La administración de Donald Trump ha intensificado su política de deportaciones, con vuelos que ya han aterrizado en países como Guatemala, Brasil y Colombia.

Sin embargo, enfrenta un reto considerable con Cuba, Nicaragua y Venezuela, naciones que históricamente han rechazado la repatriación de sus ciudadanos.

Según un análisis de DW, Washington dispone de algunas herramientas para presionar a estos gobiernos, pero su efectividad es incierta y podría generar consecuencias imprevistas.

Cuba tilda de “inaceptable” la campaña de deportaciones

En el pasado, Cuba ha sido catalogada como un país “recalcitrante” por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE UU (ICE, por sus siglas en inglés), debido a su negativa a aceptar deportados.

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En medio de las críticas al nuevo mandatario estadounidense, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, tildó este domingo de “inaceptable”, “violenta” e “indiscriminada” la campaña de deportaciones de migrantes irregulares iniciada esta semana en Estados Unidos como parte de la política migratoria puesta en marcha por el gobierno del presidente Donald Trump.

“Resulta inaceptable la deportación violenta, indiscriminada y violando los más elementales Derechos Humanos de migrantes ilegales en EE UU”, afirmó el canciller cubano en la red social X.

Rodríguez señaló que la deportación de personas “se emplea como arma de presión política contra los pueblos de Nuestra América”.

Asimismo, subrayó que Cuba apoyará “iniciativas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) para enfrentar este nuevo abuso contra la región”.

¿Qué dice Venezuela al respecto?

Por parte de Venezuela, Stephen Miller, uno de los asesores más cercanos de Donald Trump, afirmó que tiene la “plena expectativa” de que Nicolás Maduro, quien juró como mandatario de Venezuela para un tercer sexenio tras su cuestionada reelección, acepte vuelos de deportación con migrantes venezolanos en situación irregular en Estados Unidos, así como de miembros de la banda Tren de Aragua.

“Es nuestra plena expectativa que Maduro acepte todos los vuelos de miembros de la banda Tren de Aragua de regreso a Venezuela”, afirmó en declaraciones a la prensa en la Casa Blanca.

Y es que este martes, Maduro dijo que su país está dispuesto a recibir a los migrantes venezolanos que lleguen a ser deportados desde Estados Unidos.

“Nosotros sí queremos que vuelvan. Si por allá no los quieren, nosotros sí los queremos, con amor, y abrimos nuestros brazos”, señaló Maduro durante una sesión del Consejo Federal de Gobierno.

“Nosotros sí le decimos a nuestros migrantes: ‘Queremos que vuelvan’. Queremos que vuelvan para que sean felices aquí, para que vengan a emprender, a trabajar, a construir en su tierra”, dijo instantes antes.

Por otra parte, hay 45,000 nicaragüenses en peligro inminente de deportación, porque ya existe un proceso en su contra, pero esta cantidad podría aumentar considerablemente, pues hay más de 300,000 migrantes que se encuentran en una situación irregular.

En cualquiera de los casos, Trump podría recurrir a la Sección 243(d) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA), que permite suspender visas para ciudadanos de países que se niegan a cooperar con las deportaciones.

Presión diplomática y económica: ¿funcionará?

Según DW, el gobierno de Trump podría aplicar estrategias similares a las que utilizó con Colombia, donde amenazó con aranceles y recortes de ayudas para forzar la aceptación de deportados.

Donald Trump, afirmó que el conflicto diplomático con Colombia le ha dejado la lección de que su filosofía de “la paz se logra con fuerza”, según reportó EFE.

Sin embargo, Ariel Ruiz, analista del Instituto de Política Migratoria (MPI), advirtió que estos métodos pueden no ser efectivos con Cuba, Nicaragua y Venezuela, debido a que sus economías y relaciones internacionales no dependen en la misma medida de Estados Unidos.

Además, DW recoge la opinión de expertos que señalan que endurecer sanciones podría ser contraproducente. En lugar de resolver la crisis, podría empeorar las condiciones económicas en estos países, impulsando una mayor migración en lugar de frenarla.

Luis Rubio, analista y presidente del centro de pensamiento México Evalúa, plantea otro escenario: Trump podría ofrecer concesiones diplomáticas a estos gobiernos a cambio de aceptar deportados. “En una de esas le concede legitimidad a cambio de unos miles de migrantes…, lo que sería catastrófico, pero no inconcebible”, dijo a DW.

México: la alternativa en la mesa

Con la dificultad de deportar migrantes a sus países de origen, ha surgido la posibilidad de enviarlos a México como un “tercer país seguro”. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ha rechazado públicamente esta opción, en Washington se sigue discutiendo como una alternativa viable para los más de 42,000 cubanos, 45,000 nicaragüenses y 22,000 venezolanos con órdenes de deportación pendientes, según documentos de ICE citados por Fox News.

Facundo Robles, del Wilson Center, explicó a DW que obligar a dictaduras a aceptar deportaciones es complejo, ya que estos gobiernos pueden usar la migración como herramienta política. En su opinión, en lugar de sanciones unilaterales, un enfoque más efectivo sería negociar acuerdos migratorios con incentivos, como la flexibilización de sanciones o la cooperación humanitaria.

Además de los vuelos de deportación, Trump ha reforzado la presencia militar en la frontera sur, lo que podría reducir el flujo migratorio a corto plazo. Sin embargo, Ariel Ruiz advierte que este tipo de medidas no resuelven el problema de fondo y solo empujan a los migrantes a buscar rutas más peligrosas.

Como concluyó DW, la estrategia de Trump enfrenta obstáculos diplomáticos y humanitarios. Sin una solución integral que aborde las causas de la migración, las deportaciones seguirán siendo un desafío sin resolución clara.