Santiago está imputado de realizar un acto de violencia contra personas en un aeropuerto internacional, usar un arma de fuego durante y en relación a un crimen violento, y causar la muerte de una persona mediante arma de fuego. Los tres cargos podrían cualificar para la pena capital, según anunció la Fiscalía del Distrito Sur, en Miami.

Por otro lado, Prensa Asociada informó que el agente del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) que está interrogando a Santiago es el mismo que en 2004 entrevistó al dictador Saddam Hussein luego de haber sido capturado. 

George Piro, agente especial a cargo de la oficina de Miami del FBI, fue el único encargado de interrogar a Hussein en enero del mencionado año. Sin embargo, Piro, nativo del Líbano y quien habla con fluidez árabe, ha sido cuidadoso en no asociar a Santiago con alguna organización terrorista. 

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El FBI confirmó que en noviembre pasado, Santiago entró en una oficina de esta agencia federal en Anchorage (Alaska), en donde residía, y manifestó que el Gobierno de EE.UU. controlaba su mente y lo obligaba a ver vídeos del grupo Estado Islámico, y que oía voces.

Consternación en la familia

En Peñuelas, todavía nadie cree que Santiago haya podido cometer la atrocidad. Su hermano Bryan indicó a Primera Hora que no se explica qué ocurrió. “Mi hermano es un muchacho bueno, tranquilo… Todavía no sabemos qué pasó”, manifestó. 

Dijo que habló con él hace tres semanas por teléfono. “Estaba bien. Estaba contento”, señaló al explicar que hace cuatro meses su hermano se convirtió en padre de un varón. 

“No sabía que Esteban iba a viajar. Me enteré por esta terrible noticia”, expuso Bryan, quien vivió con Esteban en Alaska hasta octubre pasado.

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La madre del atacante, Elizabeth Ruiz, todavía no ha asimilado la tragedia causada por el menor de sus cuatro hijos y pidió que no lo juzgaran. “Estuvo asilado (en tratamiento psiquiátrico) allí en Alaska, no le dieron el tratamiento que tenían que darle. Mientras estuvo allí yo estaba aquí... con ganas, no sé, de gritar, llorar, porque como estaba tan lejos. No pude hacer nada”, confesó entre lágrimas la mujer el pasado sábado.

Revolú en el aeropuerto

Al menos 25 mil objetos, entre equipaje, ropa y teléfonos celulares se desaparecieron durante las horas que duró el tiroteo y consecuente operativo dentro del aeropuerto de Fort Lauderdale, cuyas operaciones fueron canceladas el día del incidente.

Dan y Janice Kovacs estaban junto a sus hijos pasando por seguridad cuando comenzó la balacera. Estaban sin zapatos, mientras sus identificaciones, billeteras y pasaportes estaban siendo escaneados. En medio del terror, solo atinaron a huir junto a cientos de pasajeros, muchos de los cuales se tiraron a la pista de aterrizaje.

“No tenemos identificaciones, ni pasaportes, ni dinero”, dijo Janice, de 39 años, usando unas sandalias prestadas por su cuñado. “Tuvimos que dejarlo todo y correr”.

Se espera que hoy puedan comenzar a devolverse los artículos, mientras una firma contratada para identificar a los dueños los vaya contactando.

Por otro lado, al menos 12 mil personas se quedaron varadas en el aeropuerto de Fort Lauderdale. Muchos regresaban de viajes de placer en crucero o se aprestaban a abordarlos, mientras otros estuvieron hasta siete horas detenidos en los aviones mientras las autoridades trataban de reestablecer el control.

Nydia Bauzá y Femmy Irizarry colaboraron con esta historia