Sin lugar a dudas el salvaje asesinato de Georgina Ortiz Ortiz, cuyo tercer año se cumple precisamente hoy, ha dejado múltiples heridas sin sanar y encierra misterios que aún no sabemos si las autoridades lograrán desentrañar algún día.

El más grande de esos secretos es -obviamente- quién la mató. Y por qué.

También surgen otras preguntas a borbotones, de acuerdo con la evidencia recopilada en el apartamento 5B del Condominio Laguna Terrace, en Condado: cuántas personas estuvieron realmente involucradas, por qué tanto salvajismo, hubo un autor intelectual, algún día se confesarán los autores... la lista es larga.

Primera Hora buscó la opinión de los peritos patólogos que ayudaron a delinear la estrategia de defensa en el juicio contra Aida de los Santos Pineda y que analizaron, estudiaron, compararon y reflexionaron sobre las pruebas para llegar a varias conclusiones.

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La buena noticia es que esos hallazgos todavía pueden ayudar a las autoridades a buscar a la persona que mató a Ginny.

Se busca

A través de las pruebas recopiladas, que incluyen cientos y cientos de fotos, vídeos, análisis e informes, las autoridades pueden enfocar su búsqueda hacia -por lo menos- un hombre zurdo, de pelo lacio y castaño.

Para llegar a esa conclusión los peritos Yocasta Brugal, Santiago Rullán, Ana Mercedes Martínez y Edgar Tirado se basaron en el tipo de herida que le causaron a Georgina en el cuello, y los cabellos encontrados en la escena.

Según Brugal, quien ha practicado más de 15,000 autopsias, sobre todo en una época en que la mayoría de los homicidios eran con armas blancas, el corte “limpio” de la herida de Georgina, hacia su lado izquierdo y que llegaba hacia la oreja e incluso un poquitín más atrás, indica que lo realizó una persona zurda, parada detrás de ella.

La patóloga forense indicó que, según dicta la literatura y las constantes investigaciones en el campo forense, las heridas de frente son más cortas porque la víctima pone más resistencia y suelen ir de arriba hacia abajo como parte natural del movimiento del brazo. Además, los bordes quedan con abrasiones porque la piel no esta estirada, explicó.

“Yo leí sobre el caso y entendí que podía ayudar... Casos que yo solamente crea en ellos, son en los que yo entro”, fue lo primero que confesó Brugal.

“Muchos de los hallazgos me llevan a pensar que allí hubo una gran lucha”, agregó.

“Lo primero que llama la atención es que es una escena complicada y grande... la mayor concentración de la sangre está cerca de la puerta donde está el cadáver pero hay sangre en el laundry, en la cocina hay sangre, en el pasillo que divide el comedor de la sala, también en el pasillo que da a los cuartos”, relata -por su parte- Rullán para complementar sus teorías.

Sin embargo, el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) no levantó suficientes muestras en todas las áreas para establecer si alguno de los atacantes también sangró en el forcejeo.

Sobre los cabellos enredados en las pulseras y en la mano de Georgina, se deben unir esas características con los perfiles genéticos encontrados bajo las uñas y que no podían estar allí antes, porque la víctima se acababa de bañar.

“Tenemos bastantes datos para poder decir si una persona pudo haber estado o no en la escena”, explicó la seróloga Martínez.

Pero también se necesita tomar muestras a algún sospechoso para poder compararlas con las recuperadas en el lugar.

“Si se compara y da un resultado positivo, las personas tendrían un serio problema para explicar por qué estaba eso (el material genético) allí (debajo de las uñas), porque eso no aparece por un contacto casual”, indicó -de su parte- Tirado.

Otros ángulos, como si el esposo de la víctima tenía motivos para buscar la desaparición de Georgina, si construyó o no una cobacha como le pidió a uno de los sobrinos de su esposa, movimientos sospechosos de dinero entre alguna persona cercana a ella, también se deben explorar, dijeron los peritos.

Lecciones aprendidas

Los errores, las omisiones y las tardanzas que trascendieron en el caso contra Aida fueron muchas, pero para los expertos consultados, la Policía puede aprender y enmendar muchos de sus procedimientos.

Uno de ellos es asignar agentes experimentados cuando se trate de casos donde hay una sospecha de manipulación de la escena como saltaba a la vista en este crimen, por la forma en que estaba colocado el cuchillo en el piso.

La agente investigadora a cargo de averiguar quién mató a Georgina, Ormarie Roque, llevaba apenas dos años en la fuerza policiaca y su preparación pareció escasa, ya que sus cursos específicos en investigación eran de unas cuantas semanas.

Un agente con mayor experiencia o una supervisión directa y constante era necesaria, dijeron los peritos.

Por otro lado, también se deben establecer criterios mínimos para determinar si una huella le pertenece sin lugar a dudas a una persona.

En el juicio se especificó que cada técnico de huellas es el que decide si usará seis, ocho o 12 caracteres para decir, “¡bingo! es la huella de la persona que buscamos”.

En el caso de Aida, una de las huellas tenía supuestamente hasta 12 puntos característicos que coincidían con los de ella, pero el entonces jefe de la Unidad de Monodactilar de la Policía, Rubén de León, decidió que utilizaría ocho.

En países como España o Italia, se usan más de 14 puntos mínimos.

“Mañana, un familiar mío puede quedar implicado en una escena y se le puede identificar como que estaba allí por unos cuantos caracteres. Internacionalmente se están aumentando las cantidades mínimas, precisamente para ir a la segura y evitar errores que pueden ser graves”, dijo Aarón Fernández, abogado de Aida, y quien también se desempeñó como agente de la Policía por 16 años.

La falta de personal en el ICF tampoco debe ser un impedimento para hacer una labor completa, sin dejar lagunas, sentenció Brugal, la ex directora de ese organismo cuando apenas contaba con un puñado de expertos.

“Una vez uno se envuelve en un caso y más casos con este perfil que no son fáciles... tenemos que tomar una serie de precauciones y seguir el libro, porque un fallo es terrible... Hay que buscar los motivos, la oportunidad. Eso es importantísimo”, señaló.

El jefe de los fiscales José Capó dijo en una entrevista separada que el caso sigue bajo investigación y aseguró que la ventaja es que el delito de asesinato no prescribe, por lo que “se mantiene la puerta abierta para continuar”.

Al mismo tiempo hizo un llamado a que cualquier vecino, amigo, o quien tenga cualquier tipo de información se comunique con las autoridades.

¿O sea, que la esperanza es esperar a que alguien confiese?

“Esperamos que alguien pueda aportar. Hay casos criminales que se ha visto que se han esclarecido 10, 15, 20 años después. Nosotros continuaremos”, sentenció.