Ponce. “Nos dispararon de todos lados con rifles, yo solo pensaba en salir corriendo de allí”.

El adolescente y amigo que acompañaba al joven Juan Carlos Ruiz Vega cuando fue asesinado mientras transitaban por error por una calle del centro urbano de la ciudad se sentó a declarar, visiblemente nervioso y en ocasiones lloroso, sobre la pesadilla que vivió el pasado 30 de noviembre.

La vista preliminar contra Carlos Cedeño, uno de los 10 acusados de asesinar al estudiante de artes culinarias, concluyó ayer ante el juez Carlos Salgado Schwarz, quien tras escuchar la prueba determinó causa por los delitos de asesinato en primer grado, tentativa de asesinato y cerca de 14 cargos por violaciones a la Ley de Armas.

El menor de 16 años, cuya identidad no se menciona por razones de seguridad, narró con detalles cómo, lo que sería un paseo divertido, terminó en tragedia.

Este contó que viajaba como pasajero en la guagua Tucson que conducía Juan Carlos –a quien describió como su pareja– y que se dirigían al Castillo Serrallés cuando comenzaron a subir por calles sin salida y oscuras.

“Subimos por una calle, vi muchas personas arriba, y de repente todos estaban formando un arcoíris al frente de la guagua, apuntándonos con rifles”, sostuvo el joven.

El declarante relató que, al percatarse de las armas, Juan Carlos puso la guagua en reversa y al mismo tiempo comenzaron los disparos.

Recordó que un hombre, a quien días después identificó a través de una foto en los medios, le abrió la puerta del pasajero y le dijo “Párense ahí”. Dijo que mientras el hombre sostenía con una mano la puerta, con la otra le apuntaba con un rifle AR-15.

Al mismo tiempo, indicó que en medio de la lluvia de disparos, el vehículo chocó contra una residencia y que se percató que tenía una herida de bala en la mano derecha y otra en la pierna izquierda.

“Mi instinto fue salir corriendo a pedir ayuda, pero sentía que alguien me perseguía disparándome a las piernas”, manifestó.

Expresó que, mientras corría herido, sentía que las balas chocaban con la acera y le quemaban las piernas, y que intentó pedir ayuda en dos ocasiones sin tener resultados.

Dijo que al llegar a una residencia, ya débil por la pérdida de sangre, una mujer le dijo que siguiera corriendo, que lo estaban buscando. Fue esta misma mujer la que lo ayudó y llamó a sus familiares.

Un momento en que no pudo contener las lágrimas fue cuando la fiscal Rubimar Miranda le preguntó por la condición en que vio a Juan Carlos en la guagua, y este respondió casi sin poder emitir palabras que “estaba temblando”.