El mayor deseo de los familiares y amigos de Jeanette Vázquez, la joven que el martes se convirtió en víctima inocente del crimen, es que el pueblo de Puerto Rico conozca del mensaje de amor y alegría que la voluntaria se dedicó a llevar entre los suyos.

Para ello, han determinado también dejar a un lado cualquier sentimiento negativo que pudiera haber aflorado en ellos tras reportarse la tragedia en la que perdieron a quien han descrito como una joven ejemplar que vivía su mejor momento en cada aspecto de su vida, incluyendo su labor como voluntaria en la iglesia Casa de Bendición, donde se congregaba.

Ayer, fueron decenas las personas que se allegaron hasta la funeraria La Gloria, en Trujillo Alto, para dar el último adiós a la mujer de 24 años que fue asesinada de un disparo mientras se encontraba en la cancha del sector Tortugo, en Caimito, para ofrecer clínicas de voleibol a los jóvenes de la iglesia.

“Lo que quiere la familia es que el pueblo conozca el legado de ella de alegría y de unión”, apuntó Abiezer Díaz, pastor de la mencionada congregación y esposo de una prima hermana de Jeanette.

La familia no aceptó presencia de la prensa en el interior de la capilla hasta horas de la noche, cuando se celebró un acto religioso en el lugar.

“Su esposo está bien fortalecido. Expresa su sonrisa, no su enojo, sino su alegría de que sabe que ella está con el Señor y de que quiere que su legado se proclame”, dijo en referencia al esposo de Jeanette, Jafet Santiago.

Los progenitores y tres hermanas de Jeanette también se encuentran estables de ánimo.

Reciben ayuda

Díaz indicó que los miembros de la congregación que estaban presentes en la cancha al momento de los hechos están recibiendo ayuda experta por parte de personal del Departamento de la Familia y de otras hermanas iglesias que cuentan con este servicio.

Fueron cerca de 20 personas -entre ellos menores de 12 años- los que presenciaron el momento en que Jeanette cayó víctima de una balacera dirigida a otra persona que se encontraba en la cancha.

Aun con la herida, relató Díaz, la mayor preocupación de esta era que los niños -a quienes también impartía clases dominicales en la iglesia- estuvieran a salvo.

“Hasta el último minuto ella estaba preocupada más por otras personas que por ella misma”, abundó Díaz, cuya esposa fue quien transportó a la joven al hospital. La pareja era también padrinos de boda de Jeanette y Jafet.

A la comunidad donde se perpetró la tragedia y a la que acostumbran asistir, Díaz le envío un mensaje de amor y unidad. “En nuestra casa existe el perdón y estas cosas no nos van a detener en las cosas que Dios nos ha puesto en el corazón para alcanzarlos”, apuntó.