El Ministerio Público cuenta con un testigo presencial de la escena del asesinato del pequeño Lorenzo González Cacho que pone la investigación en este momento en un punto clave y a las puertas de una radicación de cargos.

Tan es así que ese escenario podría consumarse antes de que termine este mes.

Primera Hora supo que el testimonio ubica a Ana Cacho, madre del niño, y a “dos hombres” intentando “arreglar” lo que ocurrió esa madrugada del 9 de marzo de 2010. Ese día se encontraban en la casa la madre de Lorenzo, dos acompañantes y las hermanas del niño, cuya custodia fue concedida al padre de las menores, Ahmed Alí González.

La información fue confirmada a Primera Hora por dos fuentes independientes.

Se aseguró que las hermanas de Lorenzo cooperan con las autoridades.

“Sí, están colaborando”, aseguró una de las fuentes.

Carlos Sánchez, primo y abogado del padre de Lorenzo, reaccionó con mucha cautela. Para él es sumamente frustrante que, a más de dos años de la muerte del niño, aún no se hayan radicado cargos.

“Yo espero que esta vez eso sea cierto, que no vaya a ser como el cuento del lobo”, dijo.

¿Se siente frustrado?

Sí, claro.

¿Por qué?

Imagínate, que te digan que el caso está esclarecido y que sigan pasando los meses y no pase nada. Eso es contradictorio.

¿A ustedes les dijeron que el caso está esclarecido?

Eso se lo dijeron al pueblo de Puerto Rico.

¿Y cómo se siente Ahmed?

Él está más esperanzado que yo.

¿Qué significaría para usted, Ahmed y su familia que se radiquen cargos antes de que termine este mes?

Llevamos dos años y medio esperando, sería un paso de avance grande. Ahora, una vez se radique, comienza otra etapa y, hasta que no culmine todo, el proceso de sanación no concluye.

Lorenzo tenía sólo ocho años cuando fue asesinado. La autopsia reveló que tenía tres heridas con un arma filosa, que pudieran ser compatibles con un cuchillo: en la sien, en la ceja y en el tabique de la nariz. El niño tenía, además, un trauma craneal en el lóbulo temporal izquierdo de su cabeza.

El testigo presencial no sólo ubica a Cacho y a dos hombres “arreglando” la escena, sino que describe que un hombre cargó a Lorenzo hacia el cuarto y lo colocó en la cama junto a su hermanita menor, aseguró una de las fuentes.

En la pesquisa está más que claro que Lorenzo no murió accidentalmente por caerse de la cama que compartía con su hermana, de una plaza, con altura de poco más de 30 pulgadas del suelo y sin madera ni metal. Ésta fue la primera versión que ofreció Cacho al llevar a Lorenzo al CDT de Dorado, entre las 5:00 y 5:30 de la madrugada de ese trágico día.

El informe oficial de la Policía reza que la muerte de Lorenzo fue certificada en el CDT de Dorado por la Dra. Boschetti, a las 6:00 a.m. Pero, ésa no es la hora real de su fallecimiento.

“El niño llegó muerto al CDT”, llegó a confirmar a Primera Hora la directora del Instituto de Ciencias Forenses, María Conte, al cumplirse el primer aniversario del asesinato.

Fuentes aseguran que Lorenzo agonizó desangrándose. Los récords del CDT describen que el niño llegó bañado en sangre seca. Lo único que Conte admitió a este diario, en marzo de 2010, es que no fue una muerte instantánea.

La versión de Cacho, descrita por las autoridades como sospechosa, y la de su madre, Ivette González, es que la hermanita menor de Lorenzo se levantó empapada de sangre y que alertó a su mamá de que algo andaba mal, a eso de las 5:00 de la madrugada.

González ya ubica a la familia en el CDT a las 5:19 a.m., cuando alegó a este diario que su nieta mayor la llamó por teléfono para decirle que “Lorenzo se cayó de la cama y no responde”. Ésa fue la segunda llamada, según González; la primera, dijo, fue al padre de Lorenzo.

Lo que choca con esta versión es que la hermanita menor no se despertó por golpes o movimiento bruscos, sino porque sintió que estaba empapada de algo, que resultó ser la sangre de su hermano.

El colchón donde el niño se desangró fue dispuesto por el abuelo materno de Lorenzo, Carlos Cacho, y más tarde llevado al vertedero. La residencia, escena de un crimen, fue limpiada con el aval de la fiscal Mariela Santini, quien más tarde salió de la investigación.