Hubo 10 sospechosos por el asesinato de Georgina Ortiz
Documentos del ICF reflejan que la mucama y otras nueve personas estaban bajo la mirilla de las autoridades.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Al menos, unas 10 personas fueron consideradas como sospechosas de asesinar a Georgina Ortiz Ortiz, además de la actual acusada, la mucama Aida de los Santos Pineda, según se desprende de los documentos del Instituto de Ciencias Forenses (ICF).
Sin embargo, el ex juez del Tribunal Supremo Carlos Irizarry Yunqué, esposo de la víctima, nunca fue identificado como sospechoso o por lo menos nunca figuró como tal en esos mismos documentos. Aun así, el 3 de septiembre de 2010, casi tres semanas después del crimen, se le tomó una muestra bucal para comparar su ADN con la evidencia recopilada en su casa en el condominio Laguna Terrace, donde el 17 de agosto de 2010 alguien asesinó a la mujer de 72 años.
El resultado oficial de esas pruebas comparativas no había trascendido hasta ayer, el cuarto día del juicio contra De los Santos.
Entre los sospechosos a quienes también se les tomó muestras de cabello y bucales estaba Ronaldo Pichardo García. Nunca se especificó en sala su identidad ni su relación con la mucama, aunque cabe recordar que uno de los nombres que usaba la acusada era Carmen Pichardo, según el pliego acusatorio.
Un familiar de su nuera, de apellido Merced, estuvo también bajo la mirilla de las autoridades y se le tomaron muestras de ADN.
Pero ni el guardia de seguridad del edificio ni el administrador, quienes llegaron a la escena antes que la Policía, tuvieron que dar muestras, como tampoco otras 17 personas de una lista que leyó uno de los abogados. En la vista preliminar trascendió que el fatídico día había trabajadores en el edificio, sellando techos y haciendo trabajos de pintura.
Mientras, en un giro inesperado, el hijo de la víctima, José Palau, no fue sentado en el banquillo por la fiscal Elba Acevedo, pero la defensa sí anunció que lo usará como testigo.
Por otra parte, David Betancourt, investigador forense del ICF, reconoció que no revisó todo el apartamento en busca de huellas, que no tomó fotografías ni dejó por escrito un informe detallado de los lugares exactos que sí revisó y que solo usó un grafito negro para detectar huellas, a pesar de que existen químicos de otros colores para poder crear contrastes y revisar mejor las superficies oscuras.
El investigador expresó que había lugares donde eran evidentes las manchas de sangre, pero por tratarse de áreas porosas, no usó el químico, ya que no funciona para detectar las huellas. Por el contrario, se limitó a poner el grafito en áreas lisas, pero las nombró de manera general, como las puertas, los pasamanos, el lavamanos y el counter de la cocina.
Por tratarse de manchas “rodadas”, no pudo establecer si era una marca dejada por una persona con guantes.
Betancourt dijo que en el área de la lavadora había manchas de sangre, pero no pudo confirmar si había huellas porque “había restos de humedad” y el químico no reacciona.
Más increíble aún, salió a relucir que, a pesar de que varias personas entraron al apartamento antes de que llegara la Policía, no se encontraron huellas de ninguna de ellas, ni siquiera en los muebles.
En horas de la mañana testificó el primer agente de la Policía que llegó al apartamento del ex juez y describió lo que se encontró como “una escena desgarradora”.
Carlos Pérez, adscrito al cuartel de la calle Loíza, indicó que tan pronto entró al apartamento se dio cuenta de que la escena no parecía ser resultado de un suicidio y que parecía que estaba alterada.
Detalló que, cuando una persona se autoinflige una herida con arma blanca, esta no permanece en la mano de la víctima, como se veía en este caso. Dijo que la víctima también tenía una toalla doblada bajo la cara y eso tampoco era consistente con un suicidio.
Las chancletas al lado del cuerpo, la forma en que Georgina cayó al piso y la sangre que chorreaba por las piernas tampoco coincidían con un suicidio.
Y es que Pérez recibió una llamada del centro de mando que, a su vez, recibió un alerta del Sistema de Emergencias 9-1-1 en que la persona que hace la querella, que luego se identificó como el vecino Frank Funtanes, expresaba que había “un intento de suicidio”.
De esa manera, el policía, con unos ocho años de experiencia para la fecha del crimen, desmintió al vecino, quien el viernes pasado dijo en sala que llamó al 9-1-1 porque creía que había un asesinato.
El oficial relató que Irizarry Yunqué, “un viejito que estaba lloroso”, se notaba afectado y no quería separarse de su esposa. Pero, a preguntas de la defensa, reconoció que el ex juez se mantuvo sentado a unos cuatro pies de distancia del cuerpo de su esposa y no estaba manchado de sangre.
También, a preguntas de la defensa, el policía dijo que le preguntó al ex juez si había tocado a la víctima y este respondió que no y que nunca se acercó a verificar si estaba viva.