Santa Cruz, Bolivia. - La ciudad de Santa Cruz en el oriente boliviano amaneció el jueves convertida en un gran campamento donde cientos de católicos han pernoctado para escuchar la misa que celebrará el papa Francisco en su segundo día de visita a Bolivia.

Desde la madrugada, los fieles se trasladaban a la plaza del Cristo Redentor en el centro de la ciudad para escuchar y ver al pontífice. Se espera una multitud a lo lardo de varias avenidas.

El gobierno declaró feriado para permitir que los fieles concurran a la celebración en un altar que ha sido tallado en madera roble por indígenas del pueblo chiquitano, una etnia del oriente.

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Se espera que el pontífice pronuncie oraciones en lenguas nativas como el aymara, quechua y guaraní.

Francisco llegó el miércoles en la tarde a La Paz, tras visitar Ecuador en su gira pastoral por tres países que terminará el domingo en Paraguay.

En esta ciudad del oriente donde se hospedó en la casa del cardenal Julio Terrazas, en el centro de la ciudad, con quien esperaba desayunar antes de trasladarse en un papamóvil hasta la plaza del Cristo Redentor.

Muy delicado de salud, Terrazas pidió dejar la clínica donde se encontraba bajo tratamiento de diálisis, para recibir y compartir con Francisco.

El pontífice terminó su visita a Ecuador el miércoles a mediodía y después pasó unas cuatro horas en la capital de Bolivia, La Paz. Las autoridades vaticanas desaconsejaron aumentar su estancia debido a la gran altitud de la ciudad, de unos 4.000 metros sobre el nivel del mar.

El pasado octubre, cuando Francisco dirigió la primera cumbre de esta clase con grupos comunitarios en el Vaticano, ofreció un señalado monólogo improvisado sobre la injusticia del desempleo, el escándalo de la pobreza y la obligación de cuidar el planeta.

"Tierra, Techo, Trabajo", fue su mantra entonces.

"Si hablo sobre esto, algunos pensarán que el papa es comunista", dijo en un encuentro con mineros, líderes indígenas y "cartoneros" argentinos, que se ganan la vida buscando elementos reciclables en la basura.

"No comprenden que el amor a los pobres está en el núcleo del Evangelio", afirmó.

Francisco llegó el miércoles a Bolivia desde Ecuador y fue recibido por el presidente, Evo Morales, en el aeropuerto de La Paz, donde el papa elogió a Bolivia por dar "pasos importantes" para incluir a los pobres y marginados en la vida política y económica del país más pobre de Sudamérica.

Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, llegó al poder defendiendo a los 36 grupos indígenas de Bolivia y consagrando sus derechos en la constitución. Durante su mandato, la economía boliviana ha prosperado gracias a los altos precios del gas natural y los minerales que extrae.

Pero el presidente ha chocado con la Iglesia católica local al tomar varias iniciativas anticlericales, como una nueva constitución en 2009 que hizo del país, de mayoría católica, un estado secular. En cuanto Morales asumió el cargo en 2006, la Biblia y la cruz fueron retiradas del palacio presidencial. Y en las ceremonias oficiales del estado, los ritos andinos sustituyeron a los católicos.

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En su discurso, Francisco señaló que la fe católica arraigó en Bolivia hace siglos y ha seguido iluminando a la sociedad, contribuyendo al desarrollo de la nación y dando forma a su cultura.

"La voz de los pastores, que tiene que ser profética, habla a la sociedad en nombre de la Madre Iglesia, desde su opción preferencial y evangélica por estos últimos", afirmó.

Morales, por su parte, rememoró cómo en el pasado la Iglesia fue utilizada por los opresores del pueblo boliviano, del que tres cuartas partes tienen origen indígena. Pero Morales, un indígena aymara conocido por su ideología socialista, dijo que las cosas han cambiado con este papa y que los bolivianos recibían a Francisco como a alguien que ayuda en la liberación del pueblo.

"Quien traiciona a un pobre, traiciona al papa Francisco", dijo Morales.

El presidente ofreció entonces un inusual regalo a Francisco: un crucifijo tallado con la hoz y el martillo, el símbolo comunista que alude a la unión de los trabajadores.

Aunque a Morales se le conoce por su postura anticapitalista, este regalo con trascendencia ideología tenía en realidad una historia muy personal: un sacerdote jesuita asesinado por el régimen militar boliviano en 1980, el padre Luis Espinal, llevaba un crucifijo idéntico.

Espinal, seguidor de la izquierdista teología de la liberación, fue secuestrado y torturado por el régimen conservador boliviano. Después arrojaron su cuerpo a una autopista en La Paz.

Poco después de llegar a Bolivia el miércoles, el papa detuvo su convoy para orar en el lugar donde fue abandonado el sacerdote, en un emotivo recordatorio de sus propias experiencias con la dictadura militar argentina. El entonces sacerdote Jorge Mario Bergoglio lideraba la orden jesuita en Argentina en la década de 1970 cuando dos sacerdotes fueron secuestrados por el régimen, que se había asociado con los gobiernos de Bolivia y Paraguay, con los que compartía ideología, para establecer la Operación Condor y hacer "desaparecer" a opositores izquierdistas.

Desde el papamóvil, el papa se dirigió a la multitud allí reunida y les pidió que recordaran a Espinal, al que describió como una víctima de intereses que no querían que luchara por la libertad de Bolivia.

Morales entregó a Francisco otro obsequio con carga política: un ejemplar de "El libro del mar", sobre cómo Bolivia perdió su salida al mar durante la guerra del Pacífico con Chile en 1879-83. Bolivia trató de renegociar el acceso al Pacífico ante el Tribunal Internacional de Justicia en 2013, y alegó que su pobreza se debe en parte a su carencia de salida al mar. Chile alegó que la corte no tenía jurisdicción porque las fronteras de Bolivia se definieron en un tratado de 1904.

Francisco se refirió a la polémica en un discurso ante autoridades civiles en La Paz, y pidió a los países d ela región que mejoren sus relaciones diplomáticas para evitar "los conflictos entre pueblos hermanos y contribuya al diálogo franco y abierto de los problemas, hoy es indispensable".

"Y estoy pensando acá en el mar", subrayó. "Diálogo es indispensable. Construir puentes en vez de levantar muros", añadió en medio de aplausos.