Jerusalén. El mandatario ruso, Vladimir Putin, exigió la propiedad para Rusia de la Iglesia Alexander Nevsky en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en una carta dirigida al primer ministro israelí, Naftali Benet, con el argumento de que es una promesa pendiente de su antecesor, Benjamin Netanyahu.

La disputa sobre la propiedad de ese templo, también conocido como Catedral de la Santísima Trinidad y perteneciente a la Iglesia Ortodoxa Rusa en Jerusalén, resurge ahora después de que Netanyahu prometiera a Putin trasferirla a Rusia a raíz de la liberación en 2020 del israelí Naama Isachar de una prisión rusa condenado por posesión de cannabis.

Relacionadas

La carta, enviada anoche según el portal Ynet, llega en un momento en que Rusia ha expresado su malestar con la posición israelí en la guerra de Ucrania, que pasó de la ambigüedad de las primeras semanas a condenar la masacre de civiles en Bucha y apoyar su suspensión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Fruto de ese enfado, el embajador israelí en Moscú, Alexander Ben Zvi, fue citado también ayer por la Cancillería rusa para aclarar las declaraciones del ministro de Exteriores israelí, Yair Lapid, al respecto.

“Hubo un intento mal camuflado de aprovechar la situación en Ucrania para distraer la atención de la comunidad internacional de uno de los conflictos sin resolver más antiguos: el palestino-israelí”, señaló el ministerio ruso.

Israel mantuvo una posición de condena laxa respecto a la invasión rusa de Ucrania, para no perjudicar la alianza geoestratégica que mantiene con Rusia en Siria, donde le permite atacar objetivos pro-iraníes, aunque en las últimas semanas ha elevado el tono, en parte por las presiones de EEUU, el principal socio exterior de Israel.

Rusia controla la propiedad de facto de esa iglesia desde 1890, ya que bajo el Imperio Otomano se reconoció que pertenecía al “glorioso reino ruso”, y en 2017 Moscú reclamó ante la Justicia israelí por primera vez la titularidad del lugar en base a esa afirmación, aunque ya no exista el reino ruso.

En 2020, Netanyahu decidió que la disputa por la propiedad no podía resolverse en tribunales al tratarte de un “lugar sagrado”, y ordenó registrar al gobierno ruso como propietario de la Iglesia Alexander Nevsky ante el Comisionado del Registro de la Propiedad de Israel.

Sin embargo, el nuevo gobierno de coalición liderado por Naftali Benet, devolvió el fallo al Tribunal Supremo, que suspendió el reconocimiento final de la propiedad rusa, y estableció un comité que debería determinar la titularidad del lugar.