Leópolis, Ucrania. Cientos de miles de niños ucranianos regresaron a las aulas este lunes tras las vacaciones estivales, en medio de intensos ataques rusos por todo el país y de cortes de electricidad causados por los golpes contra el sistema energético.

La jornada, que supuestamente es de carácter festivo, comenzó con sirenas antiaéreas que sonaron durante horas mientras se escuchaban explosiones en Kiev, Járkov, Sumi y otras ciudades, en las que resultaron dañadas dos escuelas.

Solo una hora después del fin de la alarma antiaérea en Leópolis, las familias con sus niños vestidos para la ocasión acudieron a sus centros educativos.

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Las ceremonias oficiales se redujeron al mínimo y solo aquellos que empezaban su primero y su último curso escolar participaron en un breve evento, seguido de algunos juegos para los más pequeños.

La seguridad por encima de todo

“Estos niños todavía necesitan una fiesta”, dijo a EFE Valentina Zvezhinska, directora del Liceo Municipal Número 21 de Leópolis, que acoge a estudiantes de primaria y secundaria.

Para el centro educativo, garantizar su seguridad y la calidad de la educación es la máxima prioridad, subrayó.

Aunque Leópolis sufre menos ataques que otras ciudades como Kiev, la sensación de peligro está siempre presente y algunos padres van a recoger a sus hijos cada vez que suena una alarma antiaérea.

Cientos de estudiantes pasan a veces varias horas por semana en el sótano de la escuela, donde no pueden continuar con las clases pero están más protegidos de los misiles rusos.

Los profesores deben mantener la calma a pesar de todo, ya que los niños con frecuencia notan su estado de ánimo, explicó una de las docentes, Tetiana Volodimirina.

Se calcula que unos 400.000 niños en total continúan con su educación en centros ucranianos de forma online desde el extranjero, mientras que otros 600.000 lo hacen desde dentro del país debido al peligro constante.
Se calcula que unos 400.000 niños en total continúan con su educación en centros ucranianos de forma online desde el extranjero, mientras que otros 600.000 lo hacen desde dentro del país debido al peligro constante. (Rostyslav Averchuk)

El peso de la guerra

Ser sinceros sobre el peligro con los niños es importante, destacó Zvezhinska, aún más cuando todas las familias ucranianas sienten ya los efectos de la guerra.

Cerca de la entrada del liceo cuelgan siete fotos de antiguos alumnos muertos en combate, mientras que también algunos de los padres han muerto o están luchando en estos momentos.

Los profesores siguen empleándose al máximo pese a haber perdido a sus propios hijos, como en el caso de Larisa Zabavchuk, cuyo hijo Mikola murió tras unirse como voluntario al Ejército hace más de dos años.

“Su dolor era inmenso. Yo no sabía qué decir, más allá de maldecir a los asesinos rusos. Pero pese a todo, todavía es capaz de dar tanto a los niños de nuestro centro”, subrayó Zvezhinska.

Los niños envían a menudo dibujos a los soldados del frente, mientras que la escuela, además, ayuda a comprar material médico para el hospital militar de la ciudad. En las paredes cuelgan varias banderas firmadas por soldados.

Cientos de estudiantes pasan a veces varias horas por semana en el sótano de la escuela, donde no pueden continuar con las clases pero están más protegidos de los misiles rusos.
Cientos de estudiantes pasan a veces varias horas por semana en el sótano de la escuela, donde no pueden continuar con las clases pero están más protegidos de los misiles rusos. (Rostyslav Averchuk)

Peligro continuado

Unos 150 alumnos del centro permanecen en el extranjero.

Se calcula que unos 400.000 niños en total continúan con su educación en centros ucranianos de forma online desde el extranjero, mientras que otros 600.000 lo hacen desde dentro del país debido al peligro constante.

Casi 2.000 escuelas han sido dañadas hasta ahora por ataques rusos, incluidas 200 que fueron destruidas por completo.

Solo pocos centros disponen de refugios antiaéreos capaces de proteger contra el impacto directo de un misil o una bomba aérea.

En Járkov (noreste), varios miles de niños asisten a clase en escuelas improvisadas en las estaciones de metro o en una centro subterráneo construido expresamente para este fin.

Pero sólo una pequeña parte del total ha podido volver a la escuela allí y en otras zonas cercanas al frente.

Sumado a los cortes de luz y de internet, el impacto sobre la calidad de la educación ha sido adverso, mientras que la falta de comunicación con los coetáneos puede afectar la salud mental y el desarrollo, según ha advertido el Ministerio de Educación.

Determinación

A pesar de todos los desafíos, en el liceo de Leópolis reina un espíritu de determinación silenciosa.

Se está preparando para cortes de luz más largos en invierno con un generador eléctrico y un sistema de calefacción de leña.

“Estamos haciendo todo lo posible para seguir dando clase aquí en vez de en nlínea, el máximo tiempo posible”, explicó Zvezhinska.

Algunas personas en el extranjero quizá se están “cansando” de la guerra, pero los ucranianos, sin importar lo cansados que puedan estar, no tienen otra opción que adaptarse como pueden a los ataques enemigos, enfatizó por su parte la vicedirectora, Galina Stepanivna.