Rafah, Franja de Gaza. Israel ha prometido seguir luchando en Gaza hasta aplastar a Hamás tras una de las batallas más letales de la guerra para sus soldados, a pesar de que enfrenta cada vez más llamados internacionales para un alto el fuego y del malestar de su principal aliado, Estados Unidos.

La emboscada es un recordatorio de que Hamás todavía puede luchar tras semanas de una guerra devastadora para aplastar sus capacidades militares. Israel ha impuesto un asedio total al enclave palestino y arrasó gran parte del norte de la Franja con una masiva campaña aérea y terrestre que llevó a cientos de miles de personas a dejar sus hogares.

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La resistencia de Hamás ha puesto en duda si Israel puede derrotar al grupo insurgente sin arrasar Gaza. El apoyo al grupo ha crecido entre los palestinos, en parte por su férrea resistencia ante un enemigo mucho más poderoso, mientras que el principal aliado israelí, Estados Unidos, ha expresado su creciente malestar por la muerte de civiles en la que es ya una de las campaña militares más devastadoras del siglo XXI.

“Vamos a seguir hasta el final, no hay duda”, afirmó el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, el miércoles en la noche. “Digo esto a pesar del gran dolor y de la presión internacional. Nada nos detendrá”.

Está previsto que el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, visite Israel el jueves. Washington ha presionado a su aliado para que tome más medidas para proteger a los civiles y el presidente Joe Biden afirmó a principios de semana que Israel estaba perdiendo el respaldo internacional por sus “bombardeos indiscriminados”.

La emboscada tuvo lugar el martes en Shijaiyah, un barrio muy poblado de la Ciudad de Gaza, que ya había sido escenario de una importante batalla durante la guerra que enfrentó a Israel y a Hamás en 2014. Entre los fallecidos había dos oficiales de alto rango. En total, 116 soldados israelíes han muerto en la ofensiva terrestre que comenzó el 27 de octubre.

Los combates en Shijaiyah y en otras zonas en el interior y al este de la ciudad, que quedó rodeada al inicio de la guerra, duran ya varios días. Decenas de miles de personas siguen en el norte del enclave a pesar de las repetidas órdenes de evacuación, alegando que no se sienten seguros en ninguna otra parte de la Franja o que temen no poder regresar nunca a sus hogares si se marchan.

La ofensiva de Israel, provocada por el ataque sin precedentes de Hamás sobre suelo israelí el 7 de octubre, se ha cobrado ya la vida de más de 18,600 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, que está controlado por Hamás y no diferencia entre víctimas civiles y combatientes.

El último conteo no aclaró cuántos de los fallecidos eran mujeres y menores, aunque en los anteriores siempre representaban alrededor de dos tercios del total. Además, hay miles de desaparecidos que se teme que estén sepultados bajo los escombros.

Casi 1.9 millones de palestinos se han visto obligados a huir de sus hogares y la mayoría se han refugiado en el sur a pesar de que Israel ha seguido atacando lo que califica de objetivo insurgentes en todas las partes del territorio en operaciones en las que suelen morir mujeres y niños.

Los residentes reportaron ataques aéreos nocturnos en Rafah, la ciudad más al sur del enclave, junto a la frontera con Egipto. Un reportero de The Associated Press vio cómo se llevaba a 27 cadáveres a un hospital local a primera hora del jueves.

Israel podría haber esperado que la guerra y sus penurias volvieran a los palestinos contra Hamás, pero como ocurrió en choques previos, parece estar logrando el efecto contrario.

Una encuesta elaborada por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas arrojó que el 44% de los consultados en la Cisjordania ocupada respaldaban a Hamás, desde el 12% de septiembre. En Gaza, los insurgentes tenían un respaldo del 42% frente al 38% de hace tres meses.

Sigue siendo una minoría en ambos territorios. Pero aunque muchos palestinos no comparten el compromiso de Hamás con la destrucción de Israel y se oponen a sus ataques a civiles, consideran que es la resistencia a la larga ocupación israelí de las tierras que quieren para su futuro estado.

La encuesta mostró además el abrumador rechazo al presidente palestino, Mahmud Abás, respaldado por Occidente: casi el 90% de los sondeados dijo que debe renunciar. Los palestinos consideran que su gobierno es un cómplice corrupto y autocrático de la ocupación porque colabora con Israel en la represión de Hamás y de otros grupos insurgentes.