Las dos personas convictas de conspirar junto a Áurea Vázquez Rijos para asesinar al empresario canadiense Adam Anhang, quien era su esposo, fueron sentenciadas esta tarde a sendas penas de cadena perpetua por el juez federal Daniel Domínguez.

La hermana y el excuñado de Áurea, Marcia Vázquez Rijos y José Ferrer Sosa, enfrentan la perspectiva de pasar el resto de sus vidas en una prisión federal, a pesar de las objeciones de sus respectivas defensas, quienes plantearon que la evidencia que convenció al jurado de su culpabilidad no fue contundente y solicitaron penas carcelarias no mayores de diez años.

“Una sentencia de diez años es Disney World”, dijo Domínguez ante el argumento del abogado de Ferrer Sosa, Ovidio Zayas, de que la pena no debería exceder ese periodo dado que la principal evidencia de la participación de su cliente en la conspiración fue el testimonio “inconsistente” de Álex Pabón Colón, quien fue encontrado culpable por apuñalar a Anhang el 22 de septiembre de 2005 en una calle del Viejo San Juan.

“Este caso (de conspiración) incluye el agravante de la muerte de la víctima. No voy a imponer solo una multa a un sujeto que conspiró para matar a alguien”, dijo el magistrado, al tiempo que Zayas argumentaba que su intención era aclarar que Domínguez no se encontraba limitado a escoger entre una condena perpetua o pena de muerte.

Los representantes legales de Marcia y Ferrer Sosa han adelantado que apelarán la culpabilidad de sus respectivos clientes al Primer Circuito de Boston.

La defensa de Marcia Vázquez Rijos, en tanto, intentó convencer a Domínguez de que la prueba que se presentó a lo largo del juicio, y en particular una serie de correos electrónicos intercambiados con su hermana, no la sitúan como parte de la conspiración previo al asesinato del empresario.

“No puede conspirarse para matar a alguien que ya murió”, dijo por esa línea el abogado Artemio Rivera, quien también sostuvo que la corte no está obligada a condenar a la convicta a cadena perpetua.

Rivera mencionó que, entre otras condiciones de salud, Marcia padece de déficit de atención, problemas de aprendizaje, dificultades al escribir y que su coeficiente intelectual ha sido diagnosticado como “borderline”. Destacó que, en el periodo transcurrido tras el asesinato de Anhang, trabajó como dependiente en un supermercado, donde su labor fue reconocida por sus compañeros y supervisores.

“Si se portó bien por tanto tiempo, la corte no debería enviarla a prisión por demasiado tiempo”, dijo el letrado.

Rivera igualmente apuntó a que quien único ubicó a Marcia en la reunión en que se conspiró para matar al canadiense fue Pabón Colón. Ante ello, el fiscal José Ruiz recordó que “no era solo para matar a Anhang”, sino para recibir el dinero de la herencia, estimado en $8 millones.

Luego de dictar sentencia contra Marcia poco después del mediodía, Domínguez decretó un receso hasta las 3:00 p.m., cuando se procedería con la lectura de Ferrer Sosa.

Sin embargo, luego de que Zayas presentara sus objeciones sobre informe presentencia, Ferrer Sosa alegó que no había tenido la oportunidad de discutir el documento junto a su abogado, por lo que Domínguez, tras sostener que habían tenido “tiempo razonable” para prepararse, les concedió una hora adicional.

Al regreso del segundo receso, Rafael Ferrer, padre de Ferrer Sosa pidió un turno de alocución en el que resaltó que su hijo “nunca escapó” de Estados Unidos a lo largo del proceso judicial, a pesar de que antes del veredicto permaneció en libertad bajo fianza.

“José lo que ha hecho ha sido estudiar y trabajar. Ha ayudado a sus vecinos en su comunidad. Nunca escapó de Estados Unidos, como hicieron otros. Cedió su pasaporte y estuvo siempre disponible para los interrogatorios de las autoridades”, manifestó su progenitor.

Antes de imponer la sentencia de cadena perpetua, el juez recordó que Ferrer Sosa fue quien ayudó a Pabón Colón a identificar a Anhang, así como la persona que le informó de qué restaurante saldría la víctima en compañía de Áurea la noche del asesinato.

Más temprano en el día, Áurea también recibió una sentencia de cadena perpetua, no sin antes reiterar su inocencia en una alocución en la que acusó al padre de Anhang, Abraham, de ser el verdadero “delincuente” en este escenario, por promover un “asesinato de carácter” en su contra, y tildar el proceso judicial de “teatro”.