Dos investigadores forenses autenticaron hoy martes, las dramáticas fotografías tomadas en dos escenas a las cuatro víctimas de la matanza familiar ocurrida entre el 17 y 18 de noviembre de 2014, en Guaynabo.

Las imágenes fueron presentadas al jurado a través de un monitor proyectado en una pared durante el sexto día del juicio que se sigue en el Tribunal de Primera Instancia de Bayamón contra Christopher Sánchez Asencio, uno de los dos acusados por los hechos.

Antes de que comenzara el desfile de la prueba, la jueza superior Vivian Durieux Rodríguez pidió al público presente que no pudiera contener sus emociones que abandonara la sala para no influir en el ánimo del jurado que aquilata la prueba en el proceso judicial.

Relacionadas

“Debemos mantener la sobriedad, sobre todo en presencia del jurado. No se va a permitir ningún tipo de emoción que pueda afectar la imparcialidad del jurado”, sostuvo la magistrada.

Para ese momento, los familiares de las víctimas que se encontraban en la sala 704 ya habían abandonado el recinto, pues la fiscal Janet Parra Mercado les había adelantado que presentarían en el juicio las fotografías de los difuntos.

La primera que ocupó la silla de los testigos fue la investigadora del Instituto de Ciencias Forenses (ICF), Enid Feliciano González, quien autenticó las fotografías tomadas a los cuerpos de Miguel Ortiz Díaz, de 66 años; su esposa, Carmita Uceda Ciriaco, de 45 años, y la madre de ésta, Clementina Ciriaco López, de 73 años, ultimados en la residencia que la familia compartía en la urbanización Parque de los Frailes, en Guaynabo.

La testigo detalló que los cadáveres estaban en una de las salas (“family room”) de la vivienda de dos plantas. 

El cuerpo de Ortiz Díaz, quien era el casero del acusado, yacía amordazado con tape verde en la boca en un sillón y mostraba un impacto de bala en la parte frontal de la cabeza y una herida abierta en la nuca, describió la investigadora.

Uceda Ciriaco, quien estaba tendida en el piso, mostraba dos heridas de bala en la cabeza, y su madre, quien yacía en posición fetal, cerca de su hija, mostraba un disparo en la cabeza y otro en el pómulo derecho.

La jueza admitió también, con la objeción del abogado del acusado, Orlando Cameron Gordon, un proyectil y dos casquillos de bala calibre .45 que la investigadora dijo que levantó en la residencia de las víctimas.

“Ocupamos 13 aplicadores de algodón con manchas de aparente sangre, para análisis de ADN y un pantalón y un sweater con manchas que estaba en el lavamanos de un medio baño”, dijo la forense.

A preguntas de la fiscal, María del Mar Ortiz Rivera, Feliciano González, explicó que la investigación forense se dividió en dos zonas, la zona I, en la residencia en Los Frailes, y la zona II, en un sector en el barrio Guaraguao, donde otro grupo de investigadores del ICF encontró posteriormente, el cadáver del adolescente, Michael Ortiz Uceda, hijo mayor del matrimonio ultimado.

Mientras se proyectaban las imágenes en la pared del tribunal, el acusado, sentado al lado del abogado, lucía sin expresión en su rostro.

A Sánchez Asencio se le acusa de actuar en concierto y común acuerdo con José Luis Bosch Mulero, quien encara juicio por separado. De acuerdo con la pesquisa de las autoridades, luego de cometer el triple crimen, los acusados secuestraron a los dos hijos adolescentes de la pareja y en un trayecto por un sector rural de Guaynabo asesinaron a Ortiz Uceda, de 15 años, y agredieron brutalmente a su hermano de 13 años, a quien arrojaron por un puente y milagrosamente sobrevivió.

En su turno de preguntas, el abogado Cameron Gordon trató de sembrar dudas sobre la cadena de custodia del proyectil recuperado en la escena del crimen, pero la investigadora declaró que fue el mismo que ella levantó de la escena.

El letrado trató de arrojar dudas sobre la pulcritud de la escena al interrogar a la testigo sobre las personas que habían logrado entrar a la residencia, antes de que el ICF se hiciera cargo de la misma.

Feliciano González dijo que los policías que habían entrado a la residencia le habían dicho que no habían pisado “las manchas ni habían tocado nada”. La investigadora indicó que no tomaron huellas dactilares en la escena y que ella tomó muestras para ADN en dos latas de cerveza, pero sostuvo que no fueron analizadas en el ICF. 

¿Qué indicios había en esa escena de que había sido alterada?, le preguntó la fiscal Parra Mercado a la testigo

“Ninguna”, le indicó la investigadora. “El agente Daniel Pagán me había dicho que había un menor indicando que había sido sacado de la residencia con su hermano, al cual habían asesinado al igual que a sus padres y su abuela”, sostuvo Feliciano González.

“Ya se me había brindado información de que el menor había identificado al señor Christopher Sánchez Asencio de que se había llevado a él y a su hermano de su residencia”, sostuvo la investigadora forense.

En la tarde, otro investigador del ICF, Waldiman Reyes Martínez, declaró que pasadas las 8:30 de la mañana se dirigió con otros técnicos forenses al sector Guaraguao en el área del puente que divide las carreteras PR-174 y PR-833 y en un área boscosa, en un camino en cemento de una cantera que no está en funciones, encontraron el cuerpo sin vida del jovencito Michael Ortiz Uceda de 15 años.

“El occiso estaba tirado al lado del camino. Era un joven de 15 años de 5’6’ de estatura y aproximadamente 120 libras de peso. Vestía camiseta negra y pantalón deportivo gris y rojo. Estaba boca arriba. Presentaba una herida de bala en la parte posterior de la cabeza”, declaró el testigo. Añadió que debajo del cadáver recuperaron una bala calibre.40 sin disparar, el cual también fue admitido en evidencia.

También, se marcaron como parte de la prueba las fotos del joven occiso tirado en el camino. El testigo enumeró que el adolescente no tenía zapatos, estaba en medias, de unas tablas cercanas se levantó la mancha de aparente sangre y en la parte posterior de la cabeza tenía masa expuesta.

El investigador mencionó también que en la baranda de metal del puente también levantaron manchas de aparente sangre.

Reyes Martínez dijo que en el área de la Ferretería Guaraguao ocuparon un par de medias multicolor, luego en dos contenedores de un restaurante de comida rápida en la Avenida Laurel, ocuparon una máquina de video digital rota y en la Comandancia de Bayamón ocuparon la ropa del acusado: un mahón con cadillos, un par de tenis y medias. “La ropa estaba manchada”, detalló el testigo.

La jueza despachó al jurado hasta el 2 de noviembre, cuando reanuda el juicio.