Moscú. La repentina muerte en prisión del líder opositor ruso Alexei Navalny, confirmada por los servicios penitenciarios, pone en aprietos al jefe del Kremlin, Vladimir Putin, que declaró hace muchos años la guerra a la oposición democrática.

“Se le practicaron los necesarios procedimientos de reanimación, que no dieron ningún resultado. Los médicos de urgencias constataron la muerte del condenado. Se están estableciendo las causas del fallecimiento”, señala el comunicado oficial de los servicios penitenciarios.

Navalni, que falleció a los 47 años, había regresado a Rusia a principios de 2021 después de ser envenenado meses antes con el agente químico Novichok en Siberia, un ataque que según Navalni fue orden directa del propio Putin.

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La muerte de Navalny cogió al líder ruso en medio de un viaje de trabajo electoral a la ciudad de Cheliabinsk, 1,200 kilómetros al sur del lugar del siniestro, en el que no efectuó ningún comentario al respecto.

Muerte súbita

Los servicios penitenciarios explicaron que el viernes, después de dar un paseo en la penitenciaría IK-3 de la localidad ártica de Jarp (distrito autónomo Yamalo-Nénets), donde hoy los termómetros marcan más de 20 grados bajo cero, el político opositor “se sintió mal” y “perdió el conocimiento”.

Los equipos médicos de urgencia acudieron de inmediato a la llamada de la prisión e intentaron reanimarle “durante más de media hora”, según los servicios hospitalarios de la localidad de Labitnangui, situada en el círculo polar ártico.

“Sin embargo, el paciente murió”, señalaron a la agencia Interfax.

Seguidamente, los servicios penitenciarios anunciaron el envío de una comisión de funcionarios de prisiones y médicos de su aparato central en Moscú para esclarecer las causas y circunstancias que rodearon el fallecimiento del reo más famoso de este país.

La salud de Navalny ya había despertado una gran inquietud cuando el opositor se declaró en huelga de hambre entre marzo y abril de 2021 en protesta por la negativa a ser atendido por médicos al margen de los servicios penitenciarios, semanas en las que perdió mucho peso.

Frío ártico y celdas de castigo

Como en tiempos de los GULAG soviéticos o las kátorgas zaristas, Navalny fue trasladado en diciembre desde una cárcel a menos de 200 kilómetros de Moscú a otra prisión en el ártico, al otro lado de la cordillera de los Urales.

El motivo, según la oposición, fue su decisión de lanzar una campaña nacional contra la reelección de Putin en los comicios presidenciales de marzo poco después de que éste registrara su candidatura para seguir otros seis años en el Kremlin.

El traslado a otra prisión, conocido comúnmente como “etapirovanie”, es un proceso en el que el recluso está incomunicado durante semanas, lo que supone un brutal desgaste físico y psicológico para el recluso, según las organizaciones de derechos humanos.

Su destino, una cárcel que lleva el nombre de “Lobo polar”, es considerada una de las prisiones más lejanas de la civilización de toda Rusia, ya que se encuentra a casi 2,000 kilómetros de Moscú o unas 45 horas en tren desde la capital rusa.

“Alexei Navalny fue sometido a tormentos y torturas durante tres años. Como me dijo el médico de Navalny: el cuerpo no puede soportar eso”, escribió Dmitri Murátov, premio Nobel de la Paz en 2021.

El periodista de ‘Nóvaya Gazeta’ denunció que a la pena de prisión del líder opositor “le añadieron asesinato” y se mostró convencido de que el deceso “es consecuencia directa” de sus 27 estancias “en celdas de castigo” por diferentes infracciones.

Dedos acusadores contra Putin

Nada más conocerse el deceso, muchos líderes occidentales no dudaron en apuntar con sus dedos acusadores al Kremlin.

La esposa del líder opositor, Yulia Navalnaya, aseguró que Putin y su entorno “serán llevados a la justicia y ese día llegará pronto”.

“Desde hace muchos años (...) no podemos creer ni a Putin ni a su Gobierno. Mienten constantemente. Pero si esto es verdad, quisiera que sepan Putin y todo su entorno -su Gobierno, sus amigos- que serán castigados por lo que han hecho con nuestro país, mi familia y mi esposo”, dijo en el marco de la Conferencia de Paz de Múnich.

El opositor y campeón del mundo de ajedrez Garry Kasparov, que reside en Estados Unidos, fue aún más allá al asegurar que “Putin es el asesino de Navalny”, acusación secundada por Estados Unidos, la Unión Europea y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy.

Mientras el Kremlin pidió paciencia, el ministerio de Exteriores de Rusia instó a Estados Unidos a no realizar acusaciones sin fundamento hasta que se conozcan los resultados de la autopsia.

“La muerte de una persona siempre es una tragedia (...). En vez de acusaciones gratuitas, hay que mostrar moderación y esperar los resultados oficiales de la autopsia”, señaló en un comunicado el Ministerio.

Pese al miedo a la represión policial, muchos rusos depositaron ramos de flores en monumentos a las víctimas de las represiones políticas en toda la geografía nacional.