Islamabad. Pakistán comenzó el mes sagrado del ramadán este sábado con la polémica por la apertura de las mezquitas ante la presión de los poderosos clérigos, frente a las críticas de la comunidad médica que considera que los templos religiosos se convertirán en focos de contagio del coronavirus.

Las calles se encontraban casi desiertas como suele ser habitual durante el ramadán en Islamabad, pero los restaurantes tenían el cartel de cerrado por el confinamiento para evitar la propagación del virus, con lo que no se produjeron las usuales aglomeraciones durante la ruptura del ayuno en las casas de comidas.

La excepción fueron las mezquitas, reabiertas esta semana por el Gobierno del primer ministro, Imran Khan, ante las presiones de los clérigos, que tienen una gran influencia sobre la población y además dependen de las donaciones de los fieles.

La apertura de los centros religiosos se ha condicionado a que cumplan una serie de medidas de seguridad, como que los fieles mantengan un metro de distancia, lleven sus propias alfombrillas para rezar y se laven en sus casas.

El Gobierno cedió a pesar de que los más sagrados centros del islam han abdicado ante el virus, como la Gran Mezquita de La Meca y la del Profeta en Medina (Arabia Saudí) que permitirán el rezo del ramadán pero más breve y sin la presencia de fieles.

A pesar de la polémica, la afluencia a los templos religiosos fue limitada, quizás por la prohibición de romper el ayuno en su interior, lo que atraída a un gran número de fieles con la oferta de comidas gratuitas, o la lluvia, que apareció poco antes de la puesta del sol.

Oposición de los médicos

Aún así, las asociaciones sanitarias reiteraron hoy su oposición a la reapertura ante el temor de que se acelere el ritmo de contagios.

"Las mezquitas se están convirtiendo en uno de los focos principales de transmisión del virus", afirmó en una rueda de prensa el presidente de la Asociación Islámica de Médicos de Pakistán (PIMA), Iftikhar Burney.

El doctor dijo que el fin de la crisis sanitaria está aún lejos en el país y puso como ejemplo que los contagios se han duplicado en los seis últimos días hasta los 12.219 casos, con 256 muertes hasta ahora, según el recuento oficial.

Burney quiso además desmentir los "mitos" que circulan por el país y que sostienen que el virus afecta menos en la nación asiática que a otros países por la juventud de la población o el calor.

"Pensamos que Dios nos quiere y por eso las epidemias no nos afectarán, sin embargo esas falacias deben ser rechazadas y la gravedad de la enfermedad no debe ser subestimada", afirmó el médico.

Y es que son muchos los que en el conservador país de 207 millones de personas, el 96 % de ellas musulmanas, creen que la enfermedad es menos peligrosa en su nación, y además relacionan la epidemia con la cólera de dios.

"Es un castigo de Dios por los pecados" cometidos, decía a Efe esta semana Razia Bibi, mientras esperaba en un centro gubernamental a recibir ayuda económica.

Esa creencia lleva a muchos fieles a pensar que deben acudir a las mezquitas a rezar, tal y como sostienen los clérigos.

"No creo que el virus se propague si la gente se reúne, porque Alá es quien te contagia para castigarte por tus pecados", dijo a Efe recientemente Tanvir Khan, un fiel de 26 años, que expresó su convicción de que "dios lo protegerá" si reza.

El inicio del ramadán coincidió además con la extensión de la cuarentena en el país hasta el 9 de mayo, aunque el Gobierno anunció que reducirá las restricciones solo a áreas muy afectadas en lo que llamó “confinamiento inteligente” para reactivar la economía, otra medida criticada por los sanitarios.