Enfermera escolar resalta éxito de Simulacro de Tirador Activo en plantel de Manatí
Por tercer año los estudiantes de la escuela elemental Evaristo Camacho tomaron el taller práctico con resultados sobresalientes.

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“Lo hicieron perfecto”.
Los alumnos de la escuela elemental Evaristo Camacho Proyecto Montesori y Casa de Niños en Manatí, pasaron el Simulacro de Tirador Activo, con calificaciones de excelencia académica, a juicio de su organizadora y enfermera escolar, Sandra E. Robles Urdaz.
Este es el tercer año consecutivo, de los cuatro que lleva laborando en el plantel, que realiza el ejercicio, con el apoyo de la policía estatal y municipal, los bomberos de la estación de Barceloneta, la Oficina de Manejo de Emergencias del Municipio de Manatí y de su sobrino en su actuación de pistolero.
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El aula dirigida por Alejandro Maldonado Ortiz cuenta con 96 alumnos de kindergarten a quinto grado, de entre las edades de 4 a 11 años y 25 empleados docentes y no docentes, se convierte en un escenario real en el que se viven las emociones, tales como la ansiedad y el miedo para que sepan cómo responder no solo en la escuela, sino en el cine, centro comercial, su residencia, hospital o en cualquier lugar donde cualquiera está en riesgo.
“Obviamente, hasta nosotros que somo adultos entramos en un nivel de ansiedad bien grande. A ellos le da miedo, pero como hemos ido llevando a cabo el simulacro durante todo este tiempo, yo estoy casi segura de que los nenes dominan sus emociones en la mayoría de los casos, porque siempre hay un niño que se descompensa un poco y se asusta o llora. En comparación con años anteriores son menos cada vez”, subrayó.
Su objetivo fue el de crear conciencia entre los niños para que aprendan a protegerse y a salvar vidas, ya que le preocupan los incidentes ocurridos en planteles y universidades de Estados Unidos, el incremento en sucesos de violencia a cualquier hora y cualquier lugar y la distancia a la que está ubicada la escuela del casco urbano ya que están ubicados prácticamente en la montaña colindando con Morovis, lo que retrasa la ayuda de urgencia.
Dice que no cuenta con una guía, ni cursos ni adiestramiento, pero se ha educado en el tema y no solo ofrece un taller sobre cómo actuar, sino que luego se recrea un escenario en el que los menores tienen que tomar un rol activo.
“La realidad es que nosotros no tenemos ningún instrumento que podamos usar para llevar a cabo la misma, nosotros lo hacemos por decisión propia. En mi caso yo me dejo llevar por lo que estoy viendo en Estados Unidos sobre los simulacros”, respondió la enfermera.
Antes del simulacro les ofrecen un taller a los niños para que ellos se vayan preparando, para que sepan qué vamos a hacer, lo que ha pasado en Estados Unidos, cómo podemos tratar de evitarlo, qué tenemos que hacer cuando hay una persona herida dentro del salón", detalló la profesional de la salud.
Pasa mucho tiempo de planificación con los recursos de seguridad e incluyen al Sistema de Emergencia 9-1-1, a quienes llaman al inicio y al final, para que estén alertas de que no es un suceso real y no le hagan daño al supuesto tirador activo.
Lo mismo hacen con la comunidad completa para evitar cualquier sobresalto o la entrada de algún extraño para intervenir creyendo que están en peligro y se envían cartas a los padres para que sepan a lo que van a estar expuestos sus hijos.
Cuando comienzan ya los policías estatales y municipales están dando protección en la escuela, por seguridad se verifican las armas que se están utilizando porque, aunque no son reales, causan la detonación.
En el día de hoy, el tirador optó por entrar por el portón principal, porque a pesar de que se supone que debe estar cerrado en horario escolar tenía el paso libre.
“Lo primero que hizo fue que vio un grupo de niños, se fue detrás porque la intención de un tirador es matar al que se encuentra de frente. Hizo varios disparos, después entró a la oficina y siguió buscando cómo atacar al que estuviera en la escuela. Se escondieron dos en el baño, un empleado de mantenimiento y una mamá que estaba visitándonos y él los encontró y le hizo los disparos, simulando que los había matado”, narró Robles Urdaz.
Lo primero que hacen los niños que se encuentran en un salón de clases es bloquear las entradas, ya sea cerrando con seguro, apagan la luz, se mantienen en silencio, se protegen ya sea debajo de las mesas, el escritorio de la maestra o en cualquier lugar que entiendan que no puede alcanzarlos el tirador.

Saben la manera de usar una pieza de tela o ropa para presionar una herida y en caso de que la maestra sea la persona que falte o se lesión, están listos para ser líderes y continuar en control de la situación.
En esta ocasión el pistolero fue arrestado por el director y los dos guardias de seguridad y de inmediato se notificó al 9-1-1 para que activen a los bomberos y personal de la Oficina de Manejo de Emergencias para atender los heridos.
“Ellos esperaban que las cosas pasaran de una manera y logré yo invertirlo y me respondieron sumamente bien, que me quedé sorprendida yo misma que soy la que los está adiestrando de cómo ellos todos actuaron”, observó.
Una vez que tienen contenido al tirador sacan a los estudiantes de los salones de clase inmediatamente. Al confirmar que todos están a salvo, regresan a inspeccionar de nuevo la escuela para asegurarse que no hay nadie escondido.
Para Robles Urdaz, “tanto trabajo valió la pena”, porque los estudiantes manejan la situación “formidablemente” teniendo en cuenta de que ellos no dejan de ser niños. A pesar de todo lo manejaron muy bien.
“Lo que me motiva a mi es saber, que pongo mi granito de arena para que ellos sepan protegerse no importa que no estén aquí conmigo en la escuela. Como siempre les digo ustedes aprendiendo salvan la vida de papá, salvan la vida de mamá, de sus hermanitos, de sus abuelos porque no se sabe cuándo va a suceder o con quien usted esté”, contó con satisfacción.