Soldados eritreos violan brutalmente a mujeres en Tigray
Las tropas están más en control que nunca, matan a civiles, saquean hospitales y bloquean la entrega de alimentos y ayuda médica.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Etiopía. A las mujeres que logran llegar a una clínica para sobrevivientes de abusos sexuales en la región de Tigray, en Etiopía, les cuesta describir sus lesiones. Pero cuando las enfermeras notan que no pueden sentarse, saben los terribles sufrimientos que padecieron.
Así sucedió una tarde con una mujer de 40 años que llegó desfalleciente, cubierta por toallas ensangrentadas, que había sido violada en grupo repetidas veces, anal y vaginalmente, por 15 soldados eritreos en Azerber.
La mujer relató entre llantos su odisea de enero a manos de los soldados eritreos, que tomaron el control de partes del norte de Etiopía, fronterizo con Eritrea. Los eritreos a menudo sodomizan a sus víctimas, según las enfermeras, una práctica que es tabú en Tigray, una región de cristianos ortodoxos.
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“Hablan entre ellos. Algunos dicen, ‘matémosla’, otros, ‘no, no. Basta con violarla’”, expresó la mujer en Mekele, la capital de Tigray. La AP no identifica a las víctimas de agresiones sexuales, pero los periodistas vieron los archivos de su caso.
Si bien tanto los gobiernos de Etiopía como de Eritrea afirmaron que los eritreos se estaban yendo de Tigray, la Associated Press comprobó que están más en control que nunca y violan brutalmente en grupo a las mujeres, matan a civiles, saquean hospitales y bloquean la entrega de alimentos y ayuda médica.
Parecen empeñados en causar el mayor daño posible y las violaciones de mujeres en grupo son parte de esa campaña.
Numerosos testigos, sobrevivientes de violaciones, funcionarios y personal de organizaciones de asistencia dicen que se han visto soldados eritreos bien adentro de Tigray, en el este y el sur, a veces luciendo gastados uniformes de fatiga etíopes. Los eritreos controlan carreteras clave y el acceso a algunas comunidades, según testigos.
Casi todos los tigranos entrevistados por la AP dijeron que no habrá paz mientras no se vayan los eritreos. Los soldados eritreos, sin embargo, no parecen tener la menor intención de irse y el gobierno etíope no parece capaz de imponer el orden. Dos fuentes allegadas al gobierno le dijeron a la AP que Eritrea controla partes de Tigray y que se teme que esté colaborando con grupos armados de Amhara, región etíope pegada a Tigray.
“Todavía están allí”, afirmó Abebe Gebrehiwot, un tigrano que es vicegobernador de Tigray, designado por el gobierno central, sin ocultar su frustración.
La violencia ha hecho que muchas familias huyan y se refugien en campamentos para desplazados como uno en Mekele donde Smret Kalayu convive con miles de refugiados.
“Si todavía hay eritreos allí, no pienso volver a mi casa”, dijo la mujer en tono ofuscado. “¿Qué le puedo decir? Son peor que las bestias”, agregó Smret al recordar su escape de Dengelat en abril.
Etiopía y Eritrea fueron enemigos mortales por décadas, cuando los tigranos gobernaban Etiopía. Todo cambió en el 2018, en que asumió el primer ministro Abiy Ahmed y selló la paz con Eritrea.
Abiy también marginó a los líderes tigranos, que entonces cuestionaron su autoridad. A principios de noviembre el gobierno etíope acusó a soldados tigranos de atacar a fuerzas del gobierno. Los tigranos posteriormente dispararon cohetes a la capital eritrea, Asmara.
Abiy despachó soldados a Tigray para detener a los líderes rebeldes y desató una guerra que lleva seis meses y produjo 2 millones de desplazados en una región de 6 millones de habitantes. El secretario de estado estadounidense Antony Blinken ha hablado de una “limpieza étnica”.
La mayoría de las atrocidades son atribuidas a los soldados etíopes, combatientes de Amhara aliados con ellos y los fantasmales efectivos de Eritrea.
Tirhas Fishaye dice que la artillería eritrea bombardeó durante 13 horas su aldea en la zona de Zalambessa a mediados de noviembre y mató a 150 personas.
“Nos escondimos en una cueva por dos meses con otras 200 personas”, declaró. “Cuando los eritreos nos encontraron, mataron a 18 personas”.
Haileselassie Gebremariam, un tigrano del distrito de Gulomakeda que recibió un balazo en una pierna en enero, afirma que contó 38 cadáveres tras una masacre perpetrada por soldados eritreos en la iglesia Medhane-Alem de esa ciudad.
Los eritreos tienen viejas rivalidades con los tigranos, según Berhane Kidanemariam, diplomático etíope de Tigray que renunció a su cargo este año. El presidente eritreo Isaias Afwerki quiere crear una zona de seguridad en la frontera y asegurarse de que los líderes tigranos no regresan, según Berhane.
“Isaias es quien está detrás de todo esto”, dijo el diplomático.
Buena parte de Tigray está aislada y no se permite el acceso, por lo que solo los desplazados comentan lo que sucede allí.
Representantes de los gobiernos etíope y eritreo no respondieron a pedidos de comentarios.
En la clínica de Mekele atendieron a unas 400 sobrevivientes desde noviembre, muchas de ellas víctimas de los eritreos, según la jefa de las enfermeras, Mulu Mesfin. Entre 100 y 150 fueron sodomizadas, señaló. Agregó que las víctimas de violaciones anales sienten tanto dolor que no se pueden sentar y están tan avergonzadas que casi no pueden hablar.
“Dicen, ‘me pasó algo, algo’”, expresó Mulu. “Están muy perturbadas en el plano psicológico”.