Arrebatan la vida a padre de familia
David Manuel Méndez, de 36 años, falleció a causa de los disparos que le hizo uno de los dos pillos que asaltaron el negocio Super Piezas Importadas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
PUBLICIDAD
En plena Semana Mayor, la familia Méndez Calderón atraviesa su propio viacrucis.
Uno de sus miembros fue asesinado el martes en la tarde por un dúo de sicarios que, de forma inclemente, le arrebató la vida en momentos que cometían un atraco en el local de venta de piezas de autos para el que trabajaba.
“Cuando me dan la noticia, yo digo: ‘Jesús me diste, me diste duro pero así mismo me vas a levantar... Me has probado a fuego pero yo sé que no me vas a dejar sola’”, indicó una dolida pero fortalecida María Calderón sobre la partida de uno de sus tres vástagos.
David Manuel Méndez, de 36 años, falleció a causa de los disparos que le hizo uno de los dos pillos que asaltaron el negocio Super Piezas Importadas, en Carolina. El padre de cinco varones, entre las edades de cinco y 17 años, había sido trasladado al local desde la tienda de Fajardo hacía sólo seis meses con la encomienda de levantar las ventas. El martes lo sorprendió la muerte.
Ayer, el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) asumió jurisdicción en la pesquisa. Según la investigación inicial de la Uniformada, el asaltante haló el gatillo luego que éste se tardará en lanzarse al suelo.
Ayer, la familia aún no podía asimilar el hecho de que formaban parte de las estadísticas del crimen. De este mal que está acabando con la sociedad puertorriqueña. “Estamos viviendo tan mal en Puerto Rico, pero tú nunca esperas que a ti te pase”, dijo María, quien se ha apoyado en su fe católica para atravesar el momento.
“Monín”, como conocen a María, estuvo el martes, día del crimen, de 5:00 de la mañana a 3:00 de la tarde en la capilla de la comunidad Villas de Loíza preparando el altar para las festividades religiosas de este fin de semana. Ayer, en medio de su dolor, confiaba en culminar la decoración del aposento.
A Monín le faltaron adjetivos para describir a su hijo. Era un hombre alegre, fiestero, pero, sobre todo, trabajador y buen padre. “Ahora me quedo sin técnico de refrigeración, sin mecánico de carro... pero me quedo con algo especial. Le doy gracias a Dios, en medio del dolor, porque sé que puedo hablar bien de él, que no tengo que bajar mi cabeza”, sostuvo.
“No fue a un bandido que mataron. Fue un hijo bueno que le tocó la hora en una forma que no esperábamos”, agregó la mujer desde su hogar en Río Grande y rodeada de algunos de sus 11 nietos.
Al lado de Monín estaba Damaris, quien sólo tuvo halagos para su hermano de quien, dijo, era compinche desde niña. Con él vivió momentos de alegría y eterno agradecimiento como cuando le prestó dinero para tratarse una condición de salud, recordó.
“Era bien dado y desprendido. Era una persona que si tenía y tú necesitabas, no le importaba quedarse sin nada”, dijo sobre “Nolo”.
Damaris no duda que cada paso en la vida de David estaba escrito. Sus mayores sueños, que era llevar a sus hijos a Disney y ver un partido del equipo de Boston de Grandes Ligas, los logró el año pasado.
Su hijo mayor acaba de sacar la licencia de conducir y es estudiante destacado en la Escuela de Béisbol de Ceiba. De hecho, gran parte de su tiempo libre, David los pasaba en los parques de pelota con sus hijos. También era un apasionado del ciclismo.
“Ya Dios tenía todo planificado. A pesar de su corta vida, él pudo lograr las cosas que tenía en su mente. Su esposa estaba sin trabajo y hace mes y medio empezó a trabajar”, comentó Damaris.
Con sus sobrinos, relató, David era un charlatán. Recordó que era loco asustando a su hijo de cuatro años, Andrés. “Lo asustaba tanto que llegaba el momento que Andrés temblaba. Y cuando pasa todo esto digo: ‘Andrés, no te van a asustar’... como desearía que ese susto estuviera y ahora no va a estar”, expresó sin poder contener las lágrimas.
Tanto Damaris como Monín accedieron a hablar, cansadas de que sólo sean los malos los que se escuchan entre el pueblo. “Los malos siguen haciendo tanto ruido que ya hay que hacer un cambio en Puerto Rico, porque somos muchos los que nos sacrificamos, los que tenemos sueños de ver unos hijos echar para alante, de ver la familia unida, y que venga alguien que no se quiere superar, que solamente quiera depender de lo que pueda arrebatarle a los demás, a derrumbarte tu familia”, señaló.
La Policía logró ayer identificar a uno de los participantes del asesinato gracias a los vídeos de las cámaras de seguridad localizadas en el negocio.
Un grupo especial creado para el esclarecimiento del caso identificó a uno de los maleantes como un prófugo de la justicia desde el 2010, acusado por el asesinato de un contratista de origen dominicano ocurrido el 31 de julio del 2009 en medio de un robo domiciliario en su residencia de la urbanización Villas de Loíza, en Canóvanas.
Primera Hora supo que Juan E. Seary Colón, de 28 años, apodado “Ricky el Diablo”, vecino de la urbanización Villa Fontana, es un sanguinario delincuente, miembro de la pandilla de “Satanás”, preso hace varios años por el crimen de una niña, y es sospechoso también del tiroteo ocurrido el pasado 27 de marzo cerca al Tribunal de Carolina, donde fue asesinado Alexis Correa Peña, de 22 años.
“Se está investigando también la posibilidad de que estas personas hayan participado en otros robos en la región... las cámaras muestran que estas personas no tenían el rostro cubierto y confiamos ver si algunos de los vídeos que tenemos nos muestra una verdadera descripción de los autores de los hechos, para nosotros poder divulgar la foto para que la gente nos ayude con esta investigación”, se limitó a decir el coronel Leovigildo Vázquez, superintendente auxiliar de operaciones de campo.
El grupo de trabajo acudió al aeropuerto Luis Muñoz Marín de Isla Verde para distribuir su boceto en caso de que intente abandonar el país.