MÉXICO. Entre los muchos videos horripilantes publicados en Internet en medio de la violencia de los cárteles de la droga en México, pocos han sido tan profundamente impactantes como el de un niño de 14 años secuestrado a finales de octubre junto con una docena de miembros de su familia en el sur del país.

En el vídeo, publicado por sus captores, se ve al chico, delgado y sin zapatos, sentado contra un árbol, con las manos atadas con una cuerda y diciendo en voz baja que trabaja para una banda de narcotraficantes rival. Es evidente que el chico hablaba bajo coacción, con cara de colegial tímido y cauteloso.

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Las autoridades confirmaron el viernes que Ángel Barrera Millán, de 14 años, era uno de los cuatro menores y siete adultos cuyos cadáveres descuartizados aparecieron esta semana en la parte trasera de una camioneta en el arcén de una carretera.

Las muertes ponen de manifiesto el descarado poder de los cárteles de la droga locales y la impotencia del gobierno en la zona de Chilpancingo -capital del estado de Guerrero, donde se encuentra el balneario de Acapulco- y el cercano municipio de Chilapa.

La familia del niño viajaba el 21 de octubre a Chilapa para vender sus existencias de utensilios domésticos de plástico -cubetas, platos y otros recipientes- en un mercado al aire libre cuando fueron secuestrados por Los Ardillos, un cártel local que controla Chilapa y ha estado luchando contra los Tlacos rivales por el control de Chilpancingo.

El vídeo publicado en Internet sugiere que la familia pudo haber sido secuestrada porque uno de sus miembros había hecho una fotografía con el móvil a la persona equivocada en la ciudad.

No está claro qué ocurrió con los otros dos miembros del grupo: 13 desaparecieron y se encontraron 11 cadáveres, entre ellos los de tres mujeres y otro niño de 13 años.

La tragedia de la familia no terminó con los 11 asesinados. El 27 de octubre, cuatro familiares fueron a buscar a la familia desaparecida, y ellos mismos fueron secuestrados. Desde entonces no se ha vuelto a saber de ellos.

Hasta el 6 de noviembre, cuando se encontraron los cadáveres, las autoridades estatales habían afirmado que estaban buscando por todas partes en lo que se había convertido en un caso de personas desaparecidas con 17 personas, todos familiares.

Los fiscales publicaron fotos de policías, soldados, vehículos y drones que se extendían por caminos de tierra y maleza. Se ofrecía una recompensa de unos 50,000 dólares por información sobre los desaparecidos.

Al parecer, es probable que el cártel los matara en Chilpancingo, la capital del estado, con una población de 300,000 habitantes. Sus cuerpos fueron abandonados en el bulevar principal que atraviesa la ciudad, que también sirve de carretera principal norte-sur hacia Acapulco.

La muerte de la familia no es el primer asesinato truculento perpetrado por el cártel.

A principios de octubre, el alcalde de la ciudad fue asesinado y decapitado apenas una semana después de tomar posesión de su cargo. Alejandro Arcos tomó posesión de su cargo el 1 de octubre en Chilpancingo. Su cuerpo fue encontrado en una camioneta una semana después, con la cabeza colocada en el techo del vehículo.

En 2023, otra banda secuestró un furgón blindado del gobierno, bloqueó una importante autopista y tomó a policías como rehenes para conseguir la liberación de unos sospechosos detenidos.

Los cárteles mexicanos arrojan con frecuencia los cadáveres de sus rehenes -o publican espeluznantes vídeos de torturas, interrogatorios y decapitaciones de sus víctimas- para intimidar a sus rivales y a las autoridades.