Policía iraní vuelve a la calle para imponer vestimenta islámica
Muchas mujeres siguieron ignorando las normas oficiales de vestuario, especialmente en la capital, Teherán, y otras ciudades.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Las autoridades iraníes anunciaron el domingo una nueva campaña para obligar a las mujeres a llevar el pañuelo islámico en la cabeza, y la policía de la moral regresó a las calles 10 meses después de que la muerte de una mujer a la que habían detenido desencadenara protestas en todo el país.
La policía de la moral se había retirado en gran parte tras la muerte en septiembre de Masha Amini, de 22 años. Las autoridades tuvieron problemas para contener las protestas masivas que pedían la caída de la teocracia que ha gobernado Irán durante unas cuatro décadas.
Las protestas desaparecieron en su mayoría este año tras una intensa represión en la que murieron unos 500 manifestantes y casi 20,000 fueron detenidos. Pero muchas mujeres siguieron ignorando las normas oficiales de vestuario, especialmente en la capital, Teherán, y otras ciudades.
La policía de la moral apenas se veía patrullando las calles y en diciembre hubo incluso algunos reportes, luego desmentidos, de que el cuerpo había sido desmantelado.
Durante toda la crisis, las autoridades insistieron en que las normas no habían cambiado. Los clérigos que gobiernan el país ven el hiyab como un pilar de la revolución islámica que les llevó al poder, y consideran un atuendo más informal como un indicio de decadencia occidental.
El general Saeed Montazerolmahdi, vocero de la policía, dijo el domingo que la policía de la moral volvería a notificar y después detener mujeres que no llevaran el hiyab en público. En Teherán, se veía a hombres y mujeres de la policía de la moral patrullando las calles en camionetas marcadas.
La batalla por el hiyab se convirtió en un poderoso tema de protesta el pasado otoño, cuando las mujeres jugaron un papel clave en las manifestaciones. Las marchas no tardaron en incorporar llamadas a derrocar a los clérigos que gobiernan Irán, a los que la mayoría de jóvenes inconformes acusan de ser corruptos, represivos y alejados de la realidad. El gobierno iraní atribuyó las protestas a una conspiración extranjera, sin ofrecer pruebas.
Varias celebridades iraníes se sumaron a las protestas, como cineastas y actores destacados de la reconocida industria cinematográfica del país. Varias actrices iraníes fueron detenidas tras mostrarse en público sin hiyab o expresar su apoyo a las marchas.
En el caso más reciente, la actriz Azadeh Samadi fue vetada de redes sociales y ordenada por un tribunal a recibir tratamiento psicológico “desorden antisocial de la personalidad” tras aparecer en un funeral hace dos meses con una gorra en la cabeza.