Una mujer, de 54 años, enfrentaría cargos criminales por maltrato a animales, puesabandonó a 10 gatos en una casa ubicada en la calle Caribbean, de la urbanización Hill View, en Yauco, desde el 2020.

Según especificó a Primera Hora la sargento estatal Zulmarie Rodríguez Quiñones, directora de la Unidad de Ley 154 (Bienestar y Protección de Animales) de Ponce, quien dirigió el rescate, los gatos dormían en piscinas colmados de sus propias heces.

“(Los) 10 gatos estaban viviendo dentro de una piscina de excremento”, manifestó la policía.

Los gatos dormían en piscinas abarrotadas de su propia materia fecal.
Los gatos dormían en piscinas abarrotadas de su propia materia fecal. (Suministrada)

Las condiciones nefastas en que vivían estos animales provocaba un fuerte hedor que inundaba los alrededores, atrayendo así una gran cantidad de moscas por todo el área aledaña a la casa.

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La fémina alegó a la Policía que, desde los terremotos que en enero de 2020 afectaron la zona suroeste de Puerto Rico, ella abandonó la residencia y se mudó con sus padres, quienes vivien en Sabana Grande. Adujo, además, que “ocasionalmente” los alimentaba, pero no iba todos los días. Fueron los vecinos quienes dieron la voz de alerta a las autoridades.

“Era otra casa de terror”, dijo Rodríguez Quiñones.

La sargento confirmó que, cuando los agentes rescataron los gatos, no estaban desnutridos, a pear de estar viviendo de manera deplorable. Por otro lado, ninguno de los 10 gatos estaba vacunado.

El caso fue citado para el 17 de febrero. De ser encontrada culpable por maltrato por negligencia, la imputada sería acusada de un delito menos grave, lo que conllevaría una multa de hasta $5,000, hasta seis meses de cárcel o la combinación de ambas penas, acorde a la ley.

Al momento, los gatos están en la custodia de personal de Manejo de Emergencias de Yauco, quienes los cuidarán hasta la posible radicación de cargos en contra de la dueña.

En abril, un caso similar se reportó, también en Yauco, donde un hombre abarrotó su hogar de jaulas donde confinaba a gatos y perros sin prestarle la mínima atención necesaria. Por lo tanto, la residencia, que ubica en el barrio Collores, de Yauco, emitía peste por el estado de descuido de los animales, que estaban rodeados de su propia materia fecal, sin comida y sin agua, convirtiendo la residencia en lo que Rodríguez Quiñones describió como “la casa del terror”.