Caso mucama: En duda preparación y experiencia de la agente investigadora del caso
Aida de los Santos le contó a la Policía que vio a un hombre enmascarado con el cuchillo en la mano y a su jefa con sangre.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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La poca experiencia de la agente investigadora Ormarie Roque, encargada del caso de la muerte de Georgina Ortiz Ortiz, y la incongruencia entre los detalles que supuestamente sabía la acusada, Aida de los Santos Pineda, acerca del crimen consumieron ayer la mayor parte de la larguísima jornada en el juicio contra la mucama.
Asimismo, la versión que la empleada doméstica dio 21 días después de los hechos acerca de la persona que entró al apartamento esa tarde, cómo estaba enmascarado y lo que sucedió asombró a varias personas en la sala.
La agente solo tenía dos años y tres meses de experiencia y había participado en unas 15 investigaciones criminales, aunque en la mayoría era la colaboradora y no la encargada. La funcionaria reconoció que los cursos especializados que tomó en investigación criminal sumaban solo tres semanas.
La agente reveló que los casos en la División de Homicidios se asignan según una lista y no según la experiencia de cada agente.
Roque declaró que entrevistó a la empleada doméstica varias veces. Pero, el 7 de septiembre de 2010, unos 21 días después de que asesinaran a Ortiz, esposa del ex juez del Tribunal Supremo Carlos Irizarry Yunqué, la entrevistó nuevamente y esta le aclaró que el día de los hechos vio a un hombre entrar al apartamento porque su jefa le abrió la puerta. Sin embargo, no le vio la cara porque este le daba la espalda.
Aida le dijo que escuchó decir a su jefa que era la última vez que le daba dinero. Después bajó a esperar al ex juez, quien nunca llegó. Al regresar, encontró ambas puertas de entrada cerradas, y su cartera sin las llaves del apartamento.
Pero no se fue, como contó en un principio.
Ese día le dijo a la agente que tocó tanto la puerta principal como la del laundry, y el timbre en varias ocasiones, y en voz alta dijo que si no le abrían iba a llamar a la Policía. Entonces, Georgina le abrió tapándose el cuello con una toalla azul, y vio que le bajaba “un poco de sangre”.
Aida le dijo a Roque que le preguntó a su jefa qué le había pasado. La víctima se echó para atrás y le dijo: “No me toques, que Carlos me tendió una trampa”. Luego, Aida dijo que vio salir del baño de Georgina al mismo individuo que vio antes, con el gorro marrón tapándole la cara –excepto los ojos y la boca– y con un cuchillo en la mano. El hombre la agarró y se la llevó a la cocina y le dijo: “Esto se salió de control, tú no tienes nada que ver. Vete y no digas nada”.
Aida le dijo a la agente que no llamó a la Policía o al guardia de seguridad del edificio porque pensó que quizás era un “show” de su jefa para poder quedarse sola con el individuo “para hacer otras cosas”.
También Aida le contó a la agente investigadora que la nota que le dejaron en su casa por debajo de la puerta tres días después del crimen decía: “Lee esta nota, quémala y cierra el pico”. Debajo de eso estaba la dirección de su hija en la República Dominicana.
En un ir y venir de fechas, la fiscal Elba Acevedo minó la credibilidad de la acusada al insistir en que esta le contó a Marangelí Merced, esposa de su nieto Francisco Romero, detalles de cómo murió Georgina, incluyendo cómo se defendió, el tipo de herida que le hicieron en el cuello y las heridas de defensa en las manos, entre otras. En la fecha en que hizo el relato no era posible que supiera tantos detalles, ni siquiera por sus entrevistas con los agentes o la visita que hizo al día siguiente al condominio.
Roque dijo que le mostró a Aida un cuchillo en una foto muy pequeña y la mujer lo reconoció como de la cocina de su jefa, pero le manifestó que “era muy grande y que ella no lo utilizaba”. Esto contrasta con la teoría de la defensa que ha intentado establecer que es lógico que haya huellas de Aida en el cuchillo porque una de sus funciones era cocinar y ese día en específico peló viandas.
Roque dijo que se ocuparon cinco celulares, incluyendo dos de Irizarry Yunqué, el de la víctima, el de la acusada y el de su nieta. Las llamadas en el celular de Aida estaban borradas y esta dijo que era lo que ella siempre hacía.
En un análisis detallado, tras solicitar el registro a la empresa de telefonía, se indicó que esa tarde Aida llamó a su nieta y a Merced varias veces desde poco antes de las 2:30 de la tarde, que es su hora de salida, hasta, por lo menos, las 2:48. A las 3:44 hay una llamada de nueve minutos que no se detalló a quién fue y después de las 5:00 hay tres llamadas a un amigo de ella, Silvio Hidalgo, a quien supuestamente Aida le había pedido que fuera al apartamento de su jefa a cobrar los $5,000 que le debía.
En otro giro, la fiscal sacó a relucir una cuenta a la que solo tenía acceso la víctima, con un balance de unos $60,000, para debilitar la suposición de que el ex juez controlaba el dinero que tenía su esposa.
Roque expresó que un gabán color marrón que estaba en un gancho en el clóset del ex juez se trabajó con luminol, pero no se le encontraron rastros de sangre. Fue la única pieza de ropa que se mencionó que fue sometida a ese examen.
El presidente del Comité Dominicano de Derechos Humanos, José Rodríguez, criticó la decisión de la jueza Eloína Torres Cancel, que preside el caso, de extender los procesos hasta las 8:00 de la noche.
Rodríguez reclamó que la determinación atenta contra el derecho de la acusada a un juicio justo, ya que los miembros del jurado ya estaban extenuados y sin procesar adecuadamente toda la información.
“Hacemos un llamado a la jueza para que no extienda de esta manera los procesos. El jurado ya está cansado y la posibilidad de que no escuchen bien la prueba aumenta... La misma Aida, con su rodilla operada, se afecta”, expresó.