Agentes monitorean que las víctimas estén a salvo -VÍDEO
Sobrevivientes de violencia de género confían plenamente en los policías del Municipio de Carolina que las protegen.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Eran poco más de las 10:30 a.m. cuando la patrulla de la Policía Municipal de Carolina salió del centro de mando rumbo a la primera visita del día.
Haciendo gala de su buen humor, el agente Rubén Flores, de 43 años, se dirigía a la casa de una de las 20 sobrevivientes de violencia de género bajo el programa de toma de firmas de la División de Órdenes de Protección de la Policía Municipal de la Ciudad de Gigantes.
Los agentes de este grupo dan rondas frente a las casas de las sobrevivientes, las visitan y conversan personalmente con quienes voluntariamente solicitan que, como parte del plan de seguridad, se les tome la firma a diario.
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Este día, Flores tomó la primera firma de una sobreviviente que recién había obtenido una orden de protección contra su compañero por serias amenazas de muerte.
Al terminar la visita, el policía relató que la joven le habló de varios episodios de maltrato. “Ella está en el ciclo de la violencia y ahora se siente culpable, pero ya hice clic con ella y espero que podamos lograr lo que siempre hemos logrado: que salga del ciclo y retome su vida”, contó el agente, que lleva 17 años en la Uniformada y cuatro en la unidad especial.
La segunda visita fue a la jovial Digna E. Roena, de 67 años, quien recibió a Flores con su bisnieto al hombro y una contagiosa sonrisa en los labios.
“Todos los días tengo policías en mi puerta preguntándome cómo estoy, y cuando no estoy aquí, me buscan. Me siento muy segura con ellos y ya los quiero como si fueran mi familia”, dijo la mujer sobre el programa al que pertenece desde el año pasado.
Roena, una enfermera retirada, da fe de que está “viva de milagro” y su testimonio lo comprueba. “A mi misma casa me vinieron a matar con un cuchillo, y gracias le doy a ese gran poder de Dios que en ese momento aquí había una amiga y cuando él vio a mi amiga huyó. Me dijo dos o tres cosas, pero no me mató”, contó.
La orden de protección es reciente, pero el maltrato que vivió se extendió por 25 años. “Yo no se lo decía a nadie. Tú sabes que los padres de antes no son como los de ahora. Una vez me fui a casa de mi papá con mis hijos, y mi papá me dijo: ‘Si lo conociste malo, malo te quedas con él, aquí no te quiero’, y eso fue lo que me hizo no virar jamás. Me quedé ahí pasando las de Caín”, relató.
Pero finalmente salió del ciclo y no quisiera que otras mujeres vivieran lo mismo que ella vivió. “Yo les digo a todas las mujeres de Puerto Rico que, cuando tengan problemas con su esposo, hay recursos, hay programas, hay gente que se sienta a escuchar a uno. No se queden calladas. Y que, cuando los esposos son así con uno, lo mejor es seguir, darles la espalda y seguir adelante sola, y no quedarse callada. Siempre consultar con alguien, con una amiga, madre, hermana, contar el problema que uno tiene con ese compañero, no quedarse callado, no llegar al extremo de que maten a uno”, dijo.
El proyecto también le ha cambiado la vida al agente Flores. “Yo he aprendido lo que es servir y proteger, que debe ser la función primordial de un policía, más que dar los boletos o atender un accidente de tránsito, que la ciudadanía se sienta segura”, expresó el elocuente uniformado.
“Esto me ha hecho una persona más humana, puedo entender el sufrimiento de otro porque nos convertimos en una familia”, agregó.
Y la satisfacción que siente es instantánea. “Yo quisiera que estuvieran dentro de mí para que supieran cómo yo me siento. Con solamente una persona que logre sobrepasar este episodio es grandioso. Una sola vida que se salve, para mí, es la mayor satisfacción”, aseguró sonriente.
“En la visita inicial, la idea es explicarle a lo que voy, por qué estoy ahí. Presentarles las reglas de juego, que no cambien la rutina, que no esperen por mí, que yo la busco. La idea es que la víctima sepa que yo estoy pendiente de ella”, explicó el agente Flores.