El enigma de la madrugada en que mataron al niño Lorenzo
Hasta el momento no surge prueba testimonial sobre qué ocurrió en la casa de Ana Cacho el 9 de marzo de 2010, tres horas antes del amanecer.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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La mujer, quien ocupó la silla de testigos por segunda vez en el sonado caso, dejó varias lagunas en el testimonio que prestó por tres horas durante la vista preliminar en alzada que se ventila contra Luis Rivera Seijo, conocido como “El Manco”, en el Tribunal de Primera Instancia de Bayamón.
A preguntas de la fiscal Maricarmen Rodríguez Barea, Cacho declaró que la madrugada del 9 de marzo de 2010 se acostó a dormir a eso de las 2:00 de la madrugada, después de haber sostenido relaciones íntimas con William Marrero, a quien describió como un amigo de infancia y con quien compartió un rato esa noche, en su residencia de la urbanización Dorado del Mar, mientras sus tres hijos menores dormían.
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Luego de acostarse, declaró que escuchó un grito y cuando bajó de su habitación, en el segundo nivel de la casa, y se encontró su hija menor en las escaleras, quien le dijo: “Mami Lorenzo, me llenó el pelo de sangre”.
Cacho dijo que no miró la hora, que encontró al niño en posición fetal “en un charco de sangre” y como no reaccionaba lo tomó en brazos.
Añadió que le pidió a su hija mayor que le pusiera una camisa a la más pequeña, que se llevara su teléfono celular y que iban para el hospital porque Lorenzo se había caído.
Narró que corrió al carro con el nene pegado al pecho y llegó al CDT, que está a dos minutos de su casa.
“En el cuarto, en la luz, es que me doy cuenta de las heridas que tenía Lorenzo y digo, ‘Dios mío con qué se dio’. Tenía una abertura en el tabique”, sotuvo Cacho, quien lucía llorosa y por momentos se le quebraba la voz.
Mientras declaraba, el imputado, encadenado de pies y manos, miraba de frente y en ocasiones a Cacho, de reojo.
Tensión en el CDT
La mujer, quien llevaba un rosario dorado al cuello y un crucifijo en una pulsera, sostuvo que en el CDT su hija le dijo ‘Mami, Papi te quiere meter presa porque llevaste a Lorenzo las 5:06 al hospital’. Además, declaró que el 10 de marzo de 2010 es que “se convence” que el nene no había sufrido una caída. “Un agente me llamó y me dijo que mi hijo había sido asesinado”, manifestó durante la audiencia difundida en directo por los medios.
Al concluir en la tarde la vista, a preguntas de los periodistas, la fiscal Aracelys Peréz indicó que Cacho no pudo decir exactamente la hora en que la llamó su hija para alertarla de que Lorenzo estaba herido.
En su testimonio, Cacho también identificó, mediante decenas de fotografías que le mostraron los fiscales, los accesos y entradas de la casa de dos plantas donde su hijo fue asesinado.
Esas puertas yo no las dejé así esa noche. Esas puertas sólo se abrían para actividades”, declaró la mujer, a quien le temblaban las manos cuando tocaba con sus dedos las fotos reproducidas en un monitor en la Sala 706, desde donde se transmitía por televisión y por medios digitales las incidencias de la vista en alzada.
Cacho dijo que le llamaba la atención un teléfono encima de un mueble “que no es mío” y en otra de las fotografías dijo que había “unas galletas que yo no las dejé ahí”.
Los fiscales Pérez, Rodríguez Barea y Mario Rivera Géigel comenzaron el desfile de prueba, poco después de las 9:00 de la mañana con testimonios de dos investigadores del Instituto de Ciencias Forenses y de un agente de la Policía, que fueron los primeros en llegar a la escena de los hechos.
La jueza Vilmary Soler Suárez admitió como parte de las piezas de evidencia, un disco compacto con 220 fotografías que tomó en la escena el investigador forense Jesús Ayala Rosario, así como un vídeo que tomó la investigadora forense Jéssica Ortiz Resto.
La investigadora reconoció a preguntas de la defensa, que no le hizo tomas de cerca (close up) a una bolsa que apareció en el patio, cerca de una hamaca.
Bolsa en duda
Ortiz Resto dijo, a preguntas del licenciado Mario Moczó, quien lleva la defensa junto a Jesús Hernández y Lester Arroyo, de la Sociedad para la Asistencia Legal (SAL), que no documentó con una toma de acercamiento la bolsa y que no vio en detalle su contenido.
Sostuvo que “no era pertinente en ese momento porque la escena se estaba investigando como un accidente”.
El agente Jaime Cruz, de la División de Vehículos, quien declaró por primera vez en el caso, manifestó que fue a verificar la residencia de la familia por órdenes de uno de los agentes que llegó hasta el CDT de Dorado. Dijo que llegó a eso de las 6:15 de la mañana y observó que en la verja de la casa había manchas de sangre y faltaba una tabla.
Cruz relató que después llegó el padre de Ana Cacho “y una dama”. No pudo precisar si en algún momento éstos estaban dentro de la casa.
Rivera Seijo, quien era custodiado por dos alguaciles, parecía por momentos atento al proceso.
El hombre enfrenta un cargo por asesinato, que según la denuncia, cometió el delito en medio de un intento de escalamiento.
Según la teoría del Ministerio Público, Rivera Seijo salió de la cárcel de forma errónea la noche del 8 de marzo de 2010 y pidió pon hasta llegar a Dorado donde vive una tía suya.
Una vez lo dejan en ese municipio, el hombre se internó en la urbanización Dorado del Mar y entró en la residencia en la que vivía Lorenzo junto a sus dos hermanas mayores y su mamá Ana Cacho.
Allí mató al niño, según las alegadas confesiones.
Uno de los problemas que enfrentó la fiscalía en la vista preliminiar fue que Rivera Seijo, quien es paciente ezquizofrénico, había sido declarado no culpable por insanidad mental en un caso de homicidio relacionado a la muerte del deambulante Oscar Pacheco y enviado al Hospital Siquiátrico Forense.
Por lo tanto, su confesión podría ser la de una persona que no estaba facultado para entender el proceso, según alega la defensa. Además esas confesiones se realizaron sin que estuviese su abogada presente.
Mi trabajo es defenderlo. No soy el juzgador, pero dentro de los factores que abonan a su inocencia está la investigación de la escena”, dijo Moczó.
Mientras, los fiscales anunciaron unos 27 testigos para la vista en alzada.
“Hay testigos que van sobre las confesiones y detalles (que aparecen en las fotografías de la escena) y son importantes para la mente del juzgador”, sostuvo la fiscal Pérez.
La vista, a la que acudió público, pero no numeroso como en otras ocasiones, reanuda hoy viernes, a las 8:30 de la mañana con las preguntas de la defensa a Ana Cacho.