Un asesino de un agente encubierto se libró de una sentencia de muerte tras varias horas de deliberación que se extendieron desde temprano en la tarde hasta la noche de ayer.

Los miembros del jurado no pudieron llegar a una decisión unánime para la sentencia, emitida a las 8:48 p.m., luego que muchos pusieran en duda factores atenuantes y agravantes presentados por las partes, según se desprende del formulario del veredicto.

Por ejemplo, ninguno de los ocho hombres y cuatro mujeres que componían el panel que enjuició a Lashaun Casey encontró que el convicto de la muerte del agente encubierto Jesús Lizardi Espada había expresado arrepentimiento por el crimen. Cabe destacar, sin embargo, que siete de los miembros del jurado sí encontraron que Casey estuvo sujeto a un ambiente de violencia.

“Nadie ganó. Las dos familias (del victimario y de la víctima) perdieron a un ser querido. Es un día difícil” , dijo el abogado de defensa Christopher Adams.

La Fiscalía también recibió un revés por el jurado haber rechazado la teoría que Casey mató al agente para un fin pecuniario.

El historial

Lizardi Espada investigaba al sujeto por sus vínculos con una ganga de gatilleros de la zona este del país.

Pero antes que ambos tomaran un ferry para concretar una transacción de drogas, Casey lo asesinó con dos disparos en la cabeza en un estacionamiento de los muelles de Fajardo. El cuerpo fue encontrado días después en un barrio de Luquillo. El agente recibió de manera póstuma una Medalla de Honor por el entonces presidente George W. Bush.

Debate intenso

Ayer por la mañana las partes ofrecieron sus argumentos finales y, desde el inicio hasta el final de sus presentaciones, no dejaron espacio para dudar pedidos consecuentes a favor de la vida o muerte del convicto.

Por su parte, el fiscal federal Scott Anderson subrayó la necesidad de castigar a Casey por la muerte del policía asignado “al área más arriesgada y peligrosa del trabajo policial”. Levantó argumentos que giraron en torno al sufrimiento de los familiares del agente y la “falta de compasión” del acusado. Mencionó, además, una previa convicción del imputado que, cuando tenía 15 años de edad, cometió varios delitos graves, como secuestro y la violación de una joven.

Por otro parte, la defensa centró la mayoría de su discurso en las pocas oportunidades que tuvo Casey para recibir una buena educación, psicoterapia, entre otros servicios. Mencionó el rechazo que recibió de su progenitor y la falta de atención de su madre.

“¿Tenemos que matar? ¿A ustedes se les requiere matar a Casey? De eso se trata este juicio. La pregunta verdadera es cómo castigamos”, dijo Adams.

“¿Por qué la muerte debe ser la manera que debemos responder a esta terrible tragedia? La decisión que ustedes tomarán es una permanente”, añadió.

Pero el fiscal Anderson, que tuvo dos oportunidades para dirigirse al jurado por el Gobierno tener el peso de la prueba, durante su primer turno aparentó solemne.

“La decisión que ustedes van a tomar no es una fácil. Pero ustedes fueron escogidos de unos 500 candidatos porque entendíamos que ustedes podían tomar la mejor decisión”, dijo Anderson.

Durante su segundo turno, sin embargo, el funcionario lució mucho más combativo. “El Gobierno está solicitando un veredicto de muerte contra Lashaun Casey. No le devolverá la vida al agente Jesús Lizardi Espada, pero sí le hará justicia”, concluyó.

Bajo la sombra de Alexis 

El pasado 23 de marzo, durante el último caso de pena de muerte en el Tribunal Federal, el cerebro y uno de los matones de la Masacre de La Tómbola, Alexis Candelario Santana, fue sentenciado a cumplir una cadena perpetua. 

A Candelario Santana se le atribuye un total de 21 asesinatos, 12 de ellos cometidos antes del atentado contra el antiguo establecimiento de La Tómbola, que ocurrió el 17 de octubre de 2009. El saldo de este crimen fue de ocho muertos, la muerte de un feto de ocho meses de gestación y 20 heridos.