"Hoy es un buen día para tener paz, no es un buen día para un "carjacking". Todos los días son buenos días para hacer justicia".

Con esas palabras, la madre de Stefano Steenbakkers, Zorimar Betancourt, miraba al convicto por asesinarlo, John Anthony Morales López, previo a ser sentenciado a 30 años de prisión por el juez federal Jay García Gregory.

Vistiendo una camisa de la clase graduanda de su hijo de Baldwin School, Betancourt leyó una carta que le escribió a Stefano, dirigiéndose al coacusado por halar el gatillo que le costó la vida al joven de 17 años el 24 de junio de 2012 en Dorado.

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"Quién iba a pensar que el 24 de junio te iba a perder para siempre. Pero John Anthony Morales tenía la estúpida intención de dispararte en la cabeza y hacer que te desangraras hasta morir... Un testigo te vio matándolo. Puse mis dedos a través de esos orificios de bala", manifestó Betancourt, mirando a Morales López, mejor conocido como Jongy, quien también la miraba atentamente.

"Lo que sentí era como un huevo saliendo de tu cabeza. Pensé que la bala estaba ahí, pero no, esos eran tus huesos que estaban tocando tejido cerebral. Todo esto porque John Anthony Morales decidió que deberías morir por no parar el carro, cuando no sabe que fui yo la que te dije que no pararas", agregó Betancourt, con la urna de las cenizas de su hijo en sus manos.

"Él está aquí en cenizas, nunca podré volver a abrazarlo. Tú (Morales) podrás abrazar a tu familia. Siempre viviré con dolor en mi corazón", expresó la madre de Stefano.

Tanto Betancourt como el padre del joven, Eric Steenbakkers, solicitaron al juez que rechazara el acuerdo al que llegaron las partes, que recomendaba una sentencia de entre 24 y 30 años, y le impusiera cadena perpetua, tal como se le impuso ayer al coacusado Alexis "Negro" Amador Huggins.

"Aún no puedo creer que no hubo testigos que declararan contra estos dos criminales. Se necesitó el testimonio de Morales para poder saber con detalle lo que ocurrió. A él le dieron el arma, pero él decidió seguir instrucciones. Tenía la opción de no disparar, pero miró a Stefano, apuntó y disparó no una vez, muchas veces. Creo que sería justo que los dos asesinos enfrenten el mismo castigo. Él se merece pasar su vida en prisión", opinó Steenbakkers.

El abogado de Morales López, Richard Dansoh, se emocionó al hablarles a los padres de Stefano, ya que también es padre, y destacó que su representado está arrepentido.

"Morales me ha dicho que si pudiese dar para atrás a esa noche, lo haría, pero no puede. Lo que sí podía hacer era sentarse y relatarles lo ocurrido para poder dar una sensación de conclusión de este caso a la familia", indicó Dansoh.

La fiscal federal María Domínguez -quien procesó el caso junto a Jacqueline Novas Debien- recordó que comenzaron a investigar el caso sin pistas y que lo único que afortunadamente había era el número de tabilla que Stefano le dictó a su mamá por teléfono del auto que le perseguía y que luego se le puso en frente, tratando de que se detuviera. Destacó que "si no llega a ser por Stefano, este caso posiblemente nunca se hubiese esclarecido".

"Era importante que la historia completa se supiera. Entiendo completamente cuando Eric Steenbakkers pide a la corte una sentencia de vida en la cárcel, entiendo, pero debemos regirnos por el acuerdo", dijo Domínguez, sollozando.

Morales López, de 21 años, pidió perdón a la familia de Stefano.

"Sé que no existen palabras para calmar el dolor. Sé que ese dolor nunca se va a calmar. No tengo hijos, pero sé que tiene que ser un dolor bien grande y sé que no importa lo que diga, nunca lo podré devolver, pero quiero decirles, expresarles de corazón, que me siento bien arrepentido por el dolor causado a la familia (mirándolos). Fue mi decisión y no fue la mejor decisión que pude tomar. Me arrepentimiento, es de corazón, es de verdad y les pido perdón, y perdón a mi familia por todo esto", señaló Morales López.

El juez honró el acuerdo, pero impuso la pena más alta del estimado de años recomendados, aun cuando la fiscalía recomendó imponer la pena mínima de 24 años por su cooperación en el caso, dado a que se convirtió en el testigo estrella contra Amador Huggins, quien fue señalado como el autor intelectual de los hechos.

"Espero que en esta Isla la gente empiece a apreciar la dignidad humana, no por lo que tienen, sino por lo que son. Espero que esta sentencia envíe un mensaje a personas como tú. Para mí es difícil imponer estas sentencias, pero espero que todo esto culmine algún día", manifestó el juez García Gregory.

Fuera de sala, la madre de Stefano indicó que creyó que el arrepentimiento de Morales López era genuino, contrario al de Amador Huggins.

"Yo creo que John Anthony está arrepentido de verdad. Ese abogado es un ángel y creo que lo ha ayudado mucho a reconocer lo que hizo. Amador Huggins no tiene una onza de arrepentimiento", expresó Betancourt.

Betancourt agregó que "voy a rezar para que aparezca" la persona identificada durante el juicio por el apodo de "Gordo", y quien se dijo fue quien proveyó el arma a los coacusados y quien les ofreció $1,500 por robar un vehículo. Esa persona no ha sido identificada por las autoridades.

Aún llorosa, la fiscal Domínguez recalcó que entendía la posición de los padres, pero que se llegó al acuerdo con Morales López para poder saber todo lo que ocurrió la noche del 24 de junio de 2012.

"En 28 años, nunca me ha pasado esto. Ha sido una pérdida que nos ha tocado de una manera personal porque ambas (Novas Debien) somos madres y somos fiscales, pero somos humanos también", explicó Domínguez, quien aclaró que el acuerdo se consultó con los padres de Stefano y que fue sentenciado dentro del término establecido por las reglas, según se acordó cuando Morales López hizo alegación de culpabilidad el 5 de junio pasado.

El crimen cometido contra el estudiante de escuela superior ocurrió en la carretera PR693 en Dorado.

Según trascendió en el juicio contra Amador Huggins, este último buscó a Morales López a su hogar en Caguas para hacer un "carjacking" y fueron a un residencial en Cataño, donde Gordo les proveyó el arma. Siguieron a Dorado y vieron una guagua Lexus blanca que les interesó.

Amador Huggins chocaba levemente el auto de Stefano con la intención de que se detuviera y poder robarla con el conductor adentro y dejarlo en un paraje solitario. Pero el conductor no se detuvo y lo rebasaron para interceptarlo, y Amador Huggins le dijo a Morales López que se bajara, le dio el arma y le dijo que "hiciera lo necesario" para que parara.

Stefano trató de rebasarlos, y fue cuando Morales López disparó y lo mató.