Se desborda de cadáveres la morgue del hospital más grande de Gaza
Los cuerpos son apilados fuera del congelador, bajo carpas o en el estacionamiento, bajo el sol.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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La morgue del hospital más grande de Gaza rebasó el jueves su capacidad mientras llegaban los cuerpos más rápido de lo que sus familiares podían reclamarlos durante el sexto día de intensos bombardeos israelíes sobre el territorio de 2.3 millones de habitantes.
Ante la enorme cantidad de palestinos que mueren a diario a causa de los ataques israelíes lanzados en respuesta a una incursión por parte del grupo islamista Hamas, los doctores en el asediado territorio aseguran que se han quedado sin lugar para colocar los restos que dejó la oleada más reciente de bombardeos o que fueron recuperados de entre las ruinas de los edificios destruidos.
La morgue del hospital Shifa, en Ciudad de Gaza, apenas puede manejar alrededor de 30 cadáveres al mismo tiempo, por lo que los trabajadores tuvieron que apilar los cuerpos en hileras de tres afuera del congelador y colocar decenas, uno al lado del otro, en el estacionamiento. Algunos de los restos fueron colocados en una carpa, mientras que otros quedaron sobre el cemento a la luz del sol.
“Las bolsas con cadáveres comenzaron a llegar y siguen llegando y llegando, y ahora esto es un cementerio”, manifestó Abu Elias Shobaki, enfermero en Shifa. “Estoy agotado física y emocionalmente. No quiero ponerme a pensar qué tanto empeorará la situación”.
Casi una semana después de que los combatientes de Hamas atravesaron la valla fronteriza con Israel y mataron a más de 1,200 israelíes, Israel se está preparando para una posible invasión por tierra a Gaza por primera vez en casi una década. Una ofensiva terrestre probablemente aumentaría el número de palestinos muertos, el cual ya ha superado el saldo de las cuatro guerras anteriores entre Israel y Hamas.
El gran volumen de restos humanos ha llevado al límite al sistema de salud en el territorio, el cual ha sido objeto de un bloqueo israelí desde hace 16 años. En épocas normales, los hospitales de Gaza sufren de desabasto. Pero ahora Israel ha cerrado el flujo de agua desde su compañía hídrica nacional y frenó el suministro de electricidad, alimentos y combustibles hacia el territorio.
“Estamos en una situación crítica”, dijo Ashraf al-Qidra, portavoz del Ministerio de Salud de Gaza. “Las ambulancias no pueden llegar a los heridos, los heridos no pueden ingresar a cuidados intensivos, no hay lugar para los muertos en la morgue”.
Un par de pies descalzos y un brazo ensangrentado se asomaban desde las hileras de bolsas blancas para cadáveres, las cuales dejaron al descubierto la magnitud e intensidad de la ofensiva israelí contra Gaza. Los funcionarios del hospital pidieron a los acongojados familiares que identificaran a sus seres queridos. Algunos de ellos echaron un vistazo entre las bolsas y luego se derrumbaron entre lágrimas o gritos.
La ofensiva de Israel contra Gaza ha destruido vecindarios enteros y ha cobrado más de 1,400 vidas, de las cuales más del 60% son mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza. Más de 423,000 personas han sido desplazadas.
Los bombardeos israelíes del jueves se concentraron en el corazón del campamento para refugiados Jabaliya, dejando decenas de muertos, incluidos 45 miembros de una misma familia, declaró el Ministerio del Interior de Gaza.
El ejército israelí dice que está atacando infraestructura militar de Hamas y que busca evitar víctimas civiles, una afirmación que los palestinos refutan.
Los decesos, y los más de 6,000 heridos, han desbordado las instalaciones de salud de Gaza mientras los suministros se agotan.
“No es posible, bajo ninguna circunstancia, continuar este trabajo”, señaló Mohammed Abu Selim, el director general del hospital Shifa. “Los pacientes ahora están en las calles. Los heridos están en las calles. No podemos conseguirles una cama”.
Con los recursos agotándose, la falta de personal en las clínicas y las horas que les toma a las ambulancias llevar a las víctimas a que reciban atención médica debido a los daños que han dejado los bombardeos en las calles, hay quienes aseguran que no vale la pena realizar los traslados.
“Sabemos que si se trata de un caso crítico, no sobrevivirán”, dijo Khalil Abu Yehiya, un maestro de 28 años en el campamento de refugiados Jabaliya, en el norte de Gaza, en donde la casa de su vecino fue bombardeada el jueves en un ataque que, según los habitantes, cobró la vida de muchos integrantes de una sola familia.
Cuando un bombardeo más intenso azotó el jueves el campamento de refugiados Shati, al norte de la ciudad de Gaza, una nueva oleada de heridos se dirigió al complejo del hospital: bebés con golpes y vendajes, hombres con torniquetes improvisados, pequeñas niñas con el rostro cubierto de sangre. Como el pabellón de cuidados intensivos de Shifa se encontraba a su máxima capacidad, algunos de ellos quedaron tendidos en los pasillos del hospital, lo más pegado posible a la pared para permitir el paso de las camillas y el personal.
“He estado en muchos lugares y he visto horrores y bombardeos. Pero no este nivel de locura”, comentó el fotoperiodista local Attia Darwish mientras veía a los heridos desfilar hacia el hospital Shifa.
Entre quienes perdieron la vida por los ataques en el campo de refugiados Shati se encontraba Yasser al-Masri, cuyo cuerpo llegó junto con los de su esposa y su pequeña hija. Los médicos circularon las fotografías de al-Masri y su hija, ambos dentro de la misma bolsa para cadáveres.
Sus amigos compartieron su última publicación en Facebook, la cual hizo apenas unas horas antes de que llegaran los aviones israelíes.
“Sólo me quedan unas horas antes de que mi teléfono se quede sin batería porque no tenemos luz”, escribió. “No hay luz por las noches, excepto la de la Luna. Por favor perdónenme. Yo los perdono a todos ustedes”.
La única planta de generación eléctrica de Gaza se quedó sin combustible el miércoles. Shifa, al igual que otros hospitales, trataban desesperadamente de ahorrar todo el diésel que pudieran en sus generadores de respaldo, dejando encendidas únicamente las luces esenciales del hospital: Cuidados intensivos, quirófanos y estaciones de oxígeno.
Abu Selima, director de Shifa, dijo que el hospital se quedaría sin combustible en tres o cuatro días.
Una vez que eso suceda “el desastre ocurrirá en cinco minutos”, señaló Naser Bolbol, director del departamento de neonatología del hospital, refiriéndose a todo el equipo de oxígeno que mantiene con vida a los recién nacidos.
Las autoridades del hospital dijeron que tampoco habría más electricidad para refrigerar los cadáveres.