Aflora nueva versión sobre el crimen de Georgina Ortiz
Yocasta Brugal desmiente hipótesis del patólogo que hizo la autopsia a Georgina Ortiz.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Tras presentar una nueva teoría de que la persona que asesinó a Georgina Ortiz Ortiz, esposa del ex juez del Tribunal Supremo Carlos Irizarry Yunqué, lo hizo parado detrás de la víctima y que debía ser zurda, la defensa de Aida de los Santos Pineda pidió ayer su absolución perentoria.
La jueza Eloína Torres Cancel, quien preside el juicio contra la mucama, se reservó el fallo hasta que el jurado emita su veredicto.
De todos modos, la posibilidad de que el atacante no haya estado de frente a Georgina, como estableció el patólogo forense de la fiscalía, Carlos Chávez, abrió una nueva puerta para la empleada doméstica, que es diestra y la única acusada hasta ahora.
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Yocasta Brugal, ex directora del Instituto de Ciencias Forenses (ICF) y quien ha realizado más de 15,000 autopsias, fue la perito de defensa encargada de poner sobre la mesa la nueva hipótesis.
A su juicio, y citando varios libros y autores expertos en patología, Brugal indicó que el tipo de herida que tenía Georgina en su cuello era muy larga y “ limpia” como para que se hubiese hecho de frente, ya que la flacidez del cuello no lo permitía.
Brugal descartó por completo que la herida se hiciera agarrando el cuchillo con solo dos dedos.
La experta también mostró duda sobre las pequeñas ranuras del cuchillo recuperado en la escena - que es la pieza estrella en este caso- y dijo que era posible que hubiesen dejado algunas marcas de abrasión en los bordes de la herida.
Aunque esas ranuras son pequeñas, Brugal testificó que debieron arrancar material genético, refiriéndose a la piel o músculos, y eso no estaba presente en el arma.
“En este caso la herida de Georgina es compatible con un arma de buen filo. Para saber si (el cuchillo recuperado) tiene buen filo hay que mirar y probar”, afirmó en clara crítica a la labor de investigación forense. Chávez nunca dijo que hiciera pruebas de ese tipo.
Ante la ausencia de l material genético en las pequeñas ranuras, Brugal entiende que se limpió el arma blanca o fue plantada en el lugar para hacer ver que se trató de un suicidio.
El esposo de la víctima, quien dijo que encontró muerta a su esposa aquel 17 de agosto de 2010 cuando llegó a su casa, supuestamente, después de las 5:00 de la tarde, le dijo a su vecino que Georgina se había suicidado.
En lo que fue su momento débil, Brugal reconoció que, de las fotos y el análisis de la escena del crimen lo único que no puede explicar son las manchas de sangre en el falso techo donde están los conductos del aire acondicionado, justo encima de donde se encontró la víctima.
“¿De acuerdo a la evidencia... y a las manchas en el techo, que usted no se puede explicar, se reafirma en que la herida fue desde atrás?”, le preguntó la fiscal Elba Acevedo. “Sí”, respondió la experta.
Para que esas manchas llegaran allí el atacante debía cortar una arteria, lo que no sucedió.
Fotos tomadas en el lugar apuntan a que había salpicaduras similares a ambos lados del pasillo que da a los cuartos.
Pero una teoría que tanto Brugal como Chávez aceptaron que era posible es que el cuerpo de Georgina se hubiese manipulado o cambiado de posición tras el crimen.
Mientras, en su turno para refutar, Chávez describió las manchas de sangre en el techo bajo como “pocas” y “relativamente dispersas”.
Además se reafirmó en que el atacante estaba frente a Georgina cuando le hizo la herida letal en el cuello.
Sin embargo, a preguntas del abogado Aarón Fernández, reconoció que si una persona se defiende la herida que le hacen es irregular, contrario a la que tenía la víctima.
Sobre la hora de muerte de Georgina, Chávez había estimado que ocurrió entre las 11:30 y las 2:00 de la tarde de ese día, basado solamente en la rigidez cadavérica y en el proceso de digestión que presentaba el cuerpo.
Brugal descartó establecer un posible margen de horas y atacó la teoría de Chávez diciendo que el punto de mayor rigidez cadavérica no es entre 12 y 14 horas, como dice el perito, sino entre seis y 12 horas. Además enfatizó en que se tiene que tomar en cuenta el aire acondicionado que, en este caso, estaba prendido y encima del cuerpo. Mencionó como ejemplo un caso con dos muertes, en una misma casa, una en el sótano y otra en un cuarto con aire y la diferencia en la rigidez era bien marcada.
“En el caso que nos ocupa pudo haber lucha... y la rigidez se pudo dar antes (de las 12 horas)”, afirmó.
Chávez opinó que la lucha de Georgina con el atacante no se puede catalogar como ejercicio intenso que afecte la rigidez, pero después reconoció que debió ser una situación de mucho estrés. Brugal había dicho que “donde hay estrés se puede acelerar rigidez cadavérica”.
“Cuando hay peligro, te defiendes o huyes y se paraliza el sistema estomacal”, afirmó también la experta para refutar la teoría de que habían pasado apenas dos horas desde que Georgina comió.
En lo que sí coincidieron ambos peritos es que los medicamentos, como el Prozac ingerido por la víctima, no debieron afectar su rigidez o vaciado gástrico.
Tampoco la edad es un factor que cambie la rigidez, pero sí pudo afectar su proceso digestivo, dijo Brugal.
En cuanto al material genético encontrado bajo las uñas de la víctima, que le pertenece a más de un hombre, Chávez dijo que no excluye a algún otro sospechoso.
Otro punto que debatieron los peritos fue la fuerza que se requería para realizar la herida de cinco pulgadas de largo en el cuello de la víctima.
Chávez, en su análisis, comparó la fuerza necesaria con la de “cortar un pollo”, pero Brugal dijo, en un tono pueblerino y arrancándole risas al jurado, que “depende si el pollo está en mesa o corriendo por el patio”.
De esa manera Brugal enfatizó en que el cuello de Georgina debía estar estirado cuando la cortaron.
Con los testimonios de Brugal y Chávez, ayer culminó el proceso de presentación de testigos y evidencia.
Fue entonces cuando el abogado Aarón Fernández pidió que la jueza absolviera a la acusada y argumentó que la prueba no es suficiente ya que no la vincula directamente con el crimen, y tampoco hay evidencia de “intención de matar” a su jefa o de concertar con alguien más su muerte, por actos anteriores que hayan desfilado en sala. Según expresó, la prueba se basó en inferencia sobre inferencia, no inferencias sobre hechos.
Por su parte, la fiscal Acevedo, citando muchos de los mismos casos que Fernández nombró que han sentado precedentes sobre el tema, dijo que los actos posteriores sí podían vincular a Aida con el crimen, más allá de una mera presencia en el lugar.
Al reservarse el fallo, la jueza dejó el destino de Aida en manos del jurado, que escuchará las argumentaciones de cierre el miércoles y empezará a deliberar el jueves de la próxima semana.