Ucrania: una guerra de nervios
Cazas rusos sobrevuelan y aterrizan en Bielorrusia al tiempo que tropas estadounidenses, alemanas y rumanas comienzan a llegar a Polonia.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Moscú. La crisis en Ucrania se ha convertido en una guerra de nervios entre Rusia, que prepara según la OTAN las mayores maniobras en territorio de Bielorrusia desde la Guerra Fría, y Estados Unidos, que comenzó a desplegar el sábado un nuevo contingente en Europa del Este.
Horas después de que los cazas rusos Su-25 aterrizaran en un aeródromo de Brest, región bielorrusa limítrofe con Ucrania y Polonia, a este último país llegaba el primer avión con soldados estadounidenses.
EE.UU. ha decidido incrementar en 3,000 hombres su presencia militar en el flanco oriental de la OTAN, refuerzos destinados a hacer frente a los 130,000 soldados rusos concentrados en la frontera ucraniana.
El escuadrón de Su-25CM recorrió más de 7,000 kilómetros desde el Lejano Oriente ruso para participar la próxima semana en las maniobras militares conjuntas “Determinación aliada-2022″, que han despertado el recelo de la OTAN.
El comunicado castrense no precisó el número de los Su-25, pero en territorio bielorruso se encuentran ya una docena de cazas de cuarta generación Su-35, además de sistemas de defensa antiáerea de largo alcance S-400 Triumf, que también llegaron el viernes a Brest.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, denunció que Moscú emplazará también en el país vecino los temidos misiles tácticos Iskander, capaces de superar el escudo antimisiles estadounidense, aunque el Ministerio de Defensa ruso no ha informado de ello.
Según la Casa Blanca, Rusia habría desplegado ya a 5,000 soldados rusos en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia, y planea incrementar esa cifra hasta los 30,000 hombres.
En cambio, el ministro de Exteriores bielorruso, Vladímir Makéi, replicó que “la fantasía sobre una agresión militar desde el territorio de Bielorrusia contra Ucrania es simplemente ridícula”.
Polonia, uno de los mayores adversarios de Rusia y aliados de Ucrania, recibirá entre el sábado y el domingo casi 2,000 soldados estadounidenses, mientras el resto serán apostados en Alemania y Rumanía, país bañado por el mar Negro.
Aunque el Pentágono precisó que dichos soldados “no combatirán en Ucrania”, no descartó el envío de más hombres en el marco del plan de contención de la Alianza Atlántica.
Cambio de discurso
Tras más de dos meses de ensordecedores tambores de guerra, todas las partes implicadas parecen haber cambiado de discurso en los últimos días. La invasión rusa de Ucrania ya no es inminente. El teatro de guerra ya no es el campo de batalla, sino los salones de la diplomacia.
Aunque sigue pidiendo armamento a Occidente, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, admitió que el número y la composición de las fuerzas militares desplegadas por Rusia en la frontera “no son suficientes para una invasión a gran escala”.
Le secundó la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, quien llamó públicamente a borrar del vocabulario de los partes de guerra la palabra “inminente”.
Mientras, desde Moscú, Viena o la ONU, los diplomáticos rusos califican de “inconcebible” una guerra con Ucrania y acusan a Occidente de idear un escenario apocalíptico y culpar a Rusia de llevarlo a cabo.
Esa fue la reacción del Kremlin cuando la agencia de noticias estadounidense Bloomberg publicó por error la madrugada del sábado una noticia titulada: “Rusia invade Ucrania”.
“Esta es una magnífica demostración de lo peligrosa que es la situación creada por las interminables declaraciones agresivas procedentes de Washington, Londres y otros países europeos”, denunció Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin.
Peskov alertó sobre las “irreversibles consecuencias” que puede tener “la atmósfera de extraordinaria tensión” que existe en Europa.
La diplomacia que se avecina
Ni los políticos ni los analistas rusos esperan que el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, retire próximamente sus tropas de la frontera, ya que dichos juegos de guerra no representan un gran coste económico y son un as en la manga en las negociaciones de seguridad con EE.UU. y la OTAN.
Además, nadie pone su mano en el fuego sobre que la amenaza de una guerra en Ucrania haya desaparecido, más aún cuando el conflicto en el Donbás entre el Ejército ucraniano y las milicias prorrusas nunca ha cesado desde 2014 pese a los repetidos altos el fuego.
El órdago ruso sigue sobre la mesa. Además, Putin recibió el viernes el espaldarazo del líder chino, Xi Jinping, en su enfrentamiento con las potencias occidentales, a las que ambos llamaron a abandonar la ideología de la Guerra Fría.
Por ello, el presidente francés, Emmanuel Macron, viajará el lunes a Moscú para reunirse con Putin y llamarle a una desescalada a cambio del inicio de una negociación sobre la nueva arquitectura de seguridad en el continente.
Y el próximo en la lista será el canciller alemán, Olaf Scholz, al que en Berlín presionan para que abandone por obsoleta la política hacia Moscú de “cambio a través del comercio”.