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México.- La ciudad de Taxco acoge estos días de Semana Santa una de las celebraciones más espectaculares de las que existen en México, caracterizada por sus procesiones llenas de penitentes sangrantes que recorren sus calles.
Esta pequeña localidad serrana, situada en el estado de Guerrero, unos cien kilómetros al suroeste de México, cuenta todo el año con la visita de turistas atraídos sobre todo por la extraordinaria orfebrería de plata que existe.
La pintoresca población de origen minero con edificaciones de estilo colonial se vuelca cada año en Semana Santa con la devoción católica.
Sus propios habitantes son algunos de los cuatrocientos penitentes que se tapan en procesiones diurnas y nocturnas el rostro con capuchas negras para expiar sus pecados, explicó a Efe el guía turístico Héctor Ocampo, oriundo de la localidad.
Hay distintos tipos de penitencia, una de las más conocidas es el "flagelo", en la que a partir del anochecer los encapuchados se van golpeando en la espalda con unos cables con clavos conocidos como "tachuelas".
Otra manera es aquella en la que el encapuchado precede a la procesión mientras carga rollos de espinas de zarza de entre cincuenta y sesenta kilos sobre la espalda desnuda durante períodos de unas dos horas.
En muchas ocasiones, los que cargan el rollo de espino se flagelaron la noche anterior, por lo que sus dorsos están en carne viva.
Cuando la procesión alcanza la principal plaza del pueblo, el penitente se arrodilla frente a la Iglesia de Santa Prisca y San Sebastián, el templo más importante del pueblo, construido en 1758 en estilo barroco churrigueresco.
Por último, están "los agachados", personas que caminan vestidas de negro, con el rostro cubierto y sus pies descalzos, encorvados, arrastrando cadenas y cargando velas o crucifijos durante las procesiones.
El secretario de la hermandad taxqueña "Cristo es el Camino", Mario Juárez, explicó a Efe que la penitencia en esta localidad "es una tradición" que se cumple con "devoción y fe".
Desde la década de los cuarenta del pasado siglo, la Iglesia católica admitió esta práctica como un acto público de fe, recordó Juárez.
"El penitente, ya sea hombre o mujer, hace su penitencia por conversión y por el simple hecho de que somos pecadores", aseguró.
"Tal vez esto no expíe totalmente los pecados, pero quizás restituya un poco en su corazón y en su mente ese sentir hacia con Dios y esa relación hacia Él", indicó.
Durante toda la Semana Santa, en Taxco hay al menos una procesión diaria, la primera el Domingo de Ramos, aunque Jueves y Viernes Santo esta localidad recibe hasta 50.000 visitantes, mexicanos y extranjeros, por lo que es habitual que los hoteles cuelgan sus carteles de "No hay habitaciones".
La Semana Santa en Taxco, tal y como se la conoce en la actualidad, comenzó a escenificarse en 1949, aunque sus orígenes se remontan a 1598, cuando los frailes franciscanos del ex convento de San Bernardino la empezaron a celebrar dentro del templo.
Ellos se centraban en el Vía Crucis, en el cual los monjes recorrían las catorce estaciones cargando cirios, cruces, imágenes y otros objetos, según el personal de la Oficina de Convenciones y Visitantes de Taxco.
Sergio Gutiérrez, turista mexicano procedente de Guadalajara (oeste), indicó que además de la belleza del pueblo, encajado entre montañas y de calles empinadas, las procesiones resultan espectaculares.
Bárbara, una estudiante austríaca que acudió a ver las procesiones del Viernes Santo, coincidió con Gutiérrez, mientras Iselda Castillo, visitante de la capital mexicana, destacó que el origen de estas procesiones viene de España.
"Es uno de los mejores lugares a nivel mundial para celebrar la Semana Santa", concluyó Castillo.