A 25 años de la desaparición de Rolandito: “Yo sé que mi hijo está vivo”
El tiempo no ha minado las esperanzas de Iris Jusino Seguinot y Rolando Salas Cardona para volver a compartir con su vástago, que hoy tuviera casi 30 años de edad.
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Nunca han dudado que está con vida.
Han pasado 25 años desde la desaparición del entonces niño Rolandito Salas Jusino y, a lo largo del tiempo, sus padres, Iris Jusino Seguinot y Rolando Salas Cardona, aguardan por volver a estrecharlo entre sus brazos para depositar todo ese amor que le han guardado. Sus corazones, aseguran, les dictan que está vivo.
Rolandito fue visto por última vez al atardecer del 7 de julio de 1999, mientras jugaba en el parque de la urbanización Colinas del Plata, en Toa Alta. Tenía solo cuatro años. Desde ese día, figuraba como sospechoso la expareja de la mamá, el camionero Roberto Gotay Valcárcel, quien la visitó esa tarde en violación a una orden de protección por violencia doméstica y le pidió permiso para llevar al menor a comprarle una bicicleta. La mujer no se lo permitió.
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Un niño de cinco años alegó que vio a Rolandito montarse en la guagua de Gotay Valcárcel. El hombre nunca fue acusado por esta desaparición.
“Son 25 años de esta pesadilla de la que no he podido despertar, porque esto está inconcluso y yo sé que mi hijo está vivo, pero yo quiero poderlo abrazar, hablar con él. Yo no sé si ya soy abuelita. Ya, de una vez y por todas, si me iban a hacer daño, (el responsable) me lo hizo no solamente a mí, sino a toda mi familia. Los abuelos ya han fallecido, murieron con ese vacío, ese dolor en su corazón de no volverlo a ver. Que diga ya qué pasó con él. Si este señor (Gotay Valcárcel) fue el artífice, tuvo que involucrar a otras personas”, sentenció Jusino Seguinot.
El padre del menor, por su parte, espera que algún día a sus raptores les remuerdan sus conciencias y revelen lo que le ocurrió a su único hijo.
“Lo que ocurre es que estas personas, posiblemente, deben tener las mentes deterioradas. Cuando Dios los toque, yo sé que siempre va a haber uno que hable, tarde o temprano y aquí se va a saber lo que ocurrió con el nene. Yo los exhorto a que hablen, de que se liberen de eso, porque muchas veces cuando uno tiene esas cosas ocultas lo que hace es enfermarse y que se liberen y eso les va a dar el perdón y que busquen de Dios”.
Para la mamá de Rolandito, su mayor dolor es que pasado un cuarto de siglo de su desaparición, si algún día se logra el tan anhelado encuentro, él la haya olvidado.
“Cuando me pongo a pensar duele, porque no es justo la forma en que me lo quitaron (a los cuatro años). Todas las noches pido a Dios que sueñe con él, que me muestre dónde está, de verdad, ya no es tan frecuente como quisiera”, comentó entre lágrimas al abrir sus sentimientos.
En ocasiones, piensa o espera que la persona que lo adoptó –pues confía en que así sucedió– le haya dado amor y un hogar donde pudo estudiar, desarrollarse y convertirse en un ciudadano de bien.
“Mi corazón me dice que mi hijo está vivo, la esperanza está ahí hasta el día que yo (no exista) y el sentimiento igual. Yo funciono y todo, Dios me ha dado la capacidad de poder trabajar... pero cuando hablo de él, casi no puedo hablar. No importa que tenga dos hijas. Él es mi hijo, ningún hijo sustituye a otro y todas las noches le pido a Papá Dios que al día siguiente tengamos esa noticia, que sea en el día de Él, no en el mío, pero van 25 años, que no es fácil”, dijo con un nudo en su garganta.
Los años pasan y Salas Cardona asegura que siente a su hijo en cada pálpito de su corazón.
“Sí, en mi corazón sí está vivo y están buscando a un muchachito, no, a un joven vivo y hasta que no se pruebe lo contrario, tienen que seguir buscándolo así, porque mucha gente dice: ‘el nene ya (está muerto)’, pero entonces ¿dónde están los restos del nene?, ¿qué indicio tienen ellos de que está muerto para llegar a ese razonamiento?”, aseveró.
Aunque ya no sueña mucho con su hijo, su recuerdo lo conserva en su mente. “Siempre yo lo veo riéndose conmigo y haciendo cosas positivas. No lo veo en nada triste”, compartió.
Salas Cardona siente que se quedó solo buscándolo y que ningún esfuerzo realizado ha sido suficiente para lograr acercarse a él.
“Me siento solo, porque en estos 25 años yo he visto, ya conozco y la seguridad de Puerto Rico es solo una bolita de humo. Nadie está seguro. De verdad que lo que sí ha hecho muy bien la Policía es mantenernos (a la expectativa) de que se está trabajando, pero no se han visto los resultados no llaman a uno; yo no sé ahora mismo quién está a cargo del caso de mi hijo. Interpol dice que trae muchas cosas nuevas y celebran las cosas nuevas, es lo mismo. Estamos igual que la semana en lo que ocurrió lo de mi nene”, subrayó Salas Cardona.
El padre de Rolandito se mantuvo activo buscando desarrollar iniciativas para localizarlo. Viajó a Estados Unidos y República Dominicana, entre otros lugares donde las confidencias lo dirigían, participó de búsquedas extensas en la isla, repartió hojas sueltas por todos lados, procuró hasta que en eventos internacionales se divulgara la foto de su hijo para que el mundo entero supiera que estaba desaparecido, organizó vigilias y se ofrecieron recompensas, entre las múltiples e incesantes iniciativas.
“Con todo y eso, me siento que no hice mucho porque por un hijo, uno lo hace todo, pero sí, seguimos trabajando”, se lamentó.
Contó que este año, el próximo domingo, 7 de julio, en la mañana se llevará a cabo un culto en la Iglesia de Dios Mission Board del barrio Ingenio, en Toa Baja, para continuar clamando por su pronta localización.
Al mismo tiempo, pidió a las autoridades que no abandonen la búsqueda, que se pongan en su lugar y que den más de un 100% en su trabajo para que no vuelva a ocurrir una tragedia como la suya.
“Son 25 años y todavía hoy siguen ocurriendo desapariciones de niños. Siguen pasándolos por los aeropuertos como si nada, entonces no entiendo cuál es el progreso que ha habido”, observó Salas Cardona.
Mientras que, la mamá de Rolandito comentó que con la tecnología con la que se cuenta en la actualidad el caso se hubiese esclarecido con mayor premura. “Al principio, había muchas confidencias por muchas razones, porque lo vivimos. A esta fecha, asignaron el caso nuevamente, así que siento que no está engavetado y que otra vez van a actualizar, a revisar el expediente y ver que no se quedó algo (sin investigar), por parte del CIC”, reveló al tiempo que confirmó que la Interpol está trabajando con el Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) de Bayamón.
Para ella, la comunicación de los investigadores no ha sido la mejor, ni siquiera la llaman cuando descartan alguna confidencia, lo que es indispensable para validar que están trabajando en el caso.
Han sido numerosos los agentes que han atendido el asunto; unos renuncian, otros se han jubilado, los trasladan o ascienden y estos constantes movimientos de personal, que obligan al nuevo investigador a empezar de cero, también inciden en que el caso no haya avanzado de una manera positiva y mantienen a flor de piel esos sentimientos de dolor profundo, porque tienen que revivir los sucesos.
A su vez, el padre propuso reforzar la página y el monitoreo de los ofensores sexuales, donde estuvo Gotay Valcárcel por la modalidad conyugal, porque en ocasiones supo “que el sospechoso número uno, viajaba fuera de Puerto Rico y se enteraban a los dos años, así que no estén haciendo su trabajo como debe ser. Yo les pido, encarecidamente, de que se pongan en el lugar de las familias que han perdido un hijo o que tienen a alguien desaparecido”.
El último beso
El día antes de la desaparición del niño, Jusino pasó a Toa Baja a recogerlo, ya que su padre había pasado el fin de semana con él. Al día siguiente había planificado un pasadía en la playa.
“El último recuerdo que tengo de mi hijo fue en las fiestas patronales del pueblo de Toa Baja que, casualmente, lo teníamos nosotros, mi mamá y yo. Entonces la mamá lo fue a buscar para ir a la playa y nos despedimos, porque él no quería irse. Yo le dije que lo iba a buscar al colegio y le di un besito en la cabeza y ese es el último recuerdo que tengo de contacto con mi hijo”, rememoró el padre.
“Era bien difícil que la mamá se lo llevara, porque siempre o había que esperar que se durmiera o se iba llorando. Después de eso (su desaparición) es que me doy cuenta de que el señor (Roberto) Gotay (padrastro) lo acosaba, le decía ‘Shaka Zulu’, pero fue después del suceso es que yo me entero de cosas así... no era muy bien tratado, de verdad, y como me imagino yo que la mamá, por no querer entregármelo, escondía esas cosas”, añadió.
El progenitor describió a Rolandito como un niño muy inteligente, un líder, dominante, era miembro de un equipo de pelota y saludable. Como adulto, piensa que, posiblemente, lo habría convertido en abuelo, porque el 12 de octubre cumplirá sus 30 años.
“Ya de 30 años, me imagino que, posiblemente, ya soy abuelo. Así lo veo... en mi ser yo lo veo saludable... esperamos en Dios de que la persona que lo ha cuidado le haya dado el amor que nosotros no le hemos podido dar. Lo veo mentalmente saludable”, sostuvo al concurrir con la mamá del joven.
Su arraigada fe ha sido la fuente de su fortaleza durante todos estos años en los que no ha recibido noticias positivas, ni comentarios sensibles.
“Han llegado muchas personas tratando de inducir a uno a hacer cosas malas y desde el primer momento yo he puesto las cosas en las manos de Dios, y hasta ahora me ha ayudado. Mucha gente me dice: ‘yo no sé cómo tú estás cuerdo, yo no podría vivir’. Ponga las cosas en las manos de Dios siempre y Él peleará por nosotros”, respondió.
A los padres que sufren como él, les pidió que “busquen de Dios porque así es como único pueden pasar una situación como esta. Todas sus cargas deposítenlas en las manos de Dios y él hará. Así es como yo he podido pasar esto y no me arrepiento de haber puesto mis cargas en las manos de Dios”.
“Nosotros seguimos y tenemos la fe puesta en Dios, no en las autoridades y sabemos que todo tiene un propósito para los hijos de Dios y yo espero poder ya abrazar a ese joven, a Rolandito, que va a tener 30 años ahora en octubre”, respondió, mientras comentaba sobre la decisión de no utilizar el testimonio del menor que acompañaba a su nene para radicar cargos, al menos, por el delito de secuestro.
Si le pudiera enviar un mensaje que le llegara a Rolandito, “le diría que lo quiero mucho, que hay una familia que lo está esperando. Pase lo que pase, siempre va a estar este amor de padre y que el deseo de nosotros siempre fue que fuese una buena persona, y esperamos en Dios que sea una buena persona, porque es lo que necesita esta sociedad, no otra víctima más. Queremos gente que puedan aportar a nuestra sociedad y hacia eso era que nosotros estábamos encaminándolo… y aquí estamos, esperándolo”.