A cinco meses de su liberación, Alexander Capó Carrillo, el excapo conocido como “Alex Trujillo” ha invertido el tiempo fuera de cárcel para ir reconstruyendo su vida acercándose más a sus hijos, cumpliendo la promesa de evangelización que hizo tras barrotes y dándose la oportunidad de establecer una relación sentimental.

El proceso de reinserción a la sociedad ha sido paulatino, pero centrado en fortalecer su fe religiosa, una que inició mientras estuvo cumpliendo condena por cargos de narcotráfico.

Así lo expresó Capó Carrillo a Primera Hora tras participar de un servicio religioso efectuado en la rotonda de Centro Médico para orar por la salud del agente Waldemar Burgos Rodríguez, baleado en la cabeza durante una persecusión policiaca. Durante la actividad estuvo acompañado de su amigo, el pastor y cantante religioso Héctor Delgado, conocido antes como “El Father”.

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“Le doy gracias a Dios por poner personas como Héctor en mi vida que me han brindado la mano. También agradezco al pueblo de Puerto Rico porque cada vez que salgo la gente me recibe con los brazos abiertos y me apoyan para seguir adelante”, sostuvo quien fue liberado bajo la Junta de Libertad Bajo Palabra en noviembre de 2021 tras cumplir 15 años de cárcel a nivel federal y estatal.

La libertad de Alex está condicionada a que tiene que realizar labores comunitarias. Además, posee un grillete eléctronico y horarios restringidos para salir hasta 2024 cuando extinguirá su condena.

Cuando fue liberado en noviembre el excapo reconoció tener temor de enfrentarse a su pasado.

“Son 15 años que estuve preso y cuatro años prófugo que era como estar encarcelado. Ahora al vivir libre Dios me está restituyendo todo aquello que perdí por la violencia: mi inocencia, estar en paz, ser un ciudadano normal. Esto es algo que desde los 12 años no pude lograr”, acotó.

Puntualizó que mantiene comunicación con sus hijos, quienes viven en Estados Unidos, y con los que tuvo oportunidad de reencontrarse hace unos mees. “Espero poder seguir haciéndolo cuando vengan a Puerto Rico”, anheló.

En el aspecto sentimental también ha tenido transformaciones luego de conocer a una mujer cristiana que comparte su misma pasión por ayudar al prójimo.

“Me comprometí el domingo pasado y estoy próximo a casarme. Estoy haciendo muchas cosas que soñé estando en la cárcel”, explicó al indicar que conoció a su novia, una cantante cristiana de nombre Ixia Navarro, tras la liberación.

Dijo que le ha pedido “dirección al Señor” para tomar decisiones responsables y “por eso estamos en ese proceso de casarnos”.

Sostuvo, además, que ha cumplido la promesa de evangelizar en la comunidad, particularmente a los adolescentes en las escuelas.

“Me he mantenido yendo a las escuelas para hablarles sobre mi historia... ayer se convirtieron 20 jóvenes en una escuela. Estoy viendo que ese milagro que Dios produjo en mi vida lo hace también con otros jóvenes”, expresó.

“De verdad estoy bien agradecido con la gente porque no me ven como el hombre que fui en mi pasado. Están viendo la nueva persona que Dios ha hecho de mí en esta segunda oportunidad”, agregó.

Antes de los 14 años Alex se convirtió en uno de los capos de drogas con mayor prosperidad en la venta de drogas a través de residenciales entre San Juan y Carolina. Hizo muchos enemigos y huyendo de estos fue que llegó al residencial Nemesio R. Canales, donde estableció el control del área. En esa época también empezaron a buscarlo las autoridades federales e inició una vida en el clandestinaje por seis años, un periodo que sufrió la humillación de ver cómo arrestaron a su papá y lo condenaron a cuatro años de cárcel, por unos crímenes que realmente había cometido él.

Finalmente, el exsicario fue arrestado en diciembre de 2006 en un apartamento del residencial Nuestra Señora de Covadonga, en Trujillo Alto, por un contingente de policías. Alex tenía consigo una Biblia. Y en el lugar también había unos discos de música cristiana, melodías que, aun cuando no era cristiano, escuchaba buscando paz para calmar la tempestuosa ansiedad que le provocaban sus pecados. “Era la única forma que tenía para dormir”, cuenta quien niega haber sido adicto a las drogas o alcohol.

Alex fue sentenciado en el foro federal a 20 años de cárcel por cargos de conspiración para distribuir sustancias controladas como parte de una organización de narcotraficantes, por el uso de un arma de fuego y por portar un arma de fuego cerca de un plantel escolar. A nivel estatal, fue condenado a 35 años por un cargo de asesinato. El acuerdo para declararse culpable incluyó que la condena fuera concurrente con la pena federal.

En cambio, a principio de 2021, el juez federal Gustavo Gelpí le concedió a Alex una reducción de 240 meses a 200 meses de cárcel, según se desprende del expediente electrónico del tribunal federal.

Posteriormente, en febrero de ese mismo año, llegó a Puerto Rico para cumplir la condena estatal. De inmediato fue llevado a la cárcel de Bayamón, de donde salió bajo la Junta de Libertad Bajo Palabra el 2 de noviembre.