbolini, la patóloga describió la forma en que recibió el cuerpo amortajado de la teatrera, localizado a orillas de la carretera PR-518 del barrio Garzas de Adjuntas, envuelto en bolsas plásticas.
Según Rodríguez Castillo, todavía la joven llevaba puesta la bandita color violeta que le dieron en el Museo de Arte de Ponce a donde asistió a un taller de máscaras el domingo antes del crimen.
“Recibimos un cuerpo que estaba envuelto en una funda plástica negra, con una cinta adhesiva transparente y cable en el cuerpo, un edredón, una vestimenta que corresponde a una camisilla deportiva de aparente color marrón, falda color vino, ropa interior color turquesa y unos tenis Converse. Era una mujer de tez blanca con estatura de 64 pulgadas y un peso 134 libras”, reveló la patóloga del ICF.
“(El cadáver) presentaba cambios de coloración en el cuerpo, que son cambios de descomposición temprana, en la cara, cuello y extremidades superiores. Tenía 38 heridas compatibles con heridas de arma blanca donde tiene un borde filoso, son limpias, tienen bordes definidos que cortan y penetran profundamente cuando se inflige la herida, detalló mientras validaba su testimonio con la evidencia fotográfica entregada por el ministerio público.
Asimismo, la patóloga destacó que todas las incisiones son compatibles con el mismo instrumento, que describió como una hoja filosa con mango de madera color turquesa y “estaba como redondeado” e infligidas en profundidades que varían entre media pulgada y tres pulgadas y media.
“Esas heridas, en esta localización, demuestran que la víctima está en un plano inferior, con poca actividad física, en el piso, en una cama o sofá. El victimario la atacó por la parte de atrás. (Las heridas) están equidistantes, al mismo nivel y es compatible con que está en una posición bocabajo y ella no se pudo mover, fue una detrás de la otra”, argumentó.
Aunque Valerie Ann recibió 38 puñaladas, según la patóloga, solo 36 apuntan a que la joven estaba con vida, agonizando, y cuando el victimario empuño las últimas dos heridas ya estaba muerta.
“Del costado izquierdo; esas heridas los bordes están rojos, que cuando las recibe estaba con vida, respirando o inconsciente… su actividad física estaba limitada, pero estaba con vida”, confesó mientras el padre de la occisa se mantuvo cabizbajo en todo el proceso, hasta que no pudo más y salió de sala.