¿Por qué los papas no utilizan su nombre real?
El Vaticano tendrá un nuevo líder pronto.

PUBLICIDAD
Este lunes 21 de abril del 2025, después de meses de enfermedades y complicaciones, ocurrió un suceso desafortunado para la Iglesia: la muerte del Papa Francisco, quien tenía 88 años de edad.
El argentino es uno de los papas más queridos de la historia. Esto no solo se debe a su relacionamiento con la gente y a las misas que ofrecía desde el Vaticano, sino a sus apariciones alrededor del mundo y a lo que en cada lugar hacía.
Ahora, después del anuncio de su deceso, surgen ciertas preguntas sobre su vida, su escogencia, el nombre que tenía, la labor que desempeñó, el legado que le deja a la humanidad, etc.
Relacionadas
Si le interesa saber cómo es el proceso para elegir la forma en la que se llamará a este sacerdote, sepa que todo surge a partir de preguntas. La más importante y la primera que recibe no es sobre su nombre.
Lo primero que ocurre tras el anuncio de la fumata blanca es que tres cardenales le pregunten al elegido: “¿Aceptas tu elección como sumo pontífice?”. A lo que quien es seleccionado debe responder de forma afirmativa.
Una vez el Papa haya dicho que sí, le preguntaran cómo quiere ser llamado. El cuestionamiento oficial que escuchará el pontífice es el siguiente: “¿Quo nomine vis vocari?”, es decir, ¿Cómo quieres ser llamado?
Este proceso además de generar identificación, hace que los papas reconozcan que existe un antes y un después en su vida luego de haber sido escogidos para el cargo. Es importante recordar que se trata de la figura física más importante de la iglesia católica.
¿Hay reglas para los nombres?
No, no existe alguna normativa que exija que cambien sus nombres o que tomen alguno en especial. Hasta la actualidad, la elección del nombre pontificio es libre. Así que en caso de que desee que lo llamen con su nombre de pila, también lo puede hacer.
La intención de cambiar sus nombres es hacer un homenaje a algún santo o figura que los hubiera inspirado o guiado espiritualmente para asumir este papel. Un ejemplo puntual puede ser el de Benedicto XVI, que adoptó este nombre por el papa Benedicto XV, a quien valoró por guiar a la Iglesia durante la Primera Guerra Mundial.
El Papa Francisco eligió ese nombre en honor a San Francisco de Asís, un santo conocido por su humildad, su amor por los pobres y su compromiso con la naturaleza.