Una organización benéfica que trabaja con personas sin hogar en Auckland, Nueva Zelanda, distribuyó sin saberlo dulces rellenos de una dosis potencialmente letal de metanfetamina en sus paquetes de comida, después de que los dulces fueran donados por alguien del público.

Auckland City Mission informó el miércoles a la prensa que su personal había empezado a ponerse en contacto con hasta 400 personas para localizar paquetes que pudieran contener los dulces, que eran pedazos sólidos de metanfetamina en envoltorios de caramelos. La policía neozelandesa ha abierto una investigación penal.

La cantidad de metanfetamina contenida en cada caramelo era hasta 300 veces superior al nivel que alguien tomaría habitualmente y podía ser letal, según la Fundación de Nueva Zelanda para las Drogas, una organización dedicada a las políticas en materia de drogas, que fue la primera en analizar los dulces.

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Ben Birks Ang, portavoz de la fundación, declaró que hacer pasar las drogas por productos inocuos es una técnica habitual de contrabando transfronterizo y que podrían haberse distribuido más caramelos por toda Nueva Zelanda.

Los caramelos tenían un valor comercial de 1.000 dólares neozelandeses (608 dólares) por dulce, un valor elevado que indica que la donación de un miembro no identificado del público fue accidental, y no un ataque deliberado, dijo Birks Ang.

La misionera de la organización benéfica Helen Robinson señaló que ocho familias, incluido al menos un menor, reportaron haber consumido los dulces contaminados desde el martes. Nadie fue hospitalizado y Robinson dijo que el sabor “repugnante” hizo que los escupieran de inmediato.

El banco de alimentos de la organización benéfica acepta donaciones de alimentos comerciales en paquetes sellados, explicó Robinson. Los dulces sabor piña, que contenían el etiquetado de la marca Rinda, de Malasia, “parecían ser eso cuando fueron donados”, debido a que llegaron en una bolsa de tamaño comercial, dijo.

Auckland City Mission fue alertada el martes por un cliente del banco de alimentos que reportó dulces con un “sabor raro”. El personal probó algunos de los dulces que quedaban y contactó de inmediato a las autoridades.

Los dulces habían sido donados en algún momento de las últimas seis semanas, señaló Robinson. De momento no estaba claro cuántos habían sido distribuidos en ese periodo y cuántos estaban hechos de metanfetamina.

Algunos de los que habían recibido los paquetes de alimentos eran clientes del servicio de adicciones de la organización benéfica y la noticia de que se habían distribuido drogas había provocado angustia.

“Decir que estamos devastados es quedarme corta”, dijo Robinson.