La madrugada del 9 de marzo de 2010, Ana Cacho arribó al Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) de Dorado con su hijo Lorenzo González Cacho en brazos, boca arriba, y sin signos vitales. 

La sangre que bañaba el rostro del niño, de 8 años, ocultaba una herida en la nariz y otra en el lado derecho de su cabeza. 

En la continuación de la vista preliminar que se sigue contra Luis Gustavo Rivera Seijo, conocido como El Manco, imputado de matar al niño en medio de un escalamiento en la urbanización Dorado del Mar, la doctora Mildred Boschetti Alvarado ofreció detalles sobre las medidas que tomó para tratar de resucitar al niño. 

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Igualmente, durante el quinto día de desfile de prueba, el Ministerio Público finalmente ubicó a Rivera Seijo en un lugar cercano a la casa en Dorado, donde Lorenzo recibió los golpes que segaron su vida.  Ante el juez Carlos Salgado Schwarz, del Tribunal de Bayamón, Boschetti Alvarado relató que cuando Cacho llegó a al CDT a eso de las 5:30 a.m. la dirigió al área de cirugía para que colocara al chico en una camilla. 

A preguntas de la fiscal Aracelis Pérez Correa, señaló que Cacho le indicó que su hijo se había caído de la cama que compartía con su hermana menor, pero que esa explicación no le pareció corresponder con el tipo de trauma que tenía el menor.  

"Yo decía 'Dios mío' con qué se habrá dado este niño. Seguía preguntando. No le vi nada. Ningún hematoma. Ni sangre activa... No vi ninguna herida. Solo el nene pálido con sangre seca", apuntó ante un salón de sesiones repleto de público. Narró que Cacho la ayudó a darle los primeros auxilios a Lorenzo, pero que posteriormente salió del área de cirugía cuando la Policía llegó al lugar. La mujer también le repetía a su hijo que despertara y que al día siguiente lo llevaría a la escuela. 

"En un momento salí y le pedí a la enfermera práctica que llamara a la Policía", precisó mientras Rivera Seijo prestaba atención a su testimonio. 

Contó que cuando trató de entubar a Lorenzo notó que tenía coágulos de sangre en la boca, alguna sangre era sólida, otra semisólida y una poca líquida. "Ahí esta parte de la cara se desprende", apuntó mientras se tocaba el área de la nariz.  Luego del desprendimiento de piel, notó la herida en el lado derecho de la cabeza, pero no viró el cuerpo del niño para ver si tenía otros traumas para "no alterar la escena". 

Apuntó que no logró entubar a Lorenzo y que luego de intentar reanimarlo durante unos 30 minutos lo declaró muerto a las 6:00 a.m. 

Aseguró que el momento más difícil fue darle la noticia a Cacho, pero no recordó su reacción al conocer que su hijo estaba muerto. En el contrainterrogatorio, el licenciado Mario Moczó González, de la Sociedad para la Asistencia Legal, resaltó una incongruencia en la hora en que 

Cacho llegó al CDT. Boschetti Alvarado apuntó que había sido a las 5:30 a.m., pero el informe del monitor cardíaco indicaba que se había prendido a las 5:05 a.m. Ante esta discrepancia, la testigo señaló que a veces esa máquina "está fuera de hora y de día". 

El abogado también destacó que la doctora no vio las heridas de Lorenzo inicialmente, pese a que la sala de cirugía estaba bien alumbrada. Además, enfatizó en la razón que llevó a Boschetti Alvarado a pedirle a una enfermera que llamara la Policía. "Es que veo que tiene un trauma que no es normal, porque llega con la sangre y sin vitales, porque la madre me decía que se había caído y no se había dado con una mesita o un 'frame''. Pero no pensé en crimen, ni asesinato", respondió. 

Ubican al Manco en Dorado

Con el testimonio de Juan Vázquez Panel, un jubilado de 71 años, el fiscal Mario Rivera Géigel colocó a Rivera Seijo la noche del 8 de marzo en un centro comercial en Dorado aledaño a la urbanización Dorado del Mar. Vázquez Panel declaró que anochecía el 8 de marzo cuando partió del pueblo de Florida en su vehículo junto a su amiga Maribel Martínez a recoger al hijo de la mujer, Juan Manuel Romero, quien salía de la cárcel de Sabana Hoyos en Arecibo.

Narró que Romero salió de la institución acompañado de un hombre que le faltaba un brazo y que pedía pon para llegar a la carretera PR-2. 

"Estaba flaco y le faltaba un brazo. Ahora está gordito", apuntó el testigo al identificar al imputado en corte abierta. Luego de pedirle a Romero que cotejara que el imputado no estaba armado, el cuarteto salió de Arecibo rumbo a Florida, donde dejaron a Romero. 

Antes de abordar el vehículo para acercar al imputado al área metro (quería llegar a Río Piedras), notó que Rivera Seijo cargaba unos papeles en sus bolsillos. El testigo indicó que Rivera Seijo le dijo que había estado en el Ejército y que lo habían expulsado del cuerpo castrense. 

También le habló de su mamá, quien tenía una casa en Dorado, y de sus hijos y una compañera. Precisó que en el camino le prestó su celular a Rivera Seijo para que llamara a un abogado, que era amigo de su mamá, pero que el hombre nunca logró contactar al letrado. Señaló también a eso de las 10:00 p.m. dejó al imputado cerca de un restaurante de comida rápida, en un centro comercial cercano a la urbanización Dorado del Mar, donde la mamá de Rivera Seijo tenía una casa. 

A preguntas de Rivera Géigel, el testigo señaló que se enteró por las noticias que los papeles de el Manco habían aparecido en una casa y que posteriormente lo entrevistó la Policía. En el contrainterrogatorio corto, Moczó González siguió una línea de preguntas para enfatizar que el testigo, quien no recordaba que el abogado lo había interrogado en la vista para encontrar causa para el arresto de Rivera Seijo, había repasado su versión de los hechos con los fiscales y los agentes de la Policía. 

El septuagenario contó que luego de dejar a Rivera Seijo en Dorado fue entrevistado en nueve o 10 ocasiones. Vázquez Panel también indicó que el imputado no se mostró agresivo durante el viaje de Arecibo a Dorado y que no le robó nada en el camino. 

La vista continúa mañana, miércoles, en la tarde.