Naciones Unidas. La regresión sobre la situación de los derechos humanos en Corea del Norte es tan grave que el simple consumo de una serie de televisión extranjera puede castigarse con la pena de muerte, advirtió este miércoles ante el Consejo de Seguridad el Alto Comisionado para los derechos humanos de la ONU, Volker Türk.

Türk pintó un sombrío panorama de lo que supone la vida en el país asiático, en una sesión periódica para estudiar la realidad en uno de los territorios más herméticos del mundo, que vive gobernado por una dinastía de corte comunista desde 1948.

“Un entorno sofocante y claustrofóbico, donde la vida es una lucha diaria desprovista de esperanza”, resumió Türk, que describió los principales factores que definen esas restricciones: falta de libre movimiento, represión de la libertad de expresión, unas condiciones socioeconómicas “insoportablemente duras”, la realidad del trabajo forzado y las detenciones arbitrarias, junto a la ausencia del debido proceso judicial.

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El castigo por consumir o difundir la llamada ‘cultura reaccionaria’ merece un artículo legal específico, que recoge en el peor de los casos la pena de muerte por consumir clandestinamente medios de comunicación extranjeros o series de televisión, y otra ley ampara penalizar a los padres por las acciones de sus hijos en este sentido.

Los norcoreanos se encuentran además con que es “prácticamente imposible” abandonar el país sin un permiso específico del Gobierno, lo que agrava el fenómeno de las familias coreanas divididas entre los dos países del norte y el sur de la península.

El acceso físico a la comida se ha convertido en otra problemática que ha empeorado desde que el Gobierno ha cerrado los mercados callejeros -conocidos como ‘jangmadang’- centralizando cada vez más la producción de alimentos, lo que se ha traducido en que “la mitad de la población ha sufrido inseguridad alimentaria en los pasados años”.

Si la comunidad internacional permite que continúe el aislamiento de este régimen, todos esos problemas pueden empeorar aún más, por lo que Türk pidió que los demás países “sean creativos para buscar modos de reavivar el diálogo” con el país.

“El paisaje de miseria, represión, miedo, hambre y desesperanza es profundamente alarmante”, sintetizó.