“Que se le encierre, a ver si así se puede rehabilitar y puede ver la vida de otro modo”. 

Esto es lo único que desea la madre Sherly Ann Goire Ávila para Alberto García Merced, quien resultó convicto en septiembre pasado por haber agredido a la joven al punto de dejarla cuadrapléjica. 

“Jamás le vamos a desear mal. Ni siquiera lo odio”, añadió Irma Ávila al recalcar que solo quiere que no haya otra víctima más “en sus manos”. 

La afirmación la hizo luego de conocer que la jueza Janette Perea López, del Tribunal de Bayamón, envió ayer a García Merced a la cárcel en lo que sus abogados, Antonio Figueroa Rodríguez y Paulette Lartigau, impugnan el informe presentencia. En el mismo, la sociopenal Yolanda Vélez Carrasquillo recomendó que no se le conceda una probatoria al hombre. 

La jueza les dio 10 días a la defensa para radicar la moción. Mientras, fijó para el 3 de diciembre la vista para evaluar la impugnación y dictar sentencia. 

Previo a que se le ingresara a prisión, García Merced insistió que todo “fue un accidente” y que “nunca hubo esa intención” de lastimar a Sherly Ann como para dejarla confinada a una silla de ruedas.

“Esto ha sido un martirio para mí. No me siento muy bien”, afirmó García Merced, quien hasta ayer estaba en libertad bajo supervisión electrónica. 

El hombre reiteró que ama a Sherly Ann y que “si no fuera por todo esto (el proceso judicial), ella sinceramente sabría que yo estuviera ahí, porque la intención nunca estuvo. Fue un error de pareja, que lamentablemente se está llevando el cargo más fuerte”.

Ávila, por su parte, no cree que García Merced ame a su hija. 

“Eso es mentira. Él nunca fue honesto. Siempre nos vino con mentiras”, señaló. 

También dijo que para la familia “es bien fuerte, bien cuesta arriba bregar” con la joven mujer, quien perdió la movilidad ante el severo daño cervical que sufrió el 4 de junio de 2017 cuando, en medio de una discusión de pareja, García Merced le rompió el cuello. 

Por estos hechos, reportados en Guaynabo, García Merced fue acusado de agresión agravada, violencia doméstica y por violar una orden de protección. Solo resultó convicto por la agresión, por lo que se expone a cumplir una pena de entre cuatro a ocho años de prisión.