Jay O’Neill García intentó culpar a un amigo por asesinato de Rosimar Rodríguez
El agente a cargo del caso también indicó que después del crimen el imputado viajó y regresó de Estados Unidos con la expareja de Rosimar Rodríguez Gómez.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Jay O’Neill González intentó convencer a la Policía de que un amigo suyo fue quien asesinó a Rosimar Rodríguez Gómez con una versión que luego fue descartada por los investigadores por evidencias que ubican a esa persona en otro lugar al momento de los hechos.
Así lo reveló hoy el agente Jesús Alicea Ortiz, al declarar como el primer testigo de la vista preliminar hoy, cuando también expuso que después del crimen O’Neill González viajó a Nueva York y luego regresó de Boston a Puerto Rico en vuelos en los que también estaba la expareja de la víctima, Jolenis Soto Adorno.
“(O’Neill González) dijo que viajó solo”, dijo Alicea Ortiz.
Cuando la fiscal Gretchen Pérez Catinchi le preguntó qué halló en su investigación, el agente contestó que el imputado “viajó los dos días con Jolenis”.
La fiscalía intentó interrogar a Soto Adorno, pero se negó, acogiéndose a su derecho constitucional a no autoincriminarse. Su abogado alegó que temía por su seguridad.
Durante la vista, Rosa Gómez Ortiz, madre de la víctima no pudo contener el llanto en varias ocasiones e incluso tuvo que salir de sala cuando narraban la versión del imputado de cómo llevaron a su hija al lugar donde fue asesinada.
“Solo queremos que se haga justicia”, expresó Gómez Ortiz, afuera de sala.
Según la declaración del agente, O’Neill González llegó a Puerto Rico dos días después de haber manifestado a través de su abogado, Manuel Morales Shmidt, que deseaba “entregarse” tras haber participado del secuestro de Rodríguez Gómez.
El oficial señaló que, acompañado de su abogado, O’Neill llegó a la Comandancia de Bayamón el 27 de septiembre, aceptando someterse a un interrogatorio.
En su declaración, O’Neill González dijo el lugar donde estaba el cuerpo y llevó a los agentes hasta el paraje solitario de la carretera PR-165 en Dorado donde los restos de Rodríguez Gómez fueron hallados en estado de descomposición.
También acompañó a los investigadores para mostrar la ruta que siguieron desde la casa de Rodríguez Gómez hasta Dorado.
Ese mismo día, según el agente, el imputado dijo a la Policía que sí había estado enamorado y “obsesionado” con Soto Adorno, pero que la había visto compartir con Rodríguez Gómez en el residencial Villa Esperanza.
Le narró a la Policía que el 17 de septiembre supuestamente “encontró” en la cancha de baloncesto del residencial un teléfono celular que resultó ser de Soto Adorno. Añadió que después de contárselo su amigo, Xadiel Cabranes Mojica, este le mostró un arma de fuego y le preguntó si se atrevía hacerle pasar un “susto” a Rodríguez Gómez.
O’Neill González declaró a la Policía después de buscar a Cabranes Mojica, secuestraron a Rodríguez Gómez esa noche y que fue Cabranes Mojica quien gritó y amenazó a Rodríguez Gómez dentro del auto, y que al llegar a Dorado fue quien la bajó del vehículo y le disparó.
El agente Alicea Ortiz dijo que, tras recibir esa información, procedieron a arrestar a Cabranes Mojica, quien se mantuvo en la versión que ya le había ofrecido a las autoridades.
Cabranes Mojica dijo que en la tarde y noche de los hechos había estado con su novia, que visitó a su madre, que fue a comprar comida en un restaurante en Bayamón y que luego regresó a su residencia en ese municipio para llevarle alimentos a un joven que vivía con él en esa casa.
De acuerdo con el agente, pudieron corroborar la versión de Cabranes Mojica a través de recibos de transacciones electrónicas, vídeos de cámaras de seguridad y declaraciones juradas de las otras personas que estuvieron con él esa noche.
La fiscalía intentó plantear que por la ubicación geográfica del teléfono celular de O’Neill García no estuvo en el área de la residencia de Cabranes Mojica a la hora que dijo haberlo recogido, pero la jueza no lo permitió, porque no contaban con los documentos necesarios.
“¿Dónde estaba Xadiel a la hora que estaban matando a Rosimar?”, preguntó la fiscal, a lo que el agente contestó “en Lomas Verdes (Bayamón)”.
En cambio, el agente narró que Cabranes Mojica declaró a la Policía que O’Neill García y Soto Adorno sí habían sido pareja y que la última vez que los vio compartir fue a principios de septiembre en Guajataca.
También dijo que el 13 de septiembre supuestamente el imputado le confesó a Cabranes Mojica que había asesinado a una persona de nombre Sebastián.
“Xadiel manifestó que se sintió intimidado” por la alegada confesión, dijo el agente.
A preguntas de la fiscal Gretchen Pérez Catinchi, el agente agregó que el imputado lo llamó el 16 de septiembre para contarle que había encontrado unos vídeos de índole sexual de su pareja.
“Jay estaba lloroso y molesto”, dijo el agente, según la confesión de Cabranes Mojica. “Estaba molesto porque ella le había faltado a su confianza”.
Supuestamente Cabranes Mojica le pidió que se calmara, pero después O’Neill González le contestó por texto que estaba “tratando, pero que tenía la mente a millón”.
De acuerdo con el agente, Cabranes Mojica estaba frente a su residencia al día siguiente, en la noche del 17 de octubre, cuando llegó O’Neill González y, sin decirle nada, bajó le mostró “en forma de burla” una de sus manos cerrada, y levantó solo el dedo meñique y el anular.
Alicea Ortiz indicó que Cabranes Mojica vio más tarde en las redes sociales la foto de Rodríguez Gómez y de Soto, indicando que estaban desaparecidas.
Intentó comunicarse con Soto, con quien había sido amigo mucho antes, pero que ella no le contestó de inmediato. Luego intercambiaron textos hasta el día 21 de septiembre. La jueza Sylvia Díaz Solla no permitió que se usara como referencia esa conversación, pues Soto no es testigo, ya que declinó declarar.
Según el agente, ese momento Cabranes Mojica manifestó a su pareja que pensaba que O’Neill González era el responsable de lo sucedido.
Esa noche del 17 de septiembre, entre las 9:10 y 9:12 de la noche, Zaida Martínez Rodríguez, prima de la víctima, vio cómo alguien la secuestró desde el frente de la residencia, según la querella que rindió y que ratificó al ser interrogada.
Alicea Ortiz dijo que su versión plantea que Rodríguez Gómez había llegado a la casa “nerviosa, pálida y asustada”.
Rodríguez Gómez le indicó que estaba intercambiando textos con Soto, pero que no le contestaba las llamadas, porque supuestamente le pasaba algo y que necesitaban encontrarse. Entonces, le pidió que le enviara la ubicación por GPS de la casa y que bajara de la residencia.
“Resulta que dentro de esa conversación, Zaida indica que Rosimar estaba desesperada, vociferando que ‘a Jolenis le pasaba algo’”,
Su prima le pidió que no saliera, porque probablemente llegaría acompañada, ya que “ella no tiene vehículo”, dijo el agente, pero Rodríguez Gómez no le contestó y salió, sentándose en un muro frente a la residencia.
Según el agente, la prima Martínez Rodríguez vio cuando llegó a toda prisa una guagua Suzuki SX4 de cuatro puertas, estacionarse repentinamente frente a su prima y de ahí se bajó un joven “trigueño bajito, flaco, que se le acerca”.
En ese momento, Martínez Rodríguez oye cuando ese joven le grita a su prima “quién cará[...] eres, móntate”, y que la empujó por la espalda para que entrara al auto por la puerta trasera izquierda.
Alicea Ortiz destacó que la testigo entonces vio al joven caminar alrededor del auto, mirar hacia la casa y montarse en el asiento del pasajero frontal, antes de marcharse.
Cuando el agente indicó que, acto seguido, Martínez Rodríguez le informó a sus padres lo que había visto, la madre de Rosimar no pudo contener las lágrimas en la sala del tribunal. Estaba acompañada de su hermana, Marangely Ortiz.
El tío de Rosimar llegó a salir en su auto para tratar de encontrarla, pero regresó sin lograrlo y llamaron al 9-1-1.
En el contrainterrigatorio, el abogado intentó sembrar dudas sobre la versión de Cabranes Mojica con preguntas sobre si este tenía interés sentimental por Soto Adorno, lo que el agente contestó en la negativa. También comenzó a cuestionar la visibilidad que pudo haber tenido Martínez Rodríguez al momento del secuestro y la descripción del sospechoso.
Contra González Mercado, de 20 años, pesan cinco cargos: uno por asesinato en primer grado, un cargo por secuestro, dos cargos por violación a la Ley de Armas y un cargo por brindar información falsa a las autoridades.