Ciudad del Vaticano. El papa Francisco se reunió por separado el miércoles con familiares de rehenes israelíes en Gaza y palestinos que viven en Gaza, y provocó gran revuelo al emplear términos que la diplomacia vaticana generalmente evita: “terrorismo” y, según los palestinos, “genocidio”.

Francisco habló sobre el sufrimiento de israelíes y palestinos tras sus reuniones, organizadas antes de que se anunciaran un acuerdo de canje de prisioneros de Israel y Hamás y un cese el fuego temporal. El papa no mencionó el acuerdo, el mayor progreso diplomático desde el estallido de la guerra con la incursión de Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre.

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Francisco se reunió durante 20 minutos en el Vaticano con 12 familiares de algunos de los 240 rehenes mantenidos en cautiverio por Hamás. Por separado se reunió durante un lapso similar con 10 palestinos cuyos familiares han muerto o de alguna manera se han visto afectados por la guerra en Gaza, y con sacerdotes que ofician allí.

El papa habló sobre las reuniones al final de su audiencia general semanal. En los asientos de primera fila de la plaza de San Pedro había personas con banderas y bufandas palestinas, así como pequeños carteles que mostraban fotos de cadáveres en una zanja y la palabra “genocidio” escrita debajo.

“Aquí hemos ido más allá de las guerras, esto no es hacer la guerra, esto es terrorismo”, dijo Francisco. “Avancemos por la paz, recen por la paz, recen mucho por la paz”.

También pidió a Dios que ayudara a los pueblos palestino e israelí a “resolver los problemas y a no seguir adelante con las pasiones que al final matan a todos”.

Francisco ha pedido de forma reiterada el final de la guerra y ha intentado mantener la neutralidad diplomática habitual del Vaticano en los conflictos. El Vaticano está especialmente preocupado por la situación de los cristianos en Gaza.

El ataque de Hamás el mes pasado mató a 1,200 personas en Israel. La represalia israelí en Gaza ha matado a más de 11.000 personas, según las autoridades de salud palestinas.

Los miembros de la delegación palestina dijeron que estaban asombrados por el profundo conocimiento del papa sobre los sufrimientos que la guerra ha causado al pueblo de Gaza y que lo calificó de “genocidio” durante su encuentro a puertas cerradas.

Los periodistas no pudieron asistir a las reuniones.

“Sabía que Gaza no tiene agua”, dijo Shireen Hilal, que vive en Belén, Cisjordania, pero formó parte de la delegación. “Sabía que no hay electricidad. Sabía que no hay medicamentos”.

El vocero del Vaticano, Matteo Bruni, puso en duda que Francisco usara ese término. “Usó los términos que usó en la audiencia general y que a pesar de todo representan la situación terrible que vive Gaza”, dijo Bruni.

Pero los palestinos insistieron. “Diez personas lo escucharon”, dijo otra participante de la delegación, Suhair Anastas, a quien se le permitió salir de Gaza con su hija porque tiene pasaporte canadiense.

Francisco suele causar revuelo con sus declaraciones improvisadas. Habló de “genocidio” en relación con los ataques turcos contra los armenios en la era otomana y, en términos menos formales, asintió cuando se le preguntó si los abusos de los católicos contra los indígenas en Canadá equivalían a un genocidio.

Los parientes de los israelíes agradecieron a Francisco que los recibiera, pero algunos expresaron su consternación porque no tuvo tiempo para escuchar a todos los miembros de la delegación. También cuestionaron el empleo de la palabra “terrorismo” sin decir quién lo había cometido. Expresaron la esperanza de que usara su autoridad moral para ayudar a liberar a los rehenes.

La rusa Evgeniia Kozlova, madre de Andrey Kozlov, de 27 años, secuestrado por Hamás el 7 de octubre en el festival musical en el sur de Israel, teme que el acuerdo de canje de rehenes deje a su hijo en manos de Hamás durante años.

“Conocemos las condiciones de canje de 50 rehenes. Son mujeres y niños”, dijo. Recordó que Israel necesitó cinco años para lograr la liberación del soldado Gilad Shalit, y dijo que “si a cada uno de los rehenes restantes los liberan de a uno cada cinco años, mi hijo regresará dentro de 1.000 años”.

Rachel Goldberg, cuyo hijo Hersh Goldberg-Polin también fue secuestrado en el festival musical, exhortó a Francisco y al resto del mundo a trabajar por la liberación de todos los rehenes.

“Y mientras tanto, quisiéramos que la Cruz Roja Internacional o cualquier otra organización de ayuda humanitaria en el planeta Tierra vaya a ver a cada rehén y nos informe: ¿están vivos? ¿Han recibido tratamiento? ¿Reciben la atención que necesitan?”.