El jurado que liberó ayer a doña Aida de los Santos Pineda de una pesada carga que no le tocaba preservó el derecho a la presunción de inocencia y dejó claro, con su laudo de 12 a 0, que el Estado procesó a la persona equivocada y que la persona que mató a Georgina Ortiz Ortiz anda suelta.

A juicio de experimentados abogados y de una ex fiscal, la duda razonable en este caso era tan evidente que el veredicto no tomó por sorpresa a muchos. Incluso, uno de los entrevistados opinó que en la acusación de la empleada doméstica permeaba un elemento de discrimen.

“No tengo duda de que los fiscales se enamoraron de la teoría de que esta señora era culpable y que no le iba a importar a nadie porque se trataba de una sirvienta, de una dominicana negra con poca instrucción. Se pensaba que se iban a llenar de gloria y se llenaron las manos de excreta. Los fiscales no deben someter casos con ese tipo de prueba. No sólo los afecta a ellos sino al Departamento de Justicia que representan”, dijo el experimentado criminalista Luis F. Abreu Elías.

El letrado hizo énfasis en que la investigación del caso “era defectuosa” desde el comienzo. “A doña Aida le quitaron toda la ropa para enviarla a Forense y es legítimo que se haga, pero también tenía sangre la ropa del marido de la occisa (el ex juez Rafael Irizarry Yunqué). No se le tomó la muestra del swab (palito de algodón) en la piel”, dijo para agregar que al esposo de la víctima tampoco le tomaron fotos del cuerpo. “Exoneraron de inmediato al juez, esto sin implicar que él tuvo que ver, pero como medida investigativa tenían que hacerlo”, subrayó,

Cuestionó, además, que en el piso de la escena los investigadores no tomaron de inmediato huellas de las marcas de zapatos que estaban alrededor de la occisa.

Más que nada dijo que el Ministerio Público no estableció un motivo. “Quizá un sicópata mata por placer, pero una persona que lleva 30 años haciendo labores domésticas no mata a la gallina de los huevos de oro”, afirmó. Abreu Elías dijo, también, que le tomaron declaración jurada a doña Aida y al ex juez no. Tampoco recogieron los vídeos de las cámaras de seguridad de edificios cercanos.

Recordó, además, que doña Aida viajó voluntariamente a Puerto Rico para entregarse, lo que insinuaba su inocencia.

El abogado dijo que el Ministerio Fiscal descansó en una huella en un cuchillo que la acusada algún día tocó en la cocina de la casa. Elogió a los abogados de defensa por establecer “toneladas” de duda razonable. “Ese caso se llevó con los pies. No solo someten a esto a un inocente sino que ahora queda impune ese asesinato que debía aclararse. Espero que reabran la investigación con gente competente y que den con los verdaderos asesinos”, dijo Abreu Elías.

La presidenta del Colegio de Abogados, Ana Irma Rivera Lassén, dijo que el pueblo de Puerto Rico estaba muy atento a este caso porque había mucha presión en la manera en que se percibía. “Es un caso donde se encuentran varios puntos de vulnerabilidad social, uno es la extracción de clase de la acusada, el sexo y su nacionalidad. Eso era lo que la gente estaba mirando en este caso”, dijo la togada.

“No voy a poner en duda que la Fiscalía entendió que podía tener un caso contra ella. Lo que creo es que uno tiene que tener presente es que todos los acusados son inocentes hasta que se le pruebe lo contrario. El jurado entendió que no había prueba suficiente y sí había duda razonable, prevaleció la inocencia”, añadió.

Rivera Lassén dijo que Justicia tiene ahora el reto de reevaluar la prueba, determinar si se le quedó algún ángulo, si tienen otra prueba que no consideraron y si es suficiente para acusar a otra persona.

La ex fiscal independiente y profesora de Derecho, Ana Paulina Cruz, dijo que el jurado envió un mensaje de que quiere prueba clara, sólida y una buena investigación. Opinó, además, que la comunidad dominicana “envió unos mensajes que me parece que calaron en el jurado. Se conjugaron muchos factores psicológicos”.

Cruz añadió que “el jurado hizo su trabajo y eso es lo importante eso como país nos da esperanza de que tenemos unos valores bien arraigados en la presunción de inocencia”.