“Todos los días le pido a Dios por justicia”.

Cerca de las 9:45 p.m. se estacionó frente a su hogar una guagua de la Unidad Especializada de Investigaciones y Arrestos (UEIA). Al fin. Su esposa Isabel Castro, y su hijo Anthony Ramos Castro, ya lo esperaba con el portón y los brazos abiertos. 

“Le diría al País que nos den la oportunidad de probar nuestro caso. Que vean lo que realmente pasó hace 25 años, que encarcelaron a personas inocentes y eso es un dolor terrible. Estar confinado siendo inocente es algo terrible. Es difícil de explicar”, dijo entre sollozos, pero firme, Ramos Cruz.

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Luego un abrazo largo a su familia y dos de las abogadas del Proyecto Inocencia, Lillianette Cortés y Vanessa Mullet, el hombre cambió su t-shirt blanca por una camisa que leía “Inocente”. No había mucha gente en su casa. Esta vez prefirieron atesorar la intimidad.

Mientras tanto, su hijo de 26 años y de ojos grandes -como los de Castro-, contenía las lágrimas a la vez que sonreía. Tres agentes del Departamento de Corrección explicaban a la familia el funcionamiento del grillete y culminaban el papeleo de rigor.

“Son muchas emociones juntas y ver a mi hijo, de preso, crecer. Son cosas que duelen... No estar con él en el cumpleaños, en la escuela. Me he refugiado siempre en los caminos del Señor”, dijo Ramos Cruz a este medio.

No fue la primera vez que estuvo en su casa, ya que anteriormente logró obtener tres pases de 24 horas para estar con su familia. Ramos Cruz conoce las paredes blancas, los cambios a la cocina y el espacio del armario que le tocará ocupar.

Durante el encuentro no hubo tristeza, salvo en algunos segundos. Lo demás fueron risas y bromas.

Su esposa ya le adelantó que le toca cortar la grama y hasta cocinar. A Ramos Cruz no le pesa. Se confesó como una persona limpia que siempre está al pendiente de la organización de cada cosa.

“Estoy viendo la justicia divina en este momento”, afirmó el hombre.

“Yo sé que este es el comienzo de un proceso que voy a enfrentar nuevamente, tener que vivir nuevamente momentos difíciles y sé que la familia de las víctimas también están pasando por momentos difíciles, pero aquí tienen a la persona equivocada”, dijo. 

Ramos Cruz está convencido de que se logrará identificar a quien llamó el verdadero culpable. “No estoy señalando a nadie”, afirmó, pero seguirá dando la lucha junto al otro acusado, Juan Carlos Meléndez Serrano.

“Cuando regresé (a la prisión en Sabana Hoyos, Arecibo) hasta los mismos guardias fueron para allá porque todo el mundo empezó a aplaudirme. Allá son como 216 confinados y todos empezaron a aplaudir porque ellos siempre creyeron en nuestra inocencia”, compartió.

Ramos Cruz y Meléndez Serrano fueron excarcelados ayer luego que la jueza Berthaida Seijo Ortiz, del Tribunal de Primera Instancia de Carolina, resolvió concederles un nuevo juicio luego de determinar que en este caso ha aparecido prueba nueva de ADN que no estuvo disponible durante el proceso de acusación y juicio, ocurrido a principios de la década de 1990.

Ambos fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato a puñaladas de Haydée Maymí y sus dos hijos.