En los pasados cinco años,  la comunidad Navarro de Gurabo ha sido escenario de múltiples asesinatos. Las tres víctimas más recientes fallecieron la noche del miércoles cuando fueron atacadas a tiros por desconocidos mientras se encontraban en un área recreativa del lugar.

Hace justamente cinco años que el padre Pedro Ortiz llegó a vivir a la comunidad con la encomienda y el deseo de desarrollar un proyecto de inserción comunitaria. Han sido años buenos, de apoderamiento por parte de los residentes. Pero también ha habido momentos tristes, de frustración. Instancias en las que ha quedado evidenciada la desventaja social y económica de la comunidad ante la inacción del Estado, que parece ignorarlo a ellos y a otras tantas comunidades especiales.

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“Obviamente, la comunidad está en un dolor muy profundo porque es un dolor que representa el dolor  que viven todas las comunidades más pobres en Puerto Rico que no están siendo atendidas por el sistema”, lamentó el religioso, que ha tenido que despedir a unos ocho jóvenes del área que han sido asesinados.

Al momento de la tragedia del miércoles, relató, se encontraba ofreciendo la misa cuando escucharon las detonaciones. De inmediato, sabían que algo había ocurrido.  “Sucedió lo que pensábamos”, dijo el sacerdote.

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Ortiz conocía a todas las víctimas, tres de ellas fatales. “La familia que más conocía era la de Jayson, que está más ligada a la iglesia. Pero los conocemos a todos porque participan de las actividades que hacemos. En el camino vivimos grandes contradicciones”, sostuvo en referencia a Jayson de Jesús, de 27 años.

Ortiz, quien se reunió informalmente con el superintendente de la Policía, José Caldero, para hablar sobre lo sucedido, reclamó acción del Gobierno para su comunidad y otras más que  están pasando por situaciones similares. El rol ausente del Estado tiene consecuencias, planteó. 

“Tenemos mucha preocupación porque sabemos que estas situaciones en Puerto Rico y en nuestra comunidad no se resuelven con presencia policiaca, se resuelven con respeto a la gente, con responsabilidad y tratando de atender las situaciones y necesidades más urgentes de nuestra población”, planteó.

“La criminalidad en Puerto Rico no ha bajado como expresa el señor gobernador y esto nos tiene que preocupar. Él (Caldero) nos expresó que están interesados en seguir atendiendo la comunidad, pero yo un poco lo que pido es que el tipo de ayuda sea una humanitaria, de acompañamiento y que el propio Gobierno atienda los servicios básicos de salud, empleo, bienestar social y educación”, insistió.

“Nosotros estamos asumiendo y haciendo nuestro trabajo con la comunidad y la comunidad está respondiendo. Pero necesitamos el apoyo de las distintas agencias municipales y estatales”, destacó el religioso.

Contó que el área de la tragedia es usualmente donde la iglesia celebra, cada 24 de diciembre, la Misa de Gallo televisada. “Esa calle concentra lo que es la debilidad de la muerte y la violencia con la esperanza, la fortaleza y el trabajo que tenemos que seguir haciendo por nuestra comunidad. Es muy angustiante escuchar los gritos y pesares y sentir con estas familias el dolor que están viviendo. Pero entendemos que desde el dolor  podemos sacar vida y lo vamos a lograr en nuestra comunidad”, sostuvo.

Ayer, recordó,  pasó por el área nuevamente y se detuvo a observar un árbol con las ramas caídas. Para él fue un símbolo. “Pensé en cómo caen nuestros jóvenes, cómo la sangre de nuestros jóvenes está marcando nuestras calles. Nuestros jóvenes son árboles pero tenemos  que darles cuidado y atenderlos debidamente para que se levanten y así lo vamos a lograr en el nombre de Dios”, puntualizó.

Al pueblo, su mensaje es que no dejen de pensar y orar por ellos y por cada comunidad desventajada.

Entre marzo de 2014 y junio de 2015  han asesinado a seis hombres en la comunidad Navarro. Las víctimas más recientes  fueron   Ramón Enriques Hernández, Juan C. Vega y  Jayson de Jesús.

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